La última ola de calor en Canarias es la más excepcional en décadas, pero los expertos avisan: habrá más como esta

La ola de calor en Canarias ha sido extrema, como poco. Las temperaturas máximas en las Islas durante las últimas dos semanas han estado prácticamente siempre por encima de los 30 grados, en una consecución de episodios anómalos para un mes de octubre que podría convertirse en el evento de estas características más longevo de la historia reciente del Archipiélago, cuando los datos pasen a confirmarse en los próximos días.

La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ya ha dicho que “probablemente sea [la ola de calor] más larga en 60 años”. Ha batido decenas de récords de temperaturas máximas y de mínimas máximas, también. Y ha provocado que, por primera vez, los colegios e institutos de la Comunidad Autónoma cierren debido a la imposibilidad de ofrecer confort térmico en las aulas, caracterizadas por una histórica falta de inversión y prevención en este sentido.

Para los expertos consultados, lo visto es una ventana del futuro climático que espera a Canarias en caso de no reducirse las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan la crisis climática y no aplicar planes de adaptación. “Habrá que analizar esta ola de calor con perspectiva. Pero esto es un anuncio de lo que nos espera, sin ninguna duda”, advierte Pedro Dorta, doctor en Geografía por la Universidad de La Laguna (ULL) y director de la Cátedra de Reducción del Riesgo de Desastres de la misma institución académica.

De acuerdo con datos de la Aemet analizados por este periódico, en 12 de los primeros 13 días de octubre de este año hubo temperaturas máximas por encima de los 30 grados, según los registros de la estación meteorológica ubicada en el Aeropuerto de Gran Canaria. Y este calor no es normal. Porque la cifra más alta registrada hasta la fecha correspondía al año 2002, cuando en octubre de ese mismo curso hubo siete jornadas con máximas superiores a los 30 grados. Ahora ese valor casi se ha duplicado y aún falta por analizar los termómetros del resto del mes.

El delegado territorial de la Aemet en las Islas, David Suárez, explica que lo ocurrido es realmente extraordinario. En la estación mencionada de la isla grancanaria, los normal es que, en 95 de cada 100 días de verano (julio y agosto), las temperaturas máximas no superen los 31 grados. Pero en esta ocasión ha ocurrido, según cifras difundidas este mismo martes por la Agencia, en 14 de las primeras 16 jornadas de octubre.

“A veces pensamos que los criterios para definir una ola de calor pueden mejorarse. Y de hecho hay un grupo que está trabajando en ello. Pero desde el punto de vista climatológico, [este dato de la estación del Aeropuerto de Gran Canaria] nos da una certeza y seguridad de que efectivamente estamos ante algo anómalo”, reitera Suárez.

La magnitud de lo vivido puede entenderse al echar la vista atrás, en la hemeroteca de las estadísticas. En el Archipiélago, la ola de calor más larga desde que hay datos tuvo lugar en 1976, cuando los días de calor y sofoco perduraron dos semanas exactas. Tan solo ha habido dos ocasiones más en las últimas cinco décadas en las que los episodios se extendieron por diez o más jornadas (también en 1976 y 1987). Pero esta vez, confirma Suárez, ya hablamos de 15 días (del 2 al 16 de octubre, porque es previsible que este martes, debido a la bajada de las temperaturas, ya concluya el conteo), el dato más alto reportado hasta la fecha.

Para el delegado territorial de la Aemet en la Comunidad Autónoma, han confluido varios factores relevantes para alcanzar esta efeméride: la persistencia de un anticiclón “anclado” en el suroeste de Europa, que ha aportado masa de aire continental, un flujo “cálido”, matiza Suárez, así como la entrada de polvo desértico, situación que principalmente suele acontecer en invierno; una estabilidad marcada por la escasez de nubosidad, lo que ha generado una “alta insolación” y poco viento; la presencia del fenómeno meteorológico conocido como El Niño, un patrón climático recurrente que suele estar vinculado a condiciones más cálidas, con un impacto que no se prevé que alcance su punto máximo hasta principios de 2024; y, por supuesto, el calentamiento global.

“Estamos viendo cómo de forma incesante las temperaturas continúan ascendiendo, que los récords de temperaturas cálidas son muy superiores a los de frío… El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) es claro: las olas de calor son más frecuentes y extensas”, agrega Suárez. De hecho, según el registro de la Aemet, entre 1976 y 1995 hubo 13 episodios por el estilo, mientras que entre 1996 y 2015 ascendió a 24, un 84,61% más.

“Tuvimos que poner un aviso naranja [en esta ola] porque los termómetros iban de forma generalizada a marcar por encima de los 37 grados. En octubre. Es la primera vez que sucede algo así en Canarias y en España”, continúa el delegado territorial de la Aemet.

La base de datos de la Agencia revela, además, que las temperaturas mínimas máximas han estado por encima de lo normal. Volviendo a la estación meteorológica del Aeropuerto de Gran Canaria, allí se ha registrado un nuevo récord de la serie histórica en un mes de octubre: 27,8 grados. La última vez que se contabilizó un dato similar, aunque un tanto inferior, fue en 1964 (27,1). Las noches tropicales, aquellas con mínimas por encima de los 20 grados, son una constante en Canarias, la autonomía que más las sufre. Y la tendencia hace pensar que seguirán ganando protagonismo.

El geógrafo Dorta ha investigado sobre las olas de calor ocurridas en Canarias. A él, asegura, no le sorprende nada, pero confiesa que “es evidente que esto no es normal”: el Archipiélago ha batido decenas de récords de máximas; el episodio ha sido de una longitud “excepcional”; y las mínimas, en muchos casos, “se han correspondido con temperaturas incluso superiores a las que deberían ser las máximas”.

“El IPCC dice que asistiremos a eventos que nunca habíamos visto”, recuerda el experto. “Esta ola de calor, que ha durado una quincena de días, está absolutamente fuera de lo normal. Pero habrá que estar atentos a si empieza a ser una pauta en los próximos años”. Para Canarias, apostilla Suárez, de la Aemet, los modelos climáticos prevén que el clima para 2050 sea más cálido, “en torno a un grado más”, y un poco más seco, “entre un 7 y 10%”. También que disminuya la precipitación.

Dorta asevera que, desde el punto de vista climático, “cualquier evento que haya ocurrido en el pasado es susceptible de repetirse”. El geógrafo cree que la población “no es consciente de lo que tiene entre manos”, de los efectos del calentamiento global, y que “no hay una urgencia real en solucionar” la misma, o por lo menos iniciar planes de adaptación. Precisamente, el consejero canario de Transición Ecológica, Manuel Zapata (PP), ha iniciado la legislatura pidiendo “plazos más realistas” en la carrera climática contrarreloj. Justo cuando los efectos de la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera comienzan a mostrar un carácter más destructivo.

“La gente puede pensar: bueno, un grado y medio de aumento o dos en la temperatura no es nada. Pero es como si tuviéramos una olla de agua hirviendo a 98 grados y la subiéramos a 100. Ahí, el líquido se evapora y ya no vuelve a su estado inicial. Esa es la diferencia. Pasar de un estado de equilibrio ambiental, a una situación difícil de controlar”, remacha.