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Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

La traición a los beagle: retirados los cargos contra tres activistas por rescatar a la perrita Julie

Un beagle usado en experimentación trata de salir de la jaula del laboratorio donde se encuentra cautivo
9 de marzo de 2024 21:54 h

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Criar animales por su docilidad para someterlos a sufrimientos extremos y después matarlos. Si alguna de nosotras hiciera en su casa lo que se hace a los animales en los laboratorios, nos tacharían de psicópatas. Los perros de raza beagle son los más usados para experimentos, precisamente porque son amables, afectuosos y de un tamaño manejable. Su elevado impulso colaborativo hace, además, que no se defiendan. Se trata de abusar de seres vulnerables, que no devuelven los golpes. #BeagleBetrayal, traición a los beagle, es uno de los lemas utilizados por los activistas del caso que nos ocupa. Una más de las muchas traiciones que algunos seres humanos cometen con los demás animales. En algo tienen razón los experimentadores: la experimentación con animales nos aporta muchísimo conocimiento, sobre todo en lo que se refiere a la falta de humanidad.

El rescate en Ridglan Beagle

Tres activistas de Direct Action Everywhere entraron en abril de 2017 en las instalaciones de Ridglan Beagle, uno de los principales criadores de perros para experimentación de Estados Unidos, con el fin de documentar las condiciones de los animales. A pesar de estar acostumbrados a visitar lugares terribles, aquello les impresionó: “El olor era abrumador: exactamente el mismo olor de un matadero de carne de perro en China”, declaraba Wayne Hsiung a The Intercept. “Los perros estaban alojados en naves con enormes ventiladores, muy parecidos a los cobertizos utilizados en las granjas industriales”.

Los activistas habían entrado a Ridglan Farms por una puerta que se encontraba abierta. Cientos de beagles estaban apilados, unos encima de otros, en jaulas pequeñas y sucias, sólo un poco mayores que su propio cuerpo. Muchos presentaban infecciones y heridas sin tratar. Algunos sufrían tal tormento que mostraban comportamientos psicóticos, como la perrita Julie, que daba vueltas sin parar en la jaula, tal y como se ve en las imágenes captadas por los activistas.

“Los perros se tenían que sentar sobre sus propias heces y orines, incapaces de escapar de sus residuos. Estaban tan desesperados que se golpeaban contra las paredes, estiraban las patas a través de los barrotes y mordisqueaban las jaulas”, relata Hsiung. “Sus gritos eran tan fuertes que nos veíamos obligados a gritar nosotros también para comunicarnos, incluso cuando sólo estábamos a un palmo de distancia unos de otros”.

Mientras sonaban las alarmas en las instalaciones, los activistas sacaron del lugar a tres beagles, entre ellos la cachorrita ciega que parecía al borde del colapso físico y psicológico. Los llevaron al veterinario y les buscaron nuevos hogares. También pusieron las imágenes captadas a disposición de todo el mundo. Un periodista galardonado con el premio Pulitzer publicó un extenso reportaje de investigación sobre aquella acción y sobre los horrores de la experimentación con animales.

Además, presentaron una denuncia ante las autoridades locales, alegando violaciones de la Ley Federal de Bienestar Animal y de la Ley Estatal de Crueldad Animal. Sin embargo, el Gobierno ni siquiera investigó estas acusaciones.

Cuando atormentar es aceptable y rescatar está penado

Cuatro años después del rescate, la Fiscalía presentó cargos contra ellos por delitos graves de allanamiento de morada y robo. A una semana del juicio, que estaba previsto para el 18 de marzo en Madison, Wisconsin, todos los cargos han sido retirados. “Esto no es el final de la lucha”, ha señalado Hsiung en sus redes, “esto es solo el principio”. El activista, que es abogado y ex profesor de Derecho, ha investigado la crueldad y rescatado a cientos de animales, entre otros, del Festival de Carne de Perro de Yulin. Junto a él se encontraban el día del rescate Eva Hamer, ex musicoterapeuta que ahora trabaja en Pax Fauna, un grupo de reflexión centrado en diseñar enfoques eficaces y no violentos para la defensa de los animales, y Paul Picklesimer, ex techador que pasó de construir tejados en granjas industriales a investigarlas.

La retirada de los cargos tras tres años de angustia emocional de los activistas y sus familias ha provocado, en palabras de Hsiung, “una enorme frustración”. “Había aspectos legales increíblemente importantes y novedosos que queríamos abordar en este juicio, como si los ciudadanos tenemos el derecho a actuar acorde a nuestra conciencia ante un animal sufriendo o si los animales son cosas o seres sintientes”.

En este sentido, en la mayoría de los países ya existe algún tipo de normativa que reconoce a los animales como seres sintientes, tal y como explica la investigadora del Brooks McCormick Jr. Animal Law & Policy Program de la Escuela de Derecho de Harvard, la Dra. Macarena Montes: “Los ordenamientos jurídicos ya consideran que los animales no son iguales a los bienes muebles, pero esto no ha sido suficiente para proteger sus intereses más básicos”, indica. “Aún existe resistencia por parte de los operadores jurídicos a aceptar que los animales son personas, pues se cree que solo el humano lo es y que reconocer a los animales como personas implicaría otorgarles los mismos derechos que a los humanos. En realidad, el derecho considera a entidades no humanas como personas, como el Estado, las empresas y, en el caso de España, el Mar Menor. También otorga diferentes derechos a las personas. Por ejemplo, no todas las personas humanas tienen derecho a voto. Esto dependerá de su edad, nacionalidad y capacidad”. En el caso del juicio a los tres activistas, Montes considera que “es perfectamente viable que el derecho reconozca que al menos algunos animales son personas y tienen derechos”.

Ahora, tras la retirada de los cargos, Hsiung ha anunciado que presentarán una moción para que se designe a un fiscal especial y se consiga condenar a Ridglan Farms por maltrato animal. “Cientos de beagles siguen encerrados en jaulas muy cerca de aquí”, ha explicado el activista en sus redes. “Si la única forma de llevar a un tribunal la crueldad contra los animales en granjas y laboratorios es ir contra nosotros y tratarnos como criminales, que así sea”.

La granja de perros para experimentación Ridglan, en cuya web podemos ver fotos de adorables cachorritos, pero no la realidad de su día a día, es una de las piezas fundamentales de esta industria del dolor, de la que Julie se salvó. Durante décadas, la compañía ha vendido miles de animales para ser usados en experimentos brutales que incluyen, entre otros muchos:

Este juicio era una nueva oportunidad de volver a poner el foco sobre los abusos que sufren los animales en la experimentación. Según el informe del Ministerio de Agricultura, en el año 2022, en nuestro país, se utilizaron perros en 1.511 usos, un aumento significativo respecto a años anteriores (789 en 2020 y 1.138 en 2021). No nos hemos olvidado ni un solo día de las imágenes captadas por Carlota Saorsa en Vivotecnia, que causaron alarma incluso en el propio ámbito de la experimentación (no tanto por el contenido de las mismas, sino porque mostraban la cultura de maltrato habitual en el sector). Posteriormente, instituciones como el CSIC han seguido contratando al laboratorio como si nada hubiera pasado. El procedimiento judicial del caso Vivotecnia se encuentra actualmente en la fase intermedia, habiendo concluido ya la de instrucción.

Terminamos este artículo con una mención especial a la perrita Julie que, rescatada hace ya 7 años, sigue sufriendo a día de hoy de estrés postraumático. Sigue dando vueltas sobre sí misma, siempre hacia el lado derecho, aunque ya no tan frenéticamente como antes. Sin embargo, a diferencia de los miles de beagles criados y usados para experimentación, ahora vive en un hogar en el que es querida y respetada.

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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

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