De las 'pequeñas cosas' de Serrat a la empatía de Satrapi: los Premios Princesa de Asturias piden la paz y la palabra
Con puntualidad casi británica, pasaban seis minutos de las 18:30 horas de la tarde de este viernes, los reyes de España y sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, cruzaban la alfombra azul del Teatro Campoamor de Oviedo. Daba comienzo de esta forma la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias que se celebran, cada año, la tercera semana de octubre en la capital asturiana. El himno nacional intepretado por la banda de gaitas Ciudad de Oviedo precedía la entrada de los premiados en un teatro ansioso por escucharles.
Hace dos días dio la sorpresa y anunció que podría estar en Oviedo recogiendo el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, pues inicialmente, por un problema familiar sobrevenido, había comunicado que no podría asistir.
La dibujante y cineasta franco-iraní, Marjane Satrapi, considerada por el jurado que le concedió el galardón “una voz esencial para la defensa de los derechos humanos y la libertad”, fue una de las premiadas que ha podido intervenir en la ceremonia celebrada este viernes por la tarde en el Teatro Campoamor.
Palabras con las que Satrapi ha querido reivindicar la importancia de la educación en humanismo, ética, bondad, civismo y compasión como condición sine qua non para vivir con dignidad, sin sufrir humillación por sexo, etnia o color. La artista franco-iraní finalizó su discurso con un poema de Saari, una gran poeta iraní del siglo XIII
Soy un hombre partidario de la vida. Prefiero los caminos a las fronteras, la razón a la fuerza y el instinto a la urbanidad. Soy un animal social y racional que necesita del hombre mas allá de la tribu. Creo en la tolerancia. Creo en el respeto al derecho ajeno y el diálogo como la única manera de resolver los asuntos justamente.
Así se definía Joan Manuel Serrat durante su intervención, con un anhelo, “dejar el recuerdo de un buen hombre”. Como si de una de sus composiciones se tratara, el cantautor catalán se confesó creyente en la libertad, la justicia y la democracia, “valores que o van de la mano o no lo son”. Quizás por eso, reconoce Serrat que no le gusta el mundo en el que vivimos, hostil, contaminado e insolidario, donde los valores morales y democráticos han sido sustituidos por la avidez del mercado, donde todo tiene un precio.
Y como a lo que él se dedica es a cantar, según explicó, Serrat volvió a los escenarios por unos minutos, para sorpresa de todos los presentes, e interpretó 'Aquellas pequeñas cosas', acompañado unicamente de una violinista y poniendo en pie a todo el teatro.
A Miguel de Unamuno parafraseó la poeta Ana Blandiana, haciendo suya la frase “¡Me duele España!”, pues el escritor y filósofo tuvo, según ella misma reconoció, gran importancia en su formación intelectual y espiritual.
Blandiana ha querido utilizar la angustia expresada por Unamuno ante el destrozo de su país como un punto de apoyo en el universo actual, en el que las naciones se difuminan ante las ideologías, reconociendo que “también me duele España, me duele Rumanía, me duele el mundo”.
El Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, Michael Ignatieff, reconocía lo mucho que los hombres y mujeres tienen que luchar para ser libres, en un mundo “saturado de manipulación y mentiras”. Aún así, “poder llamarnos libres y merecerlo realmente, es el premio que más importa en la vida”, concluyó.
La deportista Carolina Marín; la Agencia Magnum Photos, quienes, cámara en mano, fueron fotografiados y fotógrafos a la vez; la Organización de Estados Iberoamericanos; y los padres del Ozempic, los científicos Drucker, Habener, Holst y Mojsov, completan el palmarés de premiados en una ceremonia que, como cada año, está presidida por los reyes de España, acompañados de sus hijas, Leonor, Princesa de Asturias, y la infanta Sofía.
La Princesa de Asturias repasó durante su discurso los méritos de cada uno de los premiados y premiadas a quienes agradeció sus aportaciones como personas “extraordinarias”.
Reconocimiento al activismo de Blandiana y Satrapi, las letras de las canciones de Serrat, la ejemplaridad de Carolina Marín, la audaz mirada de Magnum en tiempos de ruido y especial hincapié en una frase de Ignatieff sobre quienes utilizan la democracia para destruirla. Parafraseando a Serrat “hoy puede ser un gran día, mañana también” finalizó su discurso la Princesa de Asturias.
Por su parte, el rey Felipe VI ha alertado de los riesgos de deshumanización a los que se enfrenta el mundo, contra los que no hay mejor antídoto que poner en el centro de cualquier discurso o acción a la persona. Asimismo ha alertado de los graves riesgos de la polarización, de la negación del otro por sus convicciones o creencias, por lo que piensa, reza o vota distinto.
También se ha referido a los conflictos “atroces” y violaciones sistemáticas de los derechos humanos, que asolan el mundo, desde Oriente Próximo a Ucrania, África u otros lugares, y ha hecho un llamamiento para que la paz y la seguridad vuelvan a ser compatibles y dirigidas a la convivencia o, al menos, a la coexistencia.
El rey Felipe anunció además que, tras más de cuatro décadas presidiendo estos galardones, dos de ellas junto a la reina Letizia, le cede el testigo a su hija, la princesa Leonor, quien presidirá los Premios Princesa de Asturias a partir de la edición del próximo año.
La banda de gaitas Ciudad de Oviedo interpretando el himno de Asturias puso el broche final a los premios de 2024, quedando convocados, por primera vez por la princesa Leonor, los de 2025.
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