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ENTREVISTA

Bani Koshnoudi, cineasta iraní: “Ya nadie acepta la represión en Irán”

Néstor Cenizo

8 de abril de 2023 20:59 h

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Dice Bani Koshnoudi (1977) que nunca se identificó con la mentalidad dominante en Estados Unidos, el país que la acogió, ni tampoco le gusta definirse como una “iraní en el exilio”. Nacida en Irán, su familia abandonó el país en 1979, al comienzo de la Revolución Islámica que acabó con el derrocamiento del Sah Reza Pahlevi y la instauración del régimen de los Ayatolás.

En la Universidad de Texas, Koshnoudi estudió arquitectura, fotografía y cine, las herramientas de las que se vale para explorar sus ideas en torno a la conciencia, la memoria y el archivo. Su trabajo ensayístico ha pasado por el Centro Pompidou o el Institute of Contemporary Art (ICA) en Londres, mientras que su primer largometraje de ficción, Luciérnagas (2018), logró el premio a la mejor película iberoamericana en el Festival de Miami.

Koshnoudi, que ha vivido en México y ahora reside en Francia, habla un español en el que se intercalan palabras de origen inconfundible (“chava”, “gringos”, “tarados”) y quizá por eso no se vea americana, o iraní, tampoco europea, sino “un conjunto de cosas”. Ha estado en Málaga convocada por el Centro Cultural La Malagueta (dependiente de la Diputación de Málaga) para aportar su personalísima visión subjetiva de lo que pasa en Irán desde que la policía detuvo, torturó y asesinó a una mujer, Mahsa Amini, por un hiyab.

Irán y Estados Unidos no tienen relaciones diplomáticas. No hay embajada de Irán en Estados Unidos [sí una “sección de intereses” en la embajada pakistaní] y viceversa. ¿Tiene alguna consecuencia en su día a día el hecho de que su país de nacimiento y el de acogida mantengan desde hace décadas una relación tan tensa?

Oficialmente no hay relaciones diplomáticas, pero sabemos que se hablan muchísimo y se ponen de acuerdo sobre muchísimo. Yo personalmente no lo viví de forma difícil. No hago confianza ni al gobierno gringo ni a cierta forma de definir la vida desde la mentalidad de Estados Unidos. Me fui de allí porque no accedía a esa forma de ver el mundo, me parecía demasiado reduccionista, pero estaba totalmente integrada. Mi idioma es el inglés americano, es el que más uso para mi escritura y todo, pero nunca me identifiqué con ser americana estadounidense ni iraní en exilio. Ahora creo que soy un conjunto de cosas y desarrollé una conexión con mi cultura y mi país originario, mucho más desde que me fui de los Estados Unidos.

¿Ha regresado a Irán desde que se fue?

Sí, empecé a viajar a Irán en 1999 y lo hice durante 15 años. Iba mucho y empecé a hacer películas y luego, pues es una larga historia… Ahora ya no voy.

¿Qué cambió?

Es complicado para mí después de una película que hice. Es demasiado arriesgado por lo que puede implicar. Cárcel o interrogatorios. No quiero exponerme a esto, así que desde hace ocho años no he vuelto.

¿La han amenazado, o hay gente en Irán que le aconseja no ir?

Yo no estoy amenazada directamente, pero es una tendencia. Soy mamá de una pequeña niña, y no tiene sentido arriesgarme de esta forma.

Como iraní que vive fuera de su país de nacimiento, ¿cree que puede ver las cosas con mayor objetividad?

Cada quien lo ve desde sus ojos. La objetividad no creo que exista. Ayer una periodista me dijo que había ido a Irán hace unos años y me contó las palabras de una chica, que son radicalmente diferentes a la forma en que yo entiendo esto. Yo no estoy de forma permanente, tengo la opción de salir y vivir gran parte de mi vida fuera. Vivo las situaciones de forma diferente, pero seguí muy de cerca todo cuando iba y ahora lo sigo a distancia. Tengo mi propia interpretación, pero también es importante escuchar a la gente de ahí. Pregunto e intento leer las opiniones de ahí, y transmitirlo de la mejor forma, pero no soy periodista ni trabajo con cifras o estadísticas. Interpreto de forma filosófica y poética a través de mis obras artísticas. Intento transmitir algo que va más allá de entender o no entender la situación.

¿Cuánto se parece su percepción subjetiva a la información que recibimos en Occidente? ¿Hay un sesgo en lo que se nos comunica de Irán?

Sí, creo que es casi imposible, no hablando el idioma. Cada persona, cada activista, abogado, escritor, artista está comunicando todo el día. Leer estas cosas y hacer su interpretación o estar al corriente es muy diferente a hablar con cuatro personas. Desde septiembre, hay muchísima cobertura tarada. Leemos algo sobre algo que pasó hace dos o tres semanas y es imposible seguir el hilo de lo que está pasando así. No creo que pase sólo con la situación en Irán. Cuando leo algo de un país africano, llega muy tarde.

¿Esto produce desinformación?

El gobierno iraní ha hecho uso de esto. Ha habido golpes publicitarios, como que la policía de la moralidad ya se fue, que fue algo totalmente falso, un fake news gigante, viralizado por todos lados y aprobado por todos los medios occidentales. Yo creo que hay una forma de seguir lo que está pasando por los iraníes que leen y escuchan y entienden el idioma, que es muy diferente a alguien que no. Normalmente hay más periodistas trabajando como corresponsales, pero ahora no hay casi nadie y los que sí están no es que colaboren con el gobierno, pero tienen un límite a lo que pueden hacer.

¿Hay alguna diferencia en las protestas que se suceden desde septiembre con las de 2009?

Sí. En 2009, fue provocado por un fraude gigante en las elecciones. Yo nunca creí en un reformismo que podría de verdad abolir el fascismo, porque yo siempre he tratado de fascistas a este gobierno. Pero si vives ahí, intentas mejorar desde adentro y poco a poco, y había una esperanza con los reformistas. Eso ya desapareció por completo, y esa es la gran diferencia con lo que ocurre desde hace cuatro años. En 2019 hubo otra revuelta y durante dos semanas cortaron Internet y mataron a 1500 personas en la calle. Así. ¿Desde ese momento hubo una ruptura? Yo creo que totalmente. Ya no hay marcha atrás, no hay forma de regresar a una sociedad que cambie poco a poco.

Irán tiene experiencia en revoluciones…

La gente sabe que la revolución es posible porque hemos hecho dos revoluciones en el siglo XX: hubo 1906 y hubo 1979. Y sin intervención extranjera. Las dos fueron totalmente organizadas y populares y lo que haya podido pasar después es historia de las revoluciones. Pero esta vez yo creo que es la primera en que se sabe que no hay otra forma de cambiar que hacer caer el régimen. Además, con los medios sociales es posible comunicar de un punto del país al otro. Hay una forma no solo de solidaridad, sino un pacto entre las diferentes etnias o grupos. Y hay una forma de organizar lo que queremos que venga después. Consejos horizontales con representación de todos los grupos étnicos, y obviamente, de las mujeres.

De alguna forma esta revolución ya es victoriosa, porque hay cosas que nunca podrán regresar, como el silencio que se rompió o las cosas que la gente se permite hacer en la calle

¿Qué se juegan las mujeres en Irán?

Esa es otra gran diferencia. Que participan las mujeres, que siempre han participado a cualquier revolución o movimiento en Irán, pero ahora el enfoque es sobre la represión de la mujer y cómo esto ha permitido a este gobierno, además de muchas otras cosas, mantener un estado de cosas. Esta represión ya nadie la va a aceptar. Por eso es mujer, vida, libertad. Porque sin la mujer no hay vida y no hay libertad para nadie. Esa es la gran diferencia. La sociedad es más joven, y participan desde los 13 años hasta los 30 años, pero los chavos en el colegio y en los liceos están totalmente radicalizados. Y esto es otra gran diferencia con lo que había antes.

Entiendo que está verdaderamente esperanzada en que el cambio ahora sí es posible.

De alguna forma esta revolución ya es victoriosa, porque hay cosas que nunca podrán regresar, como el silencio que se rompió o las cosas que la gente se permite hacer en la calle. Y no digo sólo para disfrutar de la vida, para provocar, para desobedecer públicamente… Estas cosas ya están ganadas y esto es un gran salto. También la idea de tener consejos horizontales en el futuro. Una democracia que se construye y que no viene de un modelo forzosamente de Occidente, ni el que existe en los países musulmanes. Esto ya es un gran logro. Ninguna revolución real ha sido exitosa en dos meses. Las verdaderas revoluciones han tomado su tiempo y yo creo que estamos al principio de algo que sí, que va a lograr este gran cambio.

¿Cree que el régimen tiene miedo?

Claro que hay miedo. La intoxicación de niñas en las escuelas es un signo de miedo, intentan aterrorizar aún más porque tienen miedo de lo que son capaces las jóvenes. Toda esa violencia es miedo. No sabemos cuál va a ser el momento de ruptura. Pero creo que hay un gran movimiento adentro, como afuera en la diáspora.

En The Silent Majority Speaks amalgama los testimonios visuales de las protagonistas de las protestas de 2009. ¿Qué encontró en esas imágenes?

Filmé ahí durante este momento, luego me fui y la revuelta seguía. Entonces todo lo que veía era a través del Internet, y empecé a archivar esas imágenes. Me di cuenta de que había una necesidad, una urgencia de filmar todo lo que se podía. Decir dónde ocurría y qué estaba pasando, tener un rastro. La película es sobre ese momento, la historia de nuestras revueltas y cómo las imágenes han permitido una cierta repetición, pero también una conciencia alrededor de un deseo que nunca se ha quitado de los iraníes. Un deseo de libertad, de expresión. Es algo que veía en la calle y en las imágenes, y que ahora es aún mayor porque en aquella época había menos teléfonos y no había redes. Ahora todos están a diario posteando miles de videos. También hay una forma de documentar, que permite no sólo construir una revuelta, una revolución, documentarlo, sino dar datos forenses por un momento. ¿Cuándo necesitaremos esto? Pues para tener pruebas de las atrocidades y la violencia del Estado.

Habla de la conciencia. ¿Puede haber una revolución sin conciencia?

Yo creo que en el 79 la gente era consciente de muchas cosas e inconsciente de muchas otras. Fueron engañados o se engancharon con ideologías que pensaban que eran el camino hacia su libertad, y no era el caso. Creo que hoy somos conscientes de lo que ocurrió en el 79 y en estos 45 años, la prueba de una ideología que se basa en la opresión y la violencia y nada más.

¿Por qué los ayatolás temen a los cineastas, a los escritores?

Como a cualquier contribución al pensamiento y a la reflexión le teme cualquier religión o monoteísmo que quiere dominar. En España tuvieron la época de las inquisiciones. Aquí tuvieron a Spinoza, que se tuvo que ir a vivir en Holanda, ¿no? Creo que es muy importante que veamos cómo esto no es solo la experiencia singular de Irán, sino que ha existido en otros lugares. La Bastilla estaba llena de escritores y pensadores que fueron liberados con la revolución.

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