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Así revive el mítico ordenador al que Apple y Microsoft copiaron los iconos

El Xerox Alto, un ordenador pionero que nunca llegó a los usuarios

Cristina Sánchez

En una era que se nos antoja remota, las pantallas de los ordenadores no mostraban ventanas, menús ni iconos. Es más, ni siquiera podían recorrerse con la ayuda del ahora imprescindible ratón, físico y virtual, hasta 1973. Fue en ese año cuando Xerox PARC,Xerox PARC el mítico centro de investigación donde se inventaba el futuro, anunció el alumbramiento del Alto. Este pionero ordenador personal permitía “ver el correo electrónico en la pantalla”, puntero en forma de flecha incluido.

Esta revolucionaria máquina no invadió los hogares de todo el mundo. Se fabricaron unas 1.500 unidades, pero solo estaban destinadas a universidades, centros de investigación o a ser utilizadas en la propia compañía. Nunca llegaron a venderse. Tal vez por eso la historia de la informática no haya hecho justicia al ordenador que incorporó la primera interfaz gráfica de usuario.

“De algún modo, Xerox ha sido más conocida por su fracaso capitalizando sus invenciones que por las invenciones en sí mismas. Pero la mayor parte de los ganadores son recordados y el resto son olvidados”, lamenta en declaraciones a HojaDeRouter.com Ken Shirriff, un informático de Mountain View apasionado por las máquinas antiguas.

Según este experto, solo una docena de Xerox Alto siguen en funcionamiento, algunos de ellos en el Living Computer Museum de Seattle. Por eso, parece orgulloso de que la incubadora Y Combinator Y Combinator le haya encargado la noble misión de revivir una de aquellas estaciones de trabajo. Sus aportaciones en el foro Hacker News sobre restauración de ‘hardware’ le han ayudado a conseguirlo.

Al fin y al cabo, Shirriff tiene experiencia en la materia. Ha analizado viejos microprocesadores mediante técnicas de ingeniería inversa con un equipo de arqueólogos de los chipsequipo de arqueólogos, ha estudiado detenidamente la evolución de las fuentes de alimentación y ha escrito programas para el IBM 1401, un mamotreto de finales de los 50 que preserva el prestigioso Computer History Museum.

Gracias a la detallada documentación de un conservador de ese museo, que lleva coleccionando ‘hardware’, ‘software’ y documentación del Alto desde los años 80, Ken y un grupo de restauradores especialistas están trabajando para devolver el esplendor a un Xerox Alto. “El Alto tuvo una gran influencia en el desarrollo del ordenador personal, así que sería una máquina interesante para tener en funcionamiento”, destaca Shirriff.

En realidad, el ambicioso proyecto de restauración nunca hubiera comenzado si Alan Kay no hubiera decidido regalar uno de esos exclusivos ordenadores a Y Combinator Y Combinator, la compañía para la que trabaja como parte de un grupo de investigación. Hace cuatro décadas, Kay desempeñaba su labor en ese laboratorio del porvenir de Palo Alto.

Fue en 1972 cuando escribió su influyente artículo ‘Un ordenador personal para niños de todas las edades’. En él presentaba un imaginario dispositivo, similar a una tableta, que mostraría gráficos o textos. Lo apodó Dynabook. Aquella fue una de las creaciones que influirían en el nacimiento del famoso Xerox Alto.

La gestación de un ordenador legendario…

Era como un profeta bíblico… Estaban haciendo el tipo de cosas con las que la gente hoy todavía sueña”. Así alababa Alan Kay al que calificó como Moisés de la informática hace unos años: Douglas EngelbartDouglas Engelbart. En 1968, este visionario dio una conferencia que pasó a ser conocida como ‘The mother of all demos’ (la madre de todas las 'demos’). Kay estaba entre el millar de científicos que acudió a aquel evento.

En los 60, cuando las cintas perforadas eran el medio para comunicarse con los gigantescos ‘mainframes’ y charlar con los ordenadores mediante terminales basados en texto era toda una novedad, Engelbart pensó que los ordenadores podrían beneficiar a toda la humanidad. La máquina debía adaptarse al humano.

Para conseguirlo, presentó en aquella conferencia una caja rectangular provista de tres botones en la parte superior. Se trataba del primer ratón de la historia. El invento iba acompañado, obviamente, del primer puntero de ratón como parte del diseño de un sistema al que llamó NLS y que soportaba múltiples ventanas, hiperenlaces, documentos compartidos en red, correos electrónicos o incluso videoconferencias.

Alan Kay no era el único impresionado por las ideas del padre del ratón. La conferencia estaba financiada por Bob Taylor, un investigador que se haría su propio hueco en la historia de la informática. En ese momento, era de los pocos que confiaban en el ingenioso Engelbart. El propio jefe del visionario en el Stanford Research Institute preguntó a Taylor por qué le apoyaba económicamente y la mayoría de los asistentes a la ‘demo’ creyeron que tan solo era un chiflado.

Pese a esas opiniones, Taylor sembró su inspiración en Xerox PARC. “Bob Taylor había estado intentando explicarnos cómo los ordenadores deberían ser más personales y más útiles como dispositivos de comunicación más que como dispositivos de información. No lo entendimos muy bien. Finalmente lo entendimos, y el Alto fue la solución obvia”, recordaba hace unos años Chuck Thacker, el diseñador del ‘hardware’.

El Xerox Alto disponía de conexión Ethernet, una tecnología inventada por Xerox, lo que permitía por primera vez que varios ordenadores trabajaran juntos en una misma red. Aunque las conexiones no son compatibles con las actuales, el Living Computer Museum está trabajando para que los Alto puedan funcionar con una Ethernet moderna, un método que Shirriff también planea utilizar. De hecho, si tuvieran otro Alto cerca, podrían llegar a divertirse con el Alto Trek, uno de los primeros juegos multijugador en red.

Los ordenadores conectados también podían imprimir documentos gracias a una también pionera impresora láser creada por Chuck Thacker. “Presiona un botón y las palabras y las imágenes que ves en la pantalla aparecerán en papel”, señalaba con entusiasmo la voz en ‘off’ del anuncio del Xerox Alto. El novedoso editor de texto Bravo, el primero 'What-You-See-is-What You-Get' (algo así como “lo que ves es lo que obtienes”) hacía posible esa ventaja que ahora damos por supuesta gracias al primer lenguaje de programación del Xerox Alto, el BCPL. Shirriff ha aprendido a utilizar este lenguaje, que considera antecedente de C, en un simulador para escribir un ‘Hola mundo’ con el ya legendario Bravo.

La pantalla en blanco y negro, que Shirriff y su equipo han resucitado con moderado éxito —planean comprar un nuevo tubo de rayos catódicos— mostraba ventanas, iconos, menús y punteros. El entorno de programación Smalltalk, desarrollado por Adele GoldbergAdele Goldberg, otra de las investigadoras destacadas de esta mina de personalidades ilustres de la informática, y el propio Alan Kay, permitió crear un prototipo de esa primera interfaz gráfica y facilitó el desarrollo de ‘software’. “El propósito de ese lenguaje era permitir a la gente simular el mundo como ellos lo entendían”, ha explicado Goldberg tiempo después.

… en el que se inspiraron todos los demás

La posibilidad de hacer clic para mandar instrucciones, las ventanas emergentes y la opción de cortar y pegar fueron algunas de las funciones que nacieron con el Xerox Alto. “Si nuestras teorías sobre la utilidad de los ordenadores personales baratos es correcta, deberíamos demostrárselo convincentemente con el Alto”, decía por entonces Butler Lampson, otro de los participantes del proyecto.

Eso sí, su precio no era precisamente asequible. El coste de fabricación de una unidad como la que Shirriff está reparando ascendía a 12.000 dólares (58.000 euros al cambio actualascendía a 12.000 dólares, teniendo en cuenta la inflación) lo que habría incrementado su coste para el usuario final hasta los 40.000 dólares (195.000 euros), una cifra inasumible para la mayoría de potenciales compradores.

El Alto no pudo conquistar al público, pero atrajo a otro joven y perfeccionista visionario —que sí llegaría a triunfar— en una visita a Xerox PARC que ha pasado a la historia. En 1979, Steve Jobs vio cómo el cursor del Alto recorría la pantalla con ayuda del ratón, interactuaba con los iconos a golpe de clic o abría y cerraba ventanas. En ese momento, comenzó a dar saltos en una de las salas de Xerox PARC gritando que aquello era revolucionario.

Jobs habría ofrecido a Xerox comprar 100.000 acciones de la ya exitosa Apple por un millón de dólares a cambio de conocer los diseños de PARC. Según Gene Carter, el primer jefe de ventas de Apple, la firma de la manzana mordida tenía el consentimiento para utilizar esa tecnología a cambio de que sus tiendas de impresoras pasaran a ser distribuidores de la manzana mordida. Tradicionalmente, se ha pensado que el cofundador de Apple robó todas aquellas ideas. Los hechos son “turbios” en este punto, a juicio de Shirriff.

De un modo u otro, lo cierto es que Apple diseñó las interfaces gráficas de sus ordenadores —provistos de ratón, por supuesto— partiendo de las de PARC. No se puede negar que los iconos del Apple Lisa estaban más que inspirados en los de Xerox 8010 STAR,Apple Lisa si bien los de Cupertino añadieron ciertas funcionalidades, como la de arrastrar y soltar elementos.

Microsoft también acabó copiando la interfaz de usuario y Apple se atrevió a acusar a Bill Gates de plagiársela. “Creo que más bien ambos tenemos un vecino rico llamado Xerox y yo me colé en su casa para robarle la tele, pero vi que ya la habías robado tú”, replicó a Jobs el fundador de Microsoft.

La jugada le salió mejor a Apple, al menos a nivel de reconocimiento de esas primeras máquinas, que hoy son objeto de coleccionismo. El propio Shirriff encontró en eBay un Xerox Alto por el que pedían la nada despreciable cifra de 26.000 dólares (23.400 euros). Mientras tanto, uno de los cincuenta Apple 1 que aún existen han llegado a venderse por un millón de dólares (900.000 euros) en una subasta. Este restaurador lo achaca a la “combinación de singularidad y reconocimiento de marca”.

Pocos se acuerdan del Xerox Alto y solo expertos como él están consiguiendo hacer justicia a la memoria de esa máquina olvidada. En los primeros días, el equipo de restauración ya ha descubierto sus entrañas y reparado las fuentes de alimentación o la pantalla fuentes de alimentación. Ahora bien, Shirriff no puede predecir cuándo concluirá su trabajo. Dispone de mucha documentación, pero le preocupan elementos como la unidad de disco, “un sistema mecánico complejo de gran predicción” que, en caso de romperse, “podría ser imposible de arreglar”.

“Estaremos satisfechos si conseguimos que funcione en su estado original”, sentencia este restaurador. Por el momento, está esforzándose por ver en funcionamiento de nuevo la primera interfaz gráfica de usuario, una innovación de la que se beneficiaron Apple y Microsoft. Sin embargo, los genios gracias a los que actualmente utilizamos un ordenador no marcaron el progreso en las oficinas de esos gigantes, sino en el laboratorio del porvenir de la desaparecida Xerox PARC. Los ganadores no son los únicos que deben ser recordados.

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Las imágenes de este reportaje son propiedad, por orden de aparición, de PARC, Wikimedia Commons y Ken Shirriff (3, 4, 5 y 6)

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