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Una alternativa canaria a la central Chira-Soria

21 de mayo de 2021 21:02 h

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La Central Hidroeléctrica Reversible Chira-Soria consta de una central de bombeo y turbinado entre dos embalses ya construidos: Soria a la cota 610 y Chira a la 907 que se unen mediante una tubería de unos 3 km de longitud. Según se ha especificado, la central así definida es capaz de producir 200 MW de potencia eléctrica. El coste de esta obra ha ido variando pero la última cifra es de 452millones de euros. Hay ciertos factores en este diseño que cabe destacar, entre otros los siguientes:

  1. Con objeto de no secuestrar el recurso agua, necesario para asegurar el funcionamiento de la central, se adapta a este esquema una desaladora, con lo que de entrada se comienza la operación teniendo que aumentar la producción eléctrica de la isla y produciendo una contaminación de salmuera en la costa. Esta paradoja de querer regular aumentando la potencia y contaminando, la contestan diciendo que de esta forma se pone más agua en el mercado insular y además a cota alta.
  2. El tendido de tuberías por los barrancos es extenso e impactante, debido por un lado a que el salto hidráulico es pequeño, apenas 300 metros, lo que genera que para llegar a la potencia requerida se deba manejar un caudal muy elevado, 66 m3/s, lo que equivale a llevar a lo largo de los 3 km que separan a las dos presas: 1 tubería de 5 metro de diámetro, o 3 de 3 metros de diámetro. No hay que olvidar que también hay que colocar algo más de 20 km de tuberías, estas ya de menor diámetro, para llevar el agua de Arguineguín hasta el embalse de Soria. Para todos los tendidos de tuberías es necesario construir accesos en los barrancos para maquinaria pesada.
  3. No existe un estudio económico que avale esta gran inversión, pues otros estudios similares que se han hecho en otras islas determinan la falta total de amortización en instalaciones parecidas y más aún si para hacerla funcionar hay que construir una desaladora. La única experiencia similar está en la isla de El Hierro con La Gorona del Viento que terminó costando, según las últimas cifras, 84 millones de euros para producir 11’3 MW. La comparación, aun salvando la escala, es difícil, ya que en la que nos ocupa los embalses están hechos, con estas consideraciones, una comparación ponderada aumentaría el presupuesto a más de mil millones.
  4. El almacenamiento de energía viene definido por el embalse más pequeño, o sea los 5’6 Hm3 de Chira y quedarían infrautilizados como hasta ahora los 30 Hm3 de Soria. Pero además, el volumen de almacenamiento más pequeño quedaría reducido si, como se dice, se quiere disponer de agua a cotas altas. En cualquier caso este almacenamiento, sin contar con la reserva necesaria para la agricultura, apenas da para aportar energía de forma continua durante un solo día, aunque si se considera que solo debe cubrir la demanda eléctrica de las puntas, el plazo se alargaría entonces a tres días.

Con la premisa de mantener la solución del almacenamiento eléctrico a base de una central hidráulica reversible que es la que propone la Administración y las eléctricas, existe una alternativa a Chira-Soria que logra el mismo fin y evita todos los inconvenientes. Esta alternativa estaría basada en una central hidroeléctrica reversible AVF de 1.150 metros de salto hidráulico, empleando agua de mar y con el acople de una desaladora situada a la cota 400 que funciona por presión estática, esto es sin con sumo eléctrico. De entrada esta solución, al multiplicar por casi cuatro la altura del salto hidráulico, reduce a la cuarta parte el caudal o lo que es lo mismo, el número de tuberías para dar la misma potencia, a la vez que multiplica por cuatro el almacenamiento del sistema, evita el consumo eléctrico para el proceso de la desalación y aporta un elevado caudal de agua desalada a la cota 400. Para esta central se necesita solo un embalse, el inferior nos lo da el Océano Atlántico, el superior se podría situar en la parte noroccidental de la isla y concretamente en la Montaña de las Presas y se construiría mediante una balsa cuyo embalse sería la mitad de su altura en excavación y la otra mitad mediante un dique circular construido con los materiales excavados. Este embalse estaría impermeabilizado mediante un sistema de doble impermeabilización a base de lámina delgada, teniendo entre ellas un sistema drenante que facilitaría cualquier caudal de fuga hacia los drenes de control de posibles escapes, asegurando con esta disposición que el agua del mar almacenada a esa altura no generará filtraciones a un terreno ya de por sí de muy baja o nula permeabilidad, tal y como atestiguan las presas existentes. La central de bombeo se situaría enterrada en la costa por debajo del nivel del mar, con las tomas de agua de mar mediante sondeos. Las turbinas se situarían en caverna con sus desagües al nivel del mar y se juntarían con los vertidos de salmuera de la desaladora, de esta forma, con la mezcla convenientemente dosificada por caudales, se conseguiría verter agua con 42 gramos/litro de sal en vez de los 72 de salmuera y así evitar la contaminación del litoral. La parte mecánica de las bombas y las turbinas, se haría con materiales similares a los que se emplean en las bombas de agua de mar de las desaladoras y en las turbinas de recuperación energética de la salmuera. Existe un antecedente en centrales reversibles con agua de mar funcionando desde hace 20 años en Okinawa, aunque con mucha menos altura de salto hidráulico.

La conducción del agua de mar desde la central de bombeo y turbinado hasta el embalse se hace mediante dos tramos. El primero arranca en la central, en la costa, mediante una primera galería de 4 x 4 metros de sección, con pendiente ascendente y una longitud de 3 km; donde enlaza con un pozo canario de 250 metros de profundidad que su brocal se sitúa en la cota 400, lugar donde se emplaza la desaladora de presión estática. En este tramo inicial formado por galería y pozo, además de llevar los caudales de bombeo y turbinado, se incluyen dos conducciones más, la tubería con la salmuera procedente de la desaladora hacia la costa y otra tubería que llevará los cables eléctricos por lo que no se coloca ningún tendido eléctrico aéreo en toda la obra. Antes de definir el siguiente tramo conviene remarcar que la desaladora situada en una caverna, al emplazarse a la cota 400 y el embalse de agua de mar que la nutre a la 1.150, no consume electricidad al funcionar por presión estática. A la vez esta desaladora es capaz de repartir el agua por gravedad hacia Agaete, aprovechando el canal actual de la presa en desuso de Guayedra y hacia La Aldea, enterrado usando el trazado de la cuneta de la carretera. El segundo tramo de conducciones arranca en las inmediaciones de la desaladora y consiste en una galería con pendiente ascendente de 1’5 km de longitud y acaba en el fondo de un pozo canario de 550 metros de profundidad excavado con el brocal a la cota 1150, justo al pie de la galería de fondo de la balsa en la Montaña de Las Presas. En este tramo también hay dos tuberías más, una para llevar el cableado eléctrico y otra para llevar agua de mar pretratada desde el embalse hasta la desaladora.

Una vez definida la forma de la conducción a través de un sistema subterráneo escalonado, formado por dos tramos en galería ascendente y dos en pozo, la forma de llevar el agua, al igual que la capacidad de la balsa de la Montaña de Las Presas y el caudal que aporte la desaladora, dependen de la potencia que se quiera obtener. Existe un anteproyecto del año 2006 de esta central en la que se definió una potencia de 100 MW, un embalse de medio millón de metros cúbicos y una desaladora de 500 l/s (43.200 m3/día). En este anteproyecto se optó por la conducción mediante cuatro tuberías de un metro de diámetro, colocadas en los hastiales de las galerías, y en vez de pozos se optó por sondeos recrecidos a gran diámetro y una balsa de regulación de agua desalada en Agaete. Para todas estas obras, junto con la central subterránea, la desaladora y la maquinaría, el anteproyecto calculó un coste de ejecución por contrata de 144 millones de euros.

Pero este sistema admite mucha más versatilidad. La potencia puede aumentarse, no colocando más tubos sino convirtiendo las galerías en una única tubería, para ello habría que revestir paredes, solera y techo mediante gunitados especiales y las conducciones en vertical, en vez de sondeos, como se ha dicho, mediante pozos canarios de 550 y 250 metros de profundidad y 3 m de diámetro. De esta forma y para ese mismo salto, y sin aumentar, más bien disminuyendo la obra civil aunque aumentando bombas y turbinas, podríamos alcanzar potencias desde 150 hasta 350 MW y a la par aumentar el caudal a obtener de la desaladora entre 750 y 1.700 l/s (64.800 y 146.880 m3/día). Otra de las ventajas de hacer que las conducciones sean la propia tubería, es que las presiones que deberían resistir los tubos, cuestión que encarece mucho el presupuesto y más para tuberías de gran diámetro, ahora lo va a resistir el terreno, con la ventaja añadida de que los 500 metros inferiores, donde se producen las presiones más altas, es donde están los terrenos más impermeables al estar formados por basaltos antiguos de la Serie I con una antigüedad de 14 millones de años. Es hacer que la naturaleza colabore con nosotros y no intentar vencerla a base de obcecación, impacto, materiales y dinero.

Con este diseño se han evitado todos los inconvenientes que presenta Chira-Soria. No hay que poner agua desalada en el sistema porque la central funciona con agua de mar e incluso va más allá, al llevar adosada una desaladora que funciona sin electricidad y que puede suministrar entre 15 y 53 Hm3/año de agua desalada a la cota 400 sin contaminar el litoral. Todo está oculto, por lo que no hay impacto, la central y la desaladora se ejecutan enterradas, al igual que las conducciones que se han reducido en mucho gracias al acantilado, lo cual abarata y facilita la construcción, tampoco hay torres eléctricas ni cableados aéreos. Únicamente queda visible la balsa de almacenamiento que pasará desapercibida entre las otras de la Montaña de Las Presas.

Por otra parte, centrales hidráulicas reversibles están en funcionamiento en España desde los años sesenta pero pocas hay que sean económicamente rentables, lo que las hace construibles son las ventajas adicionales que generan en la regulación de la demanda eléctrica y en facilitar la entrada de renovables. Pero en el caso de la central reversible con agua de mar AVF, un valor añadido entra a ser considerado: el aporte de agua desalada, por encima de la cota de mayor demanda y a un coste de la décima parte del que se obtiene con las desaladoras convencionales; no hay que olvidar que el bombeo del agua de mar hasta la balsa se efectúa mediante energía renovable, excedente o de valle.

Por último cabe destacar que la obra descrita no es más que la suma de sus partes y cada una de estas no es ajena a la ingeniería canaria. Por esta razón y a efectos de la contratación y ejecución, el presupuesto se puede dividir en subcontratos independientes que pueden ser, la mayor parte de ellos, asumibles por contratistas locales, lo que sería una ventaja añadida al quedarse esta inversión totalmente en Gran Canaria y no en manos de las grandes constructoras que todos sabemos lo que hacen luego. A efectos de la experiencia en obras similares, cada una de esas partes son conocidas por las empresas canarias: colocar tuberías hormigonadas bajo caminos, desaladoras de grandes caudales, centrales de bombeo que cubren desniveles de hasta mil metros, galerías de tres kilómetros y de hasta 4 x 4 m de sección, pozos o sondeos de hasta 600 metros de profundidad y balsas de millones de metros cúbicos, son obras usuales en estas islas en las que ha proliferado el ingenio, necesario para satisfacer una demanda de agua muy superior a la que las islas ofrecían en sus nacientes y barrancos.

Estas islas son un museo y una universidad de obras hidráulicas que abarcan todos los posibles métodos para encontrar agua, empezando por los eres y los guácimos herreños que captaban y almacenaban el agua de las nubes, los almogarenes y los aljibes de Lanzarote que hacían lo propio con el agua de lluvia, las gavias y nateros de Fuerteventura sacando el agua y los limos de los barrancos, los pozos de Gran Canaria, al igual que las galerías de Tenerife, horadando el suelo tras el agua infiltrada en el acuífero, el aprovechamiento del agua de los barrancos con las presas de La Gomera y los asombrosos tomaderos de los barrancos de La Palma, enseñan lo que en ningún sitio del mundo se ha mostrado: el ingenio hidráulico o cómo conseguir agua en todas sus facetas: nubes, lluvia, escorrentía e infiltración.

Pero además, algunas de estas captaciones han cometido errores, quitándose el agua unos a otros o mermando o incluso secando manantiales, por eso enseñan también lo que no hay que hacer. En definitiva, en estas islas, se muestra y enseña lo que hay que hacer y también lo que no hay que hacer. Y todo ello en siete islas que son parcas en lluvias pero que apostaron siempre por economías de grandes consumos de agua: caña de azúcar, plátanos y turistas.

Juntar toda esta tecnología heredada y construida por todos los que han habitado estas islas y han padecido la penuria del agua, es terminar construyendo una central hidráulica reversible canaria que nos permita disponer de la energía que nos ofrece nuestra propia naturaleza y esta nos da: sol, viento, océano y acantilados costeros, estos mismos que si los tuvieran en otros sitios, no pensarían en colocar enormes baterías ni depender de los coches particulares. Este proyecto es tecnología canaria y a coste canario, no nos hace falta importar nada ni tampoco derrochar, Ambas cosas, tecnología y austeridad, el canario las ha recibido en herencia. E incluso las podemos exportar a este mundo que cada vez va a estar más necesitado de soluciones realmente sostenibles, eficaces, sin destrozos y sin contaminar.

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