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Amzat Boukari, historiador: “Hay una conexión entre el racismo, el capitalismo y la esclavitud”

Amzat Boukari-Yabara, historiador especializado en el movimiento político del panafricanismo.

Alicia Justo

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Las manifestaciones por la muerte de George Floyd y contra los crímenes racistas en Estados Unidos o el derribo de estatuas dedicadas a esclavistas en Inglaterra han puesto de manifiesto que los movimientos en defensa de las personas negras son cada vez más visibles en Occidente: “Estamos en un momento de renacimiento del panafricanismo a nivel mediático”, asegura uno de los referentes de esta ideología, Amzat Boukari. Pero el panafricanismo ha estado desde hace siglos. Estos días este académico ha tenido la oportunidad de explicar en Las Palmas de Gran Canaria qué es el panafricanismo, cómo articula determinados acontecimientos del presente y qué papel puede jugar en el futuro a nivel geopolítico. Boukari es el presidente de la Liga Panafricanista Umoja, graduado en Historia de Brasil por la Universidad de La Sorbona, con un doctorado en Historia Africana en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París y ha estado presente en la octava edición del curso Civilización africana dirigido por Juan Montero y que acoge el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM). 

Antes de iniciar su participación en el ciclo, concede una entrevista a este medio en la que toda la conversación es un alegato a la liberación y a la unidad de África. Para canalizar este propósito, se encuentra el panafricanismo, una ideología surgida en el siglo XVIII en América gracias a los africanos esclavizados que se resistieron a la explotación. Transcurrida esa primera etapa, este movimiento se opuso a la dominación colonial y después, en los años 60 del siglo pasado, surgió la idea de los Estados Unidos de África con el líder ghanés Kwame Nkrumah. En la actualidad, también con el foco en la unión africana, el panafricanismo lucha contra las nuevas formas de racismo. A su juicio, el escenario global con respecto al lugar que ocupan las personas negras poco ha cambiado. El sistema se ha vuelto más sofisticado pero continúa el “mismo espíritu de explotación”, denuncia. El historiador sostiene que una vez abolida la esclavitud, nacieron otras formas de dominación. “Hay una conexión entre el racismo, el capitalismo y la esclavitud”, mantiene. Y con el marco de fondo de un centro de arte que lleva por nombre el océano que baña Canarias y por el cual miles de personas viajaron forzosamente de África a América, establece conexiones entre uno de sus orígenes, Martinica, y Canarias, un territorio que el panafricanismo también incluye en su pensamiento. 

¿Las ideologías que ponen África en el centro corren el riesgo de incorporar conceptos surgidos en otras realidades como el marxismo o la dicotomía izquierda frente a derecha o, por el contrario, hay ideas que pueden aplicarse a cualquier cultura? El intelectual senegalés Felwine Sarr defiende que África debe crear sus propios modelos y no imitar lo externo.

Se necesita una humanidad desde el punto de vista africano. Por eso hablamos del concepto ubuntu, una palabra que significa `yo soy porque somos´. También se necesita una bifurcación con la modernidad eurocéntrica que explicaba la jerarquización de las razas y una descolonización de la epistemología eurocéntrica, universal. Por eso se necesita que África produzca su propio modelo, sus propias ideas. Además, sólo África, en lo referente a la globalización puede cambiar el curso de las cosas porque aquí tenemos una resistencia que es tan modernista como reaccionaria contra la visión de la globalización. Si África produce su propia visión de la globalización, podría dar una respuesta a las dificultades de la globalización en el mundo europeo, americano o chino. Por eso pienso que el panafricanismo es muy importante en su definición, tanto para los africanos como para los no africanos. El panafricanismo es el único sistema que está presente en las dos riberas del Atlántico y significa que es el único sistema que podría confrontar la hegemonía de Estados Unidos o la hegemonía militar de la OTAN. 

-¿Entonces se puede decir que los poderes occidentales temen al panafricanismo? 

Claro. Hay documentos del Ministerio de Defensa de Francia que explican que el panafricanismo es una amenaza para los intereses de Francia en África. También está el tema de Europa y la inmigración. El panafricanismo es un movimiento de migración, que nace de migraciones forzadas durante cuatro siglos, por lo que no se puede definir el panafricanismo sin hablar de las movilidades de los pueblos africanos dentro de África y fuera de África. El panafricanismo es un movimiento que defiende la apertura de las fronteras, la libertad de circulación y se opone a la filosofía de agresión.  Y todo eso no está en la agenda de los poderes de la Unión Europea (UE). Por eso hay un conflicto ideológico. Pero también en el panafricanismo se habla de que los recursos naturales del país deben ser para el pueblo frente a las firmas multinacionales, americanas, europeas y chinas. El tercer punto, cuando se habla de panafricanismo, se habla de una redefinición de la geopolítica. Por eso, hay una rivalidad entre los poderes sobre su relación con África. Hoy vemos el miedo de Estados Unidos y Francia de ver a Rusia, China o Turquía implantarse en África, desarrollar relaciones económicas con el continente y la posibilidad de una unión entre África y el bloque de los BRICS (acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), lo que podría significar el fin del mundo occidental. 

¿En qué realidades podemos notar la presencia del panafricanismo tanto en África como en la diáspora?

Primero pienso que el continente africano no conoce una descolonización verdadera, total e integral. Por ejemplo, los países de colonización francesa, todavía siguen utilizando la moneda colonial que se llama Franco CFA. Eso significa que la independencia de los años 60 no fue una independencia de verdad y hoy luchamos por una segunda que sea verdadera, a nivel económico, político y cultural. Pienso que este es el primer punto: la voluntad de una nueva descolonización. En segundo lugar, hay un deseo de vivir bien. La mayoría de los africanos no quiere salir de África pero quiere vivir en buenas condiciones y por eso se necesita una revolución económica, social y cultural. El tercer punto, es que desde el siglo XVIII tenemos un movimiento panafricanista que resiste, que permite el debate sobre la unificación y liberación de África y que muestra que la victoria es posible.

¿Ha estado presente la visión panafricanista en las manifestaciones del pueblo senegalés a raíz del encarcelamiento de su líder opositor Ousmane Sonko desde 2021?

Sí. Pienso que con Ousmane Sonko, con Diomaye Faye (presidente de Senegal) y con su partido PASTEF, hay por primera vez un partido político que tiene un programa con una base ideológica de modernizar Senegal, de cambiar la manera de hacer la política. Y que tiene el respaldo de la juventud. Al mismo tiempo hay una urgencia, una precipitación de la juventud que quiere todo ya. Y no es posible cambiar todo de hoy a mañana. La amenaza es que si no traemos soluciones rápidamente es posible que el tema del panafricanismo se desinfle. 

A tu juicio, ¿en qué lugar se encuentra España a la hora de reconocer su historia colonial y esclavista y en cuanto a la reparación?

España es un país muy particular porque no estaba a la cabeza del sistema colonial pero al mismo tiempo fue el poder hegemónico en el siglo XVI y el que abre el mundo a la colonización. También estaba Portugal, pero fue España el centro de la organización del primer sistema mundo. Así que cuando se habla de colonización no se puede olvidar a España. Cuando hoy pensamos en el tema colonial, pensamos en Francia, Inglaterra, Bélgica y Portugal. Y el caso de España es un caso muy secreto. En África tuvo una colonización en el Sáhara, en Guinea Ecuatorial y otros pequeños puntos. Así que hay una necesidad de que España defina su identidad porque es un país de Europa pero tiene una gran parte de historia con las Américas y también con África. Porque en el movimiento panafricanista, por ejemplo, consideramos que Canarias, como Mayotte o La Reunión son tierras que deben ser descolonizadas. O también el caso de Ceuta y Melilla, territorios europeos, españoles en África. Tengo la impresión de que hay una invisibilidad del tema colonial en España ya que se habla de la colonización como algo del pasado puesto que la independencia de Latinoamérica fue en el siglo XIX y ya después es como si España no tenga una identidad colonial. Y pienso que sí tiene una fuerte identidad colonial y una actualidad colonial. Un punto interesante sería analizar la africanidad de la sociedad española: la representación de África en las artes, en las palabras, en las costumbres. 

-Uno de tus orígenes se encuentra Martinica, una isla del Caribe pero que al mismo tiempo es un departamento francés de ultramar. Antes comentaste que Canarias es para el panafricanismo un territorio por descolonizar. ¿Has encontrado similitudes entre el Archipiélago canario y Martinica?

Todas las islas tienen una dimensión colonial, una dimensión de cárcel, de posesión, que participa en el control de las rutas. Canarias, como Mayotte o Martinica están en puntos estratégicos muy importantes para Francia, para Europa. Y también están en lugares con una sociología y una demografía muy interesante para imaginar a una sociedad que tiene que luchar por el tema climático, étnico, político, por su estatuto administrativo. En el caso de Martinica, que es una sociedad colonial, la mayoría de la gente vive en conexión con Francia, pero hay una solicitud para que pueda conectarse con las otras islas del Caribe. Y en ese sentido, cuando se habla de Canarias se habla de la conexión con sus vecinos y, por eso, su relación con África es muy importante. 

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