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Mañana es tarde

Concepción Monzón

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No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Así reza un dicho popular que creía que gozaba de un gran predicamento en España, pero resulta que esto no es del todo cierto.

Las cosas siguen bastante mal para la mayoría de la gente. A pesar de que estamos en verano, la época del año en la que se consiguen reducir sensiblemente los índices de paro, el número de personas que busca un empleo y no logra encontrarlo se mantiene por encima de los 3,5 millones. Y por si esto fuera poco, la mitad de ellas llevan ya más de doce meses en esta delicada situación, es decir, son parados de larga duración. Una cifra que casi coincide con el volumen de población que, a pesar de encontrarse en esta situación, no percibe ahora mismo ningún tipo de prestación o subsidio.

El gasto público se ha contraído por encima de los 50.000 millones de euros desde que empezó la crisis. Aunque es cierto que los tijeretazos más grandes los ha padecido el sector público desde que Mariano Rajoy pisa la moqueta de La Moncloa. Las ciencias, por ejemplo, han sufrido una reducción de inversiones tan drástica que ya han perdido más de una cuarta parte del presupuesto que recibían antes de la mayoría absoluta que ha permitido al Partido Popular arrollar los servicios esenciales y derechos fundamentales a la ciudadanía desde 2011. Otras áreas, como agricultura y energía, severamente ajustadas durante este mismo periodo de tiempo, han visto reducidos sus emolumentos en un 21%, lo que se va a perseverar en la involución del desarrollo de las renovables en todo el Estado, además de significar un nuevo revés para la agricultura ecológica.

A pesar de todo esto, en Canarias se barruntan campanas de pacto entre esta misma formación, la que nos ha arrastrado hasta el umbral de la emergencia social, y Coalición Canaria, su homólogo con cachorro. Dos partidos cuya máxima aspiración pasa por reproducirse en el poder, legislando únicamente para esa minoría a la que adeudan campañas millonarias e interminables cadenas de favores. Y mientras tanto, una parte de nuestras niñas y niños continúan estudiando en barracones.

El Partido Socialista ya ha dado muestras suficientes de su falta de voluntad para ayudarnos a construir en nuestra tierra un gobierno alternativo a la derecha antes de 2019. Lo hizo tras ser humillado por Clavijo y no atreverse siquiera a intentar derrotar al gobierno más nefasto de la historia de las Islas, aun cuando el precio a pagar era formar parte de un gobierno en minoría. Un socialista debería hacer cualquier cosa antes que dejar nuestro sistema público de salud en manos de la patronal de la sanidad privada.

Sin embargo, la oportunidad todavía la tenemos en el gobierno central, donde podemos empezar desde hoy mismo a articular una opción de cambio, censurando al Partido que propone una amnistía fiscal que viola la Constitución, que mantiene en su cargo a ministros reprobados por la mayoría del arco parlamentario del Congreso, que combate a sus rivales políticos haciendo uso de las administraciones y también de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y que nombró fiscal anticorrupción a un magistrado que poseía sociedades en Panamá para no declarar impuestos en España.

Definitivamente, hay alternativa para cambiar las cosas. Podemos echar de las instituciones al partido que ha anegado de corrupción los mapas de nuestro país. El momento es ahora. Mañana es tarde.

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