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Ser andaluz, un ejercicio de dignidad

Salen las niñas y los niños de las escuelas con la bandera de Andalucía pintada en las mejillas. Tararean el himno de vuelta a casa. Han desayunado molletes con aceite de oliva. Están orgullosos de su tierra. Es un orgullo ingenuo, son pequeños para entender el alcance de nuestra historia, de nuestras luchas, de nuestro legado. Es un orgullo emocionante, por su ternura, por su verdor, alejado de los debates encendidos, de las competencias, de los decretos, de mi día a día. Pero quiero explicarles que ser andaluz es mucho más que ese desayuno, que esa letra cantada con sentimiento. Mucho más que los colores y los símbolos. Ser andaluz es un íntimo ejercicio de dignidad.
Si tuviera que definir Andalucía lo haría con esa palabra rotunda y vasta. Con esa palabra que une pasado y futuro. Con esa palabra tan necesaria en estos tiempos de niebla y de mentiras. Dignidad. Un propósito para todo ciudadano y también para toda institución. Una expectativa de vida. Una gimnasia del ánimo. Dignidad. Para aprender a decir no. Para luchar por quienes más lo necesitan. Dignidad para no negar nuestro pasado, para no arrancarnos desde las raíces. Dignidad para ofrecer verdades frente a trampas. Certezas frente a confusión. Eso es ser andaluz. Eso es entender, respetar y defender nuestra tierra.
La identidad andaluza es hoy más fuerte que nunca. Según los últimos datos del Centro de Estudios Andaluces, más del 85% de los andaluces se siente muy orgulloso de ser andaluz, una cifra que demuestra el arraigo y la confianza en nuestra tierra. A esto se suma la percepción generalizada de que la imagen de Andalucía en el resto de España ha mejorado en el último año, reflejo de una comunidad que avanza con determinación. Esta identificación crece al mismo tiempo que decrece la confianza en el Gobierno central, según el barómetro de diciembre del Centra. Una señal del desapego que empieza a calar entre los andaluces, donde, a mi juicio, llegan ecos de una política errática, de chantajes y de dispersión moral. Una política que quiere devolver a nuestra tierra a un lugar que abandonó hace mucho tiempo. La identidad, el orgullo, es en realidad un trabajo diario. De seriedad y de construcción ciudadana. Cuando los países están al servicio del poder, y no al revés, empiezan las grietas y los desajustes.
El ruido y la constante erosión institucional, con cesiones a los independentistas, están provocando una fuerte sensación de agravio. Andalucía ha sido históricamente un ejemplo de estabilidad y serenidad, pero empieza a sentir maltrato y discriminación. Frente a esta situación, es imprescindible reivindicar el lugar que nos corresponde, con una Andalucía que confía en sí misma, que defiende su identidad y que exige el respeto y la equidad que merece dentro de España.
Andalucía es una tierra de raíces profundas y mirada lejana, con una historia esplendorosa, con una identidad marcada, y con una gran capacidad para avanzar con pundonor y sin privilegios
El debate artificial sobre la deuda, como excusa para legitimar una concesión al independentismo, ha sido el último ejemplo de dignidad de nuestra tierra frente al actual despropósito fiscal. Porque lo que Andalucía necesita es una financiación justa y adecuada de nuestra comunidad y necesaria para sus servicios públicos. Y eso va a seguir pidiendo y reivindicando. Andalucía sufre una infrafinanciación crónica. Ante esta injusticia, Andalucía siempre ha exigido un fondo transitorio que compense el déficit estructural mientras se reforma el sistema de financiación autonómica, una reforma que no puede seguir aplazándose.
Andalucía es una tierra de raíces profundas y mirada lejana, con una historia esplendorosa, con una identidad marcada, y con una gran capacidad para avanzar con pundonor y sin privilegios. Esa es la vía andaluza que encarna el presidente Juanma Moreno. La del respeto a lo vivido y la ambición por lo que queda por vivir. Así se siente en esta tierra. Con emotividad pero con rigor. Con ilusión pero con certezas. Con carácter pero con capacidad para llegar a acuerdos. Convertir las promesas en hechos, eso es Andalucía.
Frente a la instrumentalización institucional que castiga a nuestra comunidad con una financiación injusta y un reparto arbitrario de recursos, Andalucía no se resigna ni se rinde. Somos un pueblo que ha construido su grandeza con esfuerzo, desde la herencia de Al-Ándalus hasta el legado de nuestros creadores. Escribió Luis Cernuda que los andaluces somos “sombra hecha de luz”. Andalucía seguirá en pie, defendiendo lo que es suyo, sin pedir nada que no sea justicia y sin aceptar nada que no sea respeto. “Andalucía es un sueño que unos pocos andaluces llevamos dentro”, en palabras del poeta sevillano. Salen los niños con la bandera dibujada en la mejilla. Y aunque aún no saben ponerle nombre, esa mezcla de entereza, emoción y orgullo que llevan dentro puede definirse con una sola palabra: DIGNIDAD.
Sobre este blog
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