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Opinión - España: una democracia atascada. Por Rosa María Artal

De Honorio a Honorio, las eternas trapisondas de CC

A Honorio García Bravo y a Antonio Cabrera (ya fallecido), los llevaron a empellones al Parlamento de Canarias aquel día de 1993 en el que había que votar la moción de censura promovida por Manuel Hermoso (padre espiritual de ATI) contra Jerónimo Saavedra. El vicepresidente contra el presidente, lo nunca visto. Ambos, García Bravo y Cabrera, eran por entonces diputados del Partido de Independientes de Lanzarote (PIL) cuyo líder, Dimas Martín, ya estaba inhabilitado por corrupto, lo que no fue obstáculo para que también votara aquella censura. Nacía Coalición Canaria con esa justa cifra de 31 diputados, la mitad más uno de las señorías (y señoríos) que conforman la cámara autonómica canaria. Y nacía forzando la voluntad de dos de sus diputados, que se marcharon a Madrid para alejarse de las naturales presiones y tentaciones. Pero en Madrid fueron localizados por una brigada del cabo Paredes (también fallecido), una de las personas con mayor mando en la rebotica de lo que a partir de entonces y gracias a cerebros tan bien amueblados como José Carlos Mauricio, pasó a llamarse Coalición Canaria. Aquellos matones metieron a Honorio García y a Antonio Cabrera en un avión y los colocaron en su escaño vigilados para que votaran como mandaba el régimen.

De aquellos inolvidables sucesos han pasado la friolera de 24 años, 24 ininterrumpidos años de Coalición Canaria ocupando todo el poder que le es dado por la vía democrática y por la no democrática, que de todo ha habido. Y sigue habiendo.

Fíjense si no en ese otro Honorio, Honorio Román Marichal, concejal todo él de Tacoronte por ese partido medio nacionalista de izquierdas y medio 15-M con advenedizos, cajón de sastre al fin y al cabo, que se llama Sí se Puede.

Cuando se fraguaba una moción de censura contra el alcalde de Tacoronte promovida por los concejales progresistas de la Corporación, este estudiante de un módulo de FP en un centro privado de Las Palmas de Gran Canaria decidió entregarse al enemigo. Si no hay cambio de actitud en las próximas fechas, Honorio Román pasará a ocupar la sexta tenencia de alcaldía y la concejalía de Nuevas Tecnologías, una hazaña política de la que seguramente estará muy orgulloso por lo que supone de plena sintonía con las sensibilidades de los votantes de su partido, deseosos de la perpetuación de Coalición Canaria en el poder. Dicen que no va a cobrar, o al menos de un modo oficial. Cuesta creerlo en este mundo de Tamayos.

Cuando tenía 19 añitos, este frustrado cachorro del régimen ático se declaraba abierto independentista. Y como quiera que por entonces (enero de 2009) dirigía El Día el faro y guía de la nación canaria, don José Rodríguez, hasta le dedicaron una entrevista por su simple condición de militante del Congreso Nacional Canario (CNC), “brazo político del MPAIAC”, como se repite varias veces a lo largo de la pieza.

En esa entrevista, nuestro querido Honorio Marichal desgrana todo su ideario calificando a España de “monarquía sin cohesión ni sentimiento nacional” y a Canarias de sufrida colonia que debería optar a “una descolonización pacífica”. ¿Y qué decía este político de Coalición Canaria? “Se dice nacionalista pero lo cierto es que no ha ido con un proyecto ideológico y un mensaje claros”. Un déficit que seguramente debe haber quedado resuelto ya y que permite a Honorio Marichal poner en marcha las ceremonias iniciáticas correspondientes. Y nada de entrar por las juventudes, lo mejor es por la puerta reservada a los tránsfugas. Tiene futuro el pibe.

Corrales entra en escena

Por si el panorama político canario no estaba ya suficientemente cargado, este martes se ha sumado al esperpento el inigualable José Manuel Corrales, poseedor del récord de militancia y/o afinidad con el mayor número de fuerzas políticas existentes en el orbe. Es cierto que siempre en el lado progresista, dicho sea para que todo conste. Este martes nos hemos merendado con que es el propietario de las siglas Por Tenerife, empleadas en las últimas elecciones locales isleñas para configurar una alianza con otras fuerzas, mayormente Nueva Canarias.

Coincidiendo -que ya es casualidad, oye- con el tronar de tambores de moción de censura en la ciudad de La Laguna, va Corrales y mete por el registro del Ayuntamiento un escrito dando por rota la coalición Por Tenerife-Nueva Canarias, que obtuvo tres concejales, uno de ellos Santiago Pérez, el llamado a convertirse en alcalde de prosperar la operación de derribo del alcalde José Alberto Díaz.

Desde Por Tenerife nos aseguran que no es oportunista la decisión, que la asamblea, formada por una decena de personas, llevaba tiempo planteándose hacerlo, y que todo responde a la falta de comunicación que hay entre ellos y Santiago Pérez. Obvian, claro, que Pérez se negó desde el principio de este mandato municipal a desviar fondos del grupo municipal al partido para el pago del alquiler de la sede, aduciendo lo que es ley, que las subvenciones a los grupos políticos son para los gastos de los grupos políticos, y no para otras chafalmejadas de aquellas que dieron lugar en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife al caso bragagate, cariñosamente archivado por la justicia a pesar de los indicios más que evidentes de que algunos concejales y concejalas se gastaron las perras de los vecinos y vecinas en cuchipandas, hoteles, masajes y ropa interior de ambos sexos.

Puede que Corrales y los suyos no pretendieran con su gesto de este martes entrar en el juego de reventar la censura al alcalde nacionalista de La Laguna, pero tienen que comprender que algunos nos permitamos dudarlo. Sencillamente porque ese escrito solo beneficia a Coalición Canaria, el partido que en una de las etapas políticas de Corrales ya lo abdujo para la causa poniéndole un sueldo como coordinador de no se sabe muy bien qué comisión. Un asunto que acabó en los tribunales por el olor a sueldo simulado que llegó a las pituitarias de la Fiscalía Anticorrupción de Santa Cruz de Tenerife.

Que Coalición Canaria esté o no detrás de esa escaramuza de Por Tenerife lo sabremos de inmediato: dependerá del uso que haga de ese documento de supuesta ruptura de la coalición. Si lo lleva a los extremos de una discusión jurídica con la que mandar al grupo de no adscrito a los tres concejales que lidera Santiago Pérez, y con ello dar por enterrada cualquier posibilidad de censura, pocas excusas le quedarán al futuro doctor Corrales.

Mónica Martín, la máxima autoridad

Resulta curioso que el escrito de rompe y rasga de Corrales lo difundiera desde que entró en el Ayuntamiento de La Laguna una concejala socialista. O por ser más precisos, la lideresa local (en funciones) del Partido Socialista, la concejala Mónica Martín, erigida en “la máxima autoridad” muy al estilo de aquella empachada militante socialista sevillana que se plantó en Ferraz haciendo valer su poder como presidenta del Comité Federal.

A medida que van pasando los días se va comprobando que ella es el principal obstáculo físico que se interpone entre los deseos de interponer una moción de censura y la moción de censura misma. Y decimos físico (sus filias personales contra Santiago Pérez) y no político porque en realidad hay un trasfondo inconfesable que tiene atenazados a los socialistas que (ejem) mandan ahora mismo en el PSOE canario. Si Rodríguez Fraga (presidente de la gestora regional); Nicolás Guillén (firmante por imperativo legal del pacto del PSOE con CC en La Laguna); Héctor Gómez (presidente de la gestora del PSOE de Tenerife); Javier Abreu (cabeza de lista del PSOE en La Laguna); María José Castañeda, Zebenzuí González y Yeray Rodríguez (concejales del PSOE en La Laguna), y hasta Patricia Hernández, aspirante a secretaria general del PSOE de Canarias, consideran necesaria, conveniente y hasta saludable la moción de censura, ¿qué lo impide? O mejor dicho, ¿quién lo impide?

Todas las miradas se dirigen hacia Mónica Martin, pero en realidad es el miedo que tiene el PSOE a que Coalición Canaria descargue su ira contra los socialistas con los que comparte gobierno en ayuntamientos y cabildos (sobre todo el de La Palma) lo que mantiene el tiempo detenido.

Y no es porque crean que CC vaya a ser capaz de romper gobiernos como el palmero, donde los nacionalistas que capitanea José Luis Perestelo están muy a gusto con el pacto con Anselmo Pestana. La verdadera tragedia es que Patricia Hernández y los que la apoyan creen que romperle la cara a Coalición Canaria en La Laguna puede generar la pérdida de apoyos orgánicos para hacerla secretaria general.

Y no se crean que esa tragedia es exclusiva del Partido Socialista. En el PP también nos encontramos con un Asier Antona que juega con los tiempos congresuales para decidir qué hacer con el Gobierno de Fernando Clavijo.

A Honorio García Bravo y a Antonio Cabrera (ya fallecido), los llevaron a empellones al Parlamento de Canarias aquel día de 1993 en el que había que votar la moción de censura promovida por Manuel Hermoso (padre espiritual de ATI) contra Jerónimo Saavedra. El vicepresidente contra el presidente, lo nunca visto. Ambos, García Bravo y Cabrera, eran por entonces diputados del Partido de Independientes de Lanzarote (PIL) cuyo líder, Dimas Martín, ya estaba inhabilitado por corrupto, lo que no fue obstáculo para que también votara aquella censura. Nacía Coalición Canaria con esa justa cifra de 31 diputados, la mitad más uno de las señorías (y señoríos) que conforman la cámara autonómica canaria. Y nacía forzando la voluntad de dos de sus diputados, que se marcharon a Madrid para alejarse de las naturales presiones y tentaciones. Pero en Madrid fueron localizados por una brigada del cabo Paredes (también fallecido), una de las personas con mayor mando en la rebotica de lo que a partir de entonces y gracias a cerebros tan bien amueblados como José Carlos Mauricio, pasó a llamarse Coalición Canaria. Aquellos matones metieron a Honorio García y a Antonio Cabrera en un avión y los colocaron en su escaño vigilados para que votaran como mandaba el régimen.

De aquellos inolvidables sucesos han pasado la friolera de 24 años, 24 ininterrumpidos años de Coalición Canaria ocupando todo el poder que le es dado por la vía democrática y por la no democrática, que de todo ha habido. Y sigue habiendo.