Mucho más que bodegas: Un paseo por Jerez de La Frontera

Toneles en una de las muchas bodegas de Jerez de la Frontera. Con el vino como reclamo descubrimos una ciudad que se equipara a las capitales andaluzas.

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Capital andaluza del vino. El Jerez es mucho más que una marca o una denominación de origen. Es un trozo de historia fundamental de esta parte de la Península que, incluso, logró salvar la prohibición coránica durante los periodos más rigoristas de la dominación islámica sobre el sur de España. Estamos hablando de una tradición que hunde sus raíces en los tiempos de Roma cuando la región bética era conocida en la metrópolis romana por su aceite de oliva, su garum (una salsa elaborada con pescado fermentado) y los vinos de Ceret, de los mejores del mundo antiguo como atestiguan la cantidad de ánforas de este producto de lujo que se han encontrado en los rincones más apartados del imperio. Estamos hablando de algo que trasciende el mero producto más allá de la calidad del mismo. Es el eje de toda una cultura.

Vino como fuente de riqueza. La inversión de capitales extranjeros (sobre todo británicos) convirtió las bodegas en verdaderas industrias. En Jerez se pueden visitar más de una decena de bodegas, pero nosotros recomendamos empezar el tour de catas en Bodegas Fundador (Puerta de Rota, sn). Estamos ante una institución con casi 300 años de historia a sus espaldas. Protagonistas del cambio radical que tuvo la industria del vino a finales del siglo XVII y principios del XVIII. Fundador tiene una de las bodegas más antiguas de a ciudad y la visita sirve para comprender el proceso que convirtió a Jerez en un icono mundial: y también, claro está, para catar sus vinos y brandies. Buena parte de las bodegas históricas ocupa el sur de la ciudad histórica. En torno a la Puerta del Arroyo (Plaza del Arroyo, 25), un hueco en las viejas murallas que marca el inicio del camino hacia el Puerto de Santa María. Es el inicio del llamado Triángulo de Jerez, una extensión de terreno situada entre estas dos localidades y Sanlúcar de Barrameda donde se concentra el viñedo jerezano. Un paisaje agrícola de 10.500 hectáreas que merece la pena verse.

Pero en Jerez hay mucho más que vino aunque las viejas bodegas ocupen una buena parte del casco histórico. Aunque empecemos el paseo en la famosa Calle Ciegos, uno de los rincones más bonitos de la ciudad en la que, por cierto, se encuentra otra de las bodegas históricas de Jerez que hay que incluir en el carnet de visitas: Tío Pepe (Manuel María González, 12), que ocupa un lugar destacado en la historia de la industria del vino de la ciudad (1835). La Alameda Vieja sirve de nexo de unión entre las bodegas históricas y el centro de la ciudad. Un parquecillo animado famoso por sus carruajes de caballos que conecta los centros bodegueros con los otros dos iconos patrimoniales de Jerez: el Alcázar y a Catedral.

De musulmanes a cristianos; las claves del centro histórico jerezano.- Los tiempos de gloria de la Jerez musulmana coincidieron con el periodo de inestabilidad más importante de Al-Ándalus: la etapa conocida como los Segundos Reinos de Taifas (el periodo que media entre los imperios Almohade y Almorávide). Apenas unos años que significaron la expansión de la ciudad (Sherish) a partir de la construcción del Alcázar de Jerez (Calle Alameda Vieja, sn), uno de los grandes palacios andalusíes que aún perviven en España. Lo que vemos hoy es el resultado de las ampliaciones almohades del siglo XII y las reformas cristianas posteriores. Aquí podemos ver la única de las mezquitas que se conservan en la ciudad, los antiguos baños árabes, salas palaciegas originales, viejas infraestructuras hidráulicas (acequias, albercas, fuentes y hasta una noria) y otras instalaciones cristianas como el Palacio de Villavicencio -siglo XVII- (donde hay una curiosa Cámara Oscura y una exposición sobre la historia de la ciudad) o un curioso molino de aceite (una almazara) del XVIII. A la llegada de los cristianos a la ciudad (1264) Jerez tenía hasta 18 mezquitas. Hoy, aparte del templo del Alcázar, podemos ver la huella del islam en el campanario exento de la Catedral de Jerez (Plaza de la Encarnación, sn) donde puedes ver un precioso arco almohade en el cuerpo principal de la torre. Del resto de la catedral jerezana (construida sobre la antigua mezquita mayor) hay que decir que es una de las iglesias más fastuosas y bonitas de España. De arranque gótico, la mayor parte del edificio es una oda al barroco más auténtico y retorcido.

Desde este eje Alcázar-Catedral se accede al casco histórico jerezano que se articula en torno a la Plaza del Arroyo.  Desde aquí puedes ir descubriendo los diferentes puntos de interés que se esconden en la red de callejuelas que forman la ciudad antigua (se nota y mucho la trama islámica de la ciudad medieval). ¿Qué hay qué ver? Por lo menos acercarse al Palacio de los Condes de Puerto Hermoso (Plaza del Arroyo, 46), el Palacio del Virrey Laserna (Pozuelo, 8), el Palacio Domeq (Aladró, 6) y el espectacular Claustro del convento de Santo Domingo (Marqués de Casa-Domecq, 4), que es una de las grandes joyas del gótico andaluz. Otros imperdibles del centro histórico jerezano son el entorno de la Plaza de la Yerba (y aprovechar la ocasión para ver la Real Iglesia de San Dionisio Areopagita –Plaza de la Asunción, sn) y San Miguel (Plaza de San Miguel, sn), otra joya gótica de la ciudad.

Los primeros pasos de Lola Flores.- El flamenco es otra de las señas de identidad de Jerez de la Frontera donde puedes pasar una noche genial en algunos de los tablaos y penas que hay por toda la ciudad. Una de las figuras fundamentales de la cultura jerezana es Lola Flores, que nació en una casa situada en el número 45 de la calle Sol. Este barrio señero respira flamenco por todos lados. Junto a la bonita portada de la Capilla del Cristo de la Yedra (Sol, 70) puedes ver una estatua dedicada a otro mito jerezano: la Paquera de Jerez. Y apenas un par de calles más allá está Puro Arte (Madre de Dios, 10) uno de los tablaos más famosos de España (comanda el podio de tablaos jerezanos junto a La Bailaora –Lecheras, 6- y El Pasaje –Santa María, 8). Sin embargo, el Centro Cultural Lola Flores (Plaza de Belén, 11) está en la otra punta de la ciudad.

Los mejores caballos del mundo en la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre (Av. Duque de Abrantes, sn).- Uno de los centros ecuestres de referencia a nivel mundial. La estrella de este centro de doma es el espectáculo ‘Como bailan los caballos andaluces’ un programa de 90 minutos en los que los caballos y jinetes interpretan cuidadas coreografías en las que queda patente la maestría y elegancia de la escuela andaluza (debes mirar el calendario de espectáculos en la web). Pero también es posible visitar su museo.

La Cartuja de Jerez.- Otro mito jerezano. El Monasterio de la Cartuja de Santa María de la Defensión (Ctra. Jerez Algeciras, Km. 5) se encuentra a las afueras de la ciudad y es un compendio arquitectónico y artístico que resume más de tres siglos de arte en España. El origen del edificio data del siglo XIV cuando se levantó una pequeña ermita en honor a la Virgen tras una batalla con tropas musulmanas del Reino de Granada. Un siglo más tarde empezó a construirse este enorme complejo que supone una de las cimas del Renacimiento en Andalucía occidental. Para poder visitar este importantísimo monumento hay que solicitar cita a través de su web oficial.

La Plaza del Arenal y el ensanche jerezano.- Terminamos el paseo por Jerez en el entorno de la Plaza del Arenal, un bonito espacio público que sirve de nexo entre la ciudad antigua y el ensanche del siglo XIX y XX. De aquí parte de Calle Larga, que sirve de eje de la ciudad burguesa y aglutina algunos edificios históricos y construcciones eclécticas de los siglos XIX y XX. También ejerce de principal arteria comercial de Jerez con numerosos comercios tradicionales. Desde aquí puedes darte un salto hasta el Mercado Central de Abastos (doña Blanca, 8).

Museos de Jerez de la Frontera.- El Museo Arqueológico de Jerez de La Frontera (Plaza del Mercado, sn) ocupa una casona barroca del siglo XVIII y muestra una colección de piezas que va desde la Prehistoria a la Edad Moderna con especian énfasis en los periodos romano y musulmán. Las cerámicas de época islámica son más que notables. El otro gran museo de Jerez es el complejo de Museos de La Atalaya (Cervantes, 3), una serie de centros ubicados en la Plaza de La Atalaya –Palacete de La Atalaya- de entre los que destaca el Museo del Tiempo, con una colección de relojes que abarca un periodo de tiempo comprendido entre los siglos XVII y XIX.

Comer en Jerez de La Frontera.- La Carboná (San Francisco de Paula, 2) Para darse un capricho. Carta de clásicos andaluces con un toque de innovación y audacia. Excelente relación calidad precio (unos 50 euros por persona) con una carta donde mandan las carnes (con protagonismo destacado de los ibéricos) y, por supuesto, los vinos jerezanos. Las Banderillas (Caballeros, 12) de un restaurante a una de las tabernas tradicionales más queridas por los y las locales. Despacho de vinos de toda la vida con una carta de tapas y raciones centradas en la gastronomía tradicional. Imponentes el rabo de toro, las berenjenas al salmorejo y la gran estrella de la gastronomía local: los riñones al Jerez. La Cruz Blanca (Consistorio, 16) es el lugar que los jerezanos recomiendan al foráneo. Croquetas de altura y la mejor selección de papas aliñadas que probamos jamás. Carta amplia de platos tradicionales y tostas.

Fotos bajo Licencia CC: n4i Photo; Emilio; Graeme Maclean; BLAMANTI; Rob Thurman; Diego Delso; michael clarke

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