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Pedro Cifuentes, 25 años salvando vidas como bombero para abrirse los cielos de todo el mundo a golpe de mosquetón

Pedro Cifuentes

Europa Press

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El bombero y alpinista Pedro Cifuentes, que recibirá el próximo 31 de mayo, Día de Castilla-La Mancha, el título de 'Hijo Predilecto' de la Comunidad Autónoma, asegura que busca escalar donde no lo haya hecho nadie. “En la montaña puede haber aún mucha aventura”, ha afirmado.

Así lo ha asegurado en una entrevista concedida a Europa Press en la que habla de lo que supone para él el que vaya a ser distinguido con este título, sus vivencias como bombero en Madrid y su carrera como alpinista con los retos a los que ya se ha enfrentado y los que le quedan por realizar.

¿Qué te hace sentir el que vayas a ser distinguido como 'Hijo Predilecto' el próximo 31 de mayo?

Pues la verdad es que me ha pillado un poquito de sorpresa, porque no me esperaba este reconocimiento. Primero no sabía lo que significaba y lo estuve mirando en Internet y pone que es el título que tiene más reconocimiento a nivel personal. Entonces, me hace mucha ilusión que toda una comunidad autónoma como es Castilla-La Mancha me reconozca como hijo predilecto por los logros como alpinista y bombero. Es una cosa para estar muy orgulloso.

Cuéntanos un poco sobre tu trayectoria como bombero. ¿Por qué te dedicas a ello?

Todo empezó hace como veinticinco años. Tenía claro que quería ser bombero, porque quería tener ese tiempo libre del que disponen los bomberos para dedicarme a lo que realmente me gusta, que es la montaña y el alpinismo. Entonces estuve opositando seis años y en abril del 99 aprobé la oposición a bombero y a partir de ahí fue cuando empecé a hacer todos los viajes, todas las expediciones y luego a conocer esta parte tan bonita como es el mundo del servicio público y de ayudar a los ciudadanos que es mi profesión.

¿Cuál es el siniestro más complejo al que te has enfrentado y cuál ha sido la experiencia más bonita que has vivido?

El siniestro más complejo al que yo me he enfrentado sin lugar a dudas ha sido el 11M porque ningún servicio de emergencias nos esperábamos que iba a ocurrir algo así. Nosotros creíamos que había sido un golpe pequeñito, pero cuando llegamos, según nos íbamos acercando, observamos que había muchos camiones y muchas furgonetas de policía que bajaban por la calle y había mucha gente dentro y cuando pasamos por encima de las vías del tren para ya enfilar la entrada de la estación, vimos que aquello ya no era un accidente, aquello había sido algo más gordo que eso.

Vimos mucha gente muerta y la verdad es que fue bastante impactante porque no estábamos preparados para asimilar eso. Parecía una película de terror y una de las cosas que me llamó mucho la atención al principio, cuando llegamos corriendo, es que escuchábamos a mucha gente pedir socorro, pero cuando los que pudieron salir por su propio pie se fueron se hizo un silencio absoluto.

Recuerdo que iba con otro compañero y los TEDAX nos dijeron que había una bomba más y que iban a explosionarla, por lo que teníamos que abandonar todos el recinto. Nos dimos la vuelta para irnos y en uno de los vagones escuché un susurro y le dije al jefe: “Oye, aquí hay alguien”. Otro compañero me recordó que teníamos que desalojar, pero el jefe me dijo: “A nosotros nos pagan por salvar vidas y aquí hay una vida”.

Accedimos al tren, conseguimos quitar dos personas que había muertas encima de esta chica, la sacamos, nos la llevamos y cuando ya se la llevó la ambulancia, nada más que girar la esquina, explotó la bomba.

En cuanto a situaciones bonitas, me acuerdo un día de mi cumpleaños, hace años, que fuimos a casa de una mujer que justo le había dado un infarto. Llegamos, metimos una radiografía, abrí la puerta y la pudimos salvar. También algún niño que hemos rescatado... Hay infinidad de siniestros que han sido maravillosos, y de los cuales me siento orgulloso de pertenecer a este cuerpo de bomberos.

¿Y los primeros días de la pandemia? ¿Cómo los viviste?

Una de las cosas que más me llamó la atención de la pandemia fue la incertidumbre porque no sabíamos a lo que nos enfrentábamos. Entrábamos a pecho descubierto y vimos imágenes impactantes como llegar a una residencia de ancianos y que estuvieran tirados por el suelo.

Pero me quiero quedar con el lado bueno de la pandemia que es ese momento en que salíamos con los camiones del parque y parecía que había desaparecido la especie humana, pero al llegar a un siniestro y la gente escuchar las sirenas, salía todo el mundo a aplaudir. Todavía se me pone la carne de gallina de pensar que sabían que íbamos a ayudarles. Ese agradecimiento del ciudadano hacia el Cuerpo de Bomberos, la verdad es que todavía me tiene impactado.

En cuanto al alpinismo, ¿Cómo fueron tus inicios y cómo se ha desarrollado tu carrera?

Como decía antes, yo me hice bombero para tener tiempo libre y dinero para poder viajar. Aprobé y automáticamente ya empecé a viajar por toda España y a escalar. Empecé en Cuenca e infinidad de sitios de España. Luego quise dar un poquito el paso más a Europa, a los Alpes, los Dolomitas... y luego empecé a tener unas aspiraciones un poquito más altas y decidí ir a California, a Yosemite, donde conseguí escalar 'El capitán'.

Para mí aquello fue un logro, hacer una gran pared, estar cuatro días colgado. Aquello me encantó. Sobre todo me encantó la preparación, la logística de cuánta comida voy a llevar, cuánta agua, qué ropa tengo que llevar o qué materiales. Empecé a especializarme en grandes paredes y me hice un viaje a la Patagonia chilena para escalar las Torres del Paine. Eso fue ya otro tema más alpinístico, con más logística, más preparación y, bueno, pues tuve mucha suerte y me salió a la tercera vez en solitario.

Era el año 2013, cumplí 43 años y era la tercera vez que lo intentaba. Me nominaron al Piolet de Oro, me dieron el premio a la mejor actividad de la Federación Española y ahí empezó ya a írseme de las manos. Entonces empecé a viajar a otros lugares, como por ejemplo Pakistán, al Karakórum, donde estuve yendo dos años seguidos a hacer la 'Torre Sin Nombre' y estuve colgado 20 días por encima de 6.000 metros aunque no he llegado a la cumbre. Me quedé a muy poquito porque tuve congelaciones en los pies y me tuve que bajar.

Aquello fue ponerme en mi sitio y a partir de ahí descubrí dos cosas: una, marca tu límite y, otra, si vas a un sitio de estos, cualquier error lo vas a pagar con tu piel. Esas dos cosas me quedaron muy claras y la conclusión que saqué después de esta expedición fue que una de las cosas más bonitas que tenemos es la vida y que hay que conservarla. Si quieres seguir disfrutando tienes que tener un poquito de cuidado.

¿Cuáles van a ser tus próximos proyectos en el alpinismo?, ¿qué cosas tienes en mente?

Después de que me hagan 'Hijo Predilecto' me voy a Suiza a subir el 'Eiger', que es una montaña emblemática de los Alpes; y luego me quería ir a Pakistán, a otra zona más inhospitable, donde está el K6 y el K7 a hacer una nueva ruta. Mi filosofía en la montaña es intentar escalar montañas que no haya escalado nadie y que sean rutas nuevas.

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