Cierre de la hostelería: ecos desde una mesa técnica

25 de junio de 2021 21:34 h

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Son muchas las voces del sector las que me piden que me posicione en contra de las medidas que tanto daño han hecho a la hostelería y que ahora vuelven a un punto álgido con la entrada de Tenerife en la tan temida y odiada fase 3.

Pero no puedo ni debo alzar la voz públicamente ya que, como es conocido por muchos, formo parte de la mesa técnica que Sanidad del Gobierno de Canarias y algunas federaciones hosteleras de las islas configuraron hace ya casi tres meses. Muchas cosas han pasado durante todo este tiempo, se han alcanzado algunos logros importantes como fue, en primer lugar, el abrir hasta las 12 de la noche la hostelería y anclarlo en la fase 2 como permanente. El último gran hit fueron los primeros hitos alcanzados con el ocio nocturno consiguiendo una apertura parcial, con muchos pasos por delante por avanzar en las próximas semanas.

Lo que nadie en la mesa se imaginaba hace un mes es que la fase 3 iba a hacer acto de presencia nuevamente en las islas. Se confiaba -y los datos así lo hacían presagiar- que lo peor de la pandemia ya había pasado y eso quizás nos ha llevado a todos a sentir en carne propia lo que está sufriendo Tenerife. El Gobierno de Canarias ha buscado por todos los medios no tener que elevar a la isla a la Fase 3, y esto lo digo con conocimiento de causa. De hecho, la semana anterior a esta decisión en la mesa se propuso por parte del sector un posible endurecimiento de las medidas en la isla como era reducir los aforos en interior y exteriores para que los efectos no se dispararan, pero se decidió aguantar un poco más. Y a todas luces está claro que nos equivocamos todos, porque cuando se está en una mesa conjunta los aciertos y errores se asumen de la misma manera, o así al menos lo entiendo yo.

Esta semana la situación ha sido dramática en cuanto a número de contagios, lo que ha llevado a Tenerife a parámetros que ya creíamos lejanos en el pasado. Pedro Martín, el presidente del Cabildo de Tenerife, decía este viernes a los medios de comunicación: “Nos hemos confiado demasiado pensando que el virus ya se había ido, y no, seguía y sigue entre nosotros”. Aquí se encuentra el verdadero quid de la cuestión: nos hemos equivocado todos, absolutamente todos. La sociedad tinerfeña no es mejor ni peor que cualquier otra, pero está claro que las mascarillas se han caído de la cara antes de tiempo y que los abrazos perdidos se han recuperado cuando aún no tocaban, porque de este maldito virus solo se tiene algo claro: nos contagiamos entre nosotros por no guardar las medidas de seguridad que ya todos conocemos. Punto, no hay más. 

Y yo entiendo que usted, sufrido hostelero que ve como el esfuerzo y trabajo de toda una vida se ve otra vez seriamente amenazado, explote en cólera, jurando en arameo y permítanme la expresión, “se cague en todo lo que se menea”. Ante su frustración, enfado, miedo e inseguridad, lo único que se me ocurre ofrecerle es consuelo, darle ánimos, prometerle que no está solo y que la intención de permitir abrir esos interiores, sobre todo en los locales que no tienen terraza es firme, rotunda y decidida por la mesa técnica, ya convocada al respecto el miércoles 30 de junio y analizando los datos poder pedir su inmediata apertura sin esperar al 7 de julio, fecha en la que, oficialmente, tendrá lugar la primera revisión oficial sobre la fase 3 en Tenerife.

Eso sí, sufro viendo el comportamiento de algunos políticos reavivando el caduco, trasnochado y arcaico pleito insular. Siento una mezcla de vergüenza ajena y tristeza. A esos políticos les diría que el enemigo en estos momentos es uno solo, la COVID19, y si quieren de verdad sacar rédito político de sus acciones, demuestren coherencia y seriedad con sus acciones. En esto no se trata de atacar al adversario, sino de sumar en busca del bien común. Y mejor será no mirar atrás para comparar los comentarios y posicionamientos de hace un año, cuando los datos eran a la inversa en la isla de Gran Canaria.

Estos días ha habido mucho runrún sobre si el trabajo o número de los rastreadores es inferior en Tenerife que en Gran Canaria. ¿Se dan cuenta de que están poniendo en duda la profesionalidad, la seriedad, el esfuerzo y y la eficiencia de una gente que se lleva dejando la piel ya 15 meses? En este saco no caen únicamente los políticos, sino periodistas consagrados en medios de comunicación de prestigio que parecen olvidarse del fondo de la cuestión. ¿Será que el problema en Tenerife es otro? 

He pedido permiso para contarles un off the record que conocemos de puertas adentro en la mesa: los rastreadores en estas dos últimas semanas han llamado a varios establecimientos de hostelería haciendo su trabajo de rastreo para pedirles los datos de clientes que estuvieran en su establecimiento a determinada hora y servicio, con la sorprendente reacción de que muchos de los locales no están recogiendo los datos, como se ha pedido hace más de dos meses. 

¿Cómo vamos a culpar a los rastreadores si somos nosotros como sociedad los que no sabemos comportarnos, negándonos a dar nuestros datos o mintiendo sobre los mismos en una mesa alegando la Ley de Protección de Datos? De esos polvos, estos lodos. 

Me entristece también la falta de solidaridad, empatía y seriedad en el sector hostelero, porque muchos miran únicamente por sus intereses sin darse cuenta de que, haciéndolo mal, no es que se jueguen una multa, que nunca llega, sino que dañan al compañero. Les puedo asegurar que hay terrazas que su 50% permitido y la distancia de dos metros entre sillas de mesas colindantes es un chiste de mal gusto, ya que las terrazas son el 200% de lo que tenían en el pasado y la distancia entre las mesas se podría cambiar por el espacio que se tiene en el juego de la silla, donde una se choca en la espalda con la otra. Estos negocios hoy se frotan las manos porque en fase 3 harán más dinero, ya que la gente no puede ir a los interiores. Aquí quisiera ver yo a esos políticos combativos actuar, levantando actas y retirando todos los excesos de las mismas. Pero claro, eso no da votos.  

No se crean que este desahogo que necesito hacer hoy va únicamente contra la clase política, porque creo que en estos momentos hace falta un gran ejercicio de autocrítica en todos los ámbitos. No comparto yo la posición de las federaciones hosteleras en general que levantan la voz, gritan y denuncian la injusticia de estas medidas en fase 3 (que yo comparto en parte) pero sin embargo no ponen el mismo énfasis en denunciar con nombre y apellidos a esos establecimientos que no cumplen. Creo que este también es un gran error de Sanidad y del Gobierno de Canarias: no saber comunicar con claridad, transparencia y sin paños calientes los nombres de esos locales a los que se les abre expediente, contar con pelos y señales esos sitios donde los brotes sociales toman forma (que en muchos casos son establecimientos hosteleros) y no sigan dejando en la sociedad la sensación de que en la hostelería no hay contagios, porque sí los hay, nos guste o no. 

Llegado a este punto tampoco voy a defender las decisiones tomadas en el Consejo de Gobierno de Canarias esta semana respecto a la fase 3 en Tenerife. Creo y veo un error de bulto garrafal el inmovilismo que Salud Pública lleva al respecto. No estamos en la misma situación que hace cuatro meses, por lo que usar simplemente las medidas que se tenían entonces lo único que ha generado es crispación, enfado y rebeldía en un sector que se siente atacado sin entender los motivos. Ha faltado empatía y ha sobrado rigidez para poder buscar un punto que contentara a todos por igual. No compartimos en la mesa el cierre total de los interiores, seguimos luchando por que los establecimientos sin terraza puedan abrir con las medidas adecuadas para ello. No entendemos que se ignore la vacunación en la sociedad, que permite viajar y, sin embargo, no te permite entrar en un restaurante. Había que haber estado más ágiles ahí y usar posibles mecanismos para arbitrar medidas para acceder a los interiores de los restaurantes. Confío de manera personal en que esta semana logremos encontrar un punto de acuerdo al respecto sin necesidad de aguantar igual hasta el 7 de julio, porque para muchos puede significar la vida o la muerte de sus negocios. 

Lo que sí tengo claro es que todas las partes de la mesa (Sanidad y federaciones) buscamos y trabajamos en la búsqueda del bien común; yo he decidido sacrificar mi posición a la hora de pronunciarme públicamente por levantar la voz en el foro adecuado para ello. Quiero agradecer a mis compañeros en la mesa, especialmente a AEBCR y a la FEHT, la confianza y apoyo que han depositado en mí, ya que sigo siendo un “independiente” que no sólo defiende lo que puede ser mejor para el sector, sino que intenta ir un poco más allá buscando lo mejor para todos como sociedad. 

Por último, no voy a despedirme sin darle las gracias a mi periódico, Canarias Ahora, que ha respetado desde el primer día mi posición en toda esta historia y jamás me han pedido que les cuente o adelante absolutamente nada, entendiendo que mi postura de silencio total es la que creo debo tener y la que desde hoy volverá a suceder.