Canarias emite más alertas tempranas de riesgo que nunca (y la crisis climática no es la única explicación)
El Gobierno de Canarias ha emitido este 2024 un total de 22 alertas y prealertas ante fenómenos meteorológicos adversos. Es el registro más alto de su serie histórica y eso que este año aún no ha terminado. La crisis climática que ha desencadenado el ser humano, principalmente, por la quema de combustibles fósiles puede tener parte de la culpa. Pero la clave está en un cambio de criterio de la Dirección General de Emergencias del Ejecutivo regional.
A finales del curso pasado, la Comisión Autonómica de Protección Civil y Emergencias del Archipiélago acordó difundir a la ciudadanía las prealertas tempranas de riesgo que podrían tener un posible impacto, por muy leve que sea, para que las administraciones públicas estén preparadas.
La decisión llegó después del anómalo episodio de calor y calima ocurrido en octubre de 2023, provocando que, por primera vez, los colegios e institutos de las Islas cierren por la imposibilidad de ofrecer confort térmico en las aulas. El Gobierno autonómico declaró las prealertas por polvo sahariano en suspensión y altas temperaturas el 30 de septiembre y el 1 octubre de ese año, respectivamente, y no las finalizó hasta dos semanas más tarde.
Esas prealertas no conllevan avisos a la población afectada. Lo estima así el Plan Específico de Protección Civil y Atención de Emergencias por Riesgos de Fenómenos Meteorológicos Adversos (PEFMA), aprobado en 2014. Pero el efecto “acumulativo” del mencionado episodio, cada vez más frecuente ahora por el calentamiento global, advierten los expertos, causó una reflexión dentro del personal especializado de la Comunidad Autónoma.
“No podía ser que no estuviéramos trasladándole a la población que un aviso que podía tener un impacto leve en un principio, tuviéramos que mantenerlo durante muchos días”, asegura Montserrat Román, jefa del Servicio de Protección Civil y Atención de Emergencias del Ejecutivo canario.
Ahora, las prealertas son publicadas. Este año ha habido 18. Algunas de ellas son emitidas incluso por debajo del umbral en el que la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) lanza avisos porque no es descartable que haya incidentes. Román pone como ejemplo los fenómenos costeros y la recomendación de no esperar a que haya olas de tres metros para alertar del riesgo, ya que con alturas más pequeñas puede haber accidentes.
“El pasado sábado hubo tres fallecidos ahogados. Y ni siquiera estábamos en los umbrales en los que la AEMET emite aviso”, remacha la jefa de Protección Civil.
La difusión de prealertas, alertas y alertas máximas responde a tres criterios: información meteorológica, vulnerabilidad y exposición. Los comunicados que lanza la Dirección General de Emergencias recogen la previsión de cómo va a ser el evento meteorológico (velocidad de las rachas de viento o litros descargados por las precipitaciones, por ejemplo) y las recomendaciones a la población. Pero eso va a cambiar dentro de poco.
Román indica que la normativa estatal obliga ahora a establecer una única fase denominada “alerta y seguimiento” o “preemergencia” en la que tendrá que concretarse “mucho mejor” las zonas de riesgo a través de un mapa y un código semafórico. En ese plano quedará detallado cómo impactará previsiblemente un determinado peligro según una serie de condicionantes: densidad de población de ese municipio o comarca, dispersión, infraestructuras de comunicaciones, movilidad…
La jefa de Protección Civil recuerda que, en Valencia, el día de la catastrófica DANA, el presidente autonómico, Carlos Mazón, aseguró que la intensidad del temporal iba a disminuir a las seis de la tarde, pero, aunque eso hubiera sido cierto (que no lo fue), “no tiene nada que ver”, puntualiza Román, “porque el barranco ya estaba desbordado” sin importar que cayera una gota más.
“Una cosa es el umbral y la probabilidad de que se pueda superar. Y otra es qué impacto tiene en el territorio y para la población. Es un concepto que necesitamos madurar en Canarias y confío en que podamos hacerlo con esta nueva herramienta que tendremos”, concluye Román.
En la misma línea ahonda Víctor Resco de Dios, doctor por la Universidad de Wyoming (Estados Unidos) y profesor de Incendios Forestales y Cambio Global en la Universitat de Lleida (UdL). Él cree que “tenemos mucho recorrido por hacer sobre cómo se alerta a la población ante fenómenos extremos”, ya que, en su opinión, “se hace un buen trabajo a la hora de lanzar partes meteorológicos”, pero no cómo este podría impactar.
El experto escribió hace unas semanas un artículo publicado en The Conversation en el que advierte de las “catastróficas consecuencias” de confundir los avisos meteorológicos de la AEMET con las alertas de riesgo.
En esa publicación, Resco de Dios vuelve a utilizar la DANA mortal que acabó con más de 200 personas en Valencia para recordar que “se confundió a la población, ya que muchos consideraron que el peligro acababa con las lluvias”, pero “en algunas poblaciones devastadas por la riada apenas llovió, por lo que la población no era consciente del riesgo”.
Resco de Dios cree que “en España tenemos muy poca cultura del riesgo”, al igual que manifestaron los geógrafos después de la erupción del volcán de La Palma, en 2021. Y también apunta que hay “poca información” al respecto. “Cuando adquieres una vivienda, por ejemplo, pasas a ser propietario de un riesgo. Pero esto se desconoce”, agrega.
Para Abel López, doctor en Geografía y miembro de la Cátedra Universitaria de Reducción del Riesgo de Desastres y Ciudades Resilientes de la Universidad de La Laguna (ULL), las alertas de riesgo “están bien formuladas”, sin embargo, insiste en la necesidad de “mejorar” la comunicación para no confundir avisos con alertas. De momento, dice, “no está funcionando” y “quizá habría que buscar otras terminologías para diferenciarlos mejor”.
El también coordinador del Comité de Expertos de la Agenda Canaria 2030, creado hace unos meses, considera que la crisis climática y una mayor cultura de la prevención están detrás de esta “nueva realidad” en las Islas que se traduce en “un aumento de las alertas por parte del Gobierno de Canarias”, que “seguirá siendo una constante año tras año”.
López señala que “desde el punto de vista de la respuesta y la protección civil, [el Archipiélago] está preparado” para ello, pero añade que “el auténtico desafío” está en la prevención, “donde aún tenemos margen de maniobra”.
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