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Arqueólogos en la Rambla de Barcelona: en busca de hallazgos del siglo XIV entre turistas y jubilados

Una arqueóloga revisa las excavaciones de la Rambla de Barcelona para documentar los hallazgos

Jordi Sabaté

Barcelona —
28 de noviembre de 2024 22:30 h

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Hasta finales del siglo XIV, lo que hoy es el centro de Barcelona fue la periferia, el extramuros separado de la ciudad por una sólida muralla medieval que reseguía el torrente de Mayans, una riera que recogía las aguas que bajaban con fuerza desde la sierra de Collserola cuando llovía con esa rabia tan conocida y temida en el área mediterránea.

A partir del siglo XV, la muralla dejó de ser útil como protección, pues se amplió el perímetro fortificado a la zona del Raval, en la orilla derecha de la riera. Se convirtió entonces en una muralla interna que, poco a poco, fue desapareciendo, aunque la riera siguió separando en dos partes la Barcelona renacentista.

Durante los siguientes tres siglos, el torrent de Mayans se convirtió en un vertedero conocido como el cagalell (algo así como “el cagadero”) hasta que a principios del siglo XIX se canalizó, se tapó y se asfaltó, pasando a convertirse en la Rambla, acaso la avenida más emblemática y turística de la ciudad.

La arqueología, una parte más de la obra pública

Esta es la historía que ha podido deducir de sus excavaciones el equipo de arqueólogos que actualmente trabaja en las obras de reforma de la calzada para peatonalizar todo el trayecto de la Rambla y que, en la mañana del jueves, realizó una visita guiada a los periodistas ante la mirada curiosa de turistas y vecinos de la céntrica calle.

“Las excavaciones en una zona tan transitada como esta requieren actuar como en un puzle: primero excavamos el lado del barrio Gótico; el año que viene lo haremos en el lado del Raval y finalmente en la calzada central de la Rambla”, explica Xavier Maese, técnico responsable del Servicio de Arqueología de Barcelona. Aclara también que cuando se actúa en el casco histórico de Barcelona “la arqueología es una parte más de la obra; estamos integrados con el resto de operarios”.

No obstante, tienen prioridad de actuación. “Nuestra función es abrir antes que nadie y verificar los restos arqueológicos que se hallen; entonces pasamos a documentarlos y si hay restos muebles [que se pueden retirar, como esculturas, piezas de cerámica, herramientas, etc.], los extraemos y los llevamos a la zona Franca, donde tenemos los almacenes del Archivo Arqueológico del Museo de Historia y el del Servicio de Arqueología”, prosigue Maese.

El arqueólogo puntualiza que “si encontramos estructuras, como en este caso restos de muralla, que tienen valor un máximo valor patrimonial, realizamos un informe para la Comisión de Patrimonio a fin de que las obras no puedan afectarlas, por ejemplo agujereándolas para pasar tuberías”. Solo entonces se podrá tapar la excavación y proceder a la modificación de la calzada.

La primera universidad de Barcelona

Pero es Òscar Matas, el arqueólogo director del tramo de excavación que va desde la plaza Catalunya hasta el Liceo, quien ofrece más datos de los hallazgos realizados hasta la fecha. “Hemos encontrado sobre todo restos de la antigua muralla que hasta finales del siglo XIV sirvió de fortificación de la ciudad, que entonces se resumía en el barrio gótico”, explica.

Describe, sobre un mapa confeccionado por el equipo de arqueólogos, cómo la muralla recorría el lado del Gótico de la Rambla, hasta llegar al mar, y también que extramuros existía un torrente por donde corrían las riadas. “En el otro lado, sin embargo, había conventos, talleres y algunas casas que exigieron protección hasta que en los albores del siglo XV se construye una muralla mayor que abarca el Raval”, relata.

La excavación ha encontrado numerosos restos de la antigua muralla, así como tramos del sistema de canalizaciones que se creó a finales del siglo XVIII, o principios del siglo XIX, cuando se asfaltaron la Rambla. Pero tal vez el hallazgo más notable sean los cimientos de lo que fue el Estudio General de Barcelona, una institución inaugurada por Carlos V y que se pone en marcha a partir de 1536.

“Fue la institución precursora de la universidad en Barcelona”, asegura Matas, que apostilla que “se mantuvo como institución de enseñanza superior hasta la Guerra de Sucesión”. Tras la caída del 11 de septiembre de 1714, Felipe V se lleva la universidad a Cervera y el edificio pasa a ser un cuartel militar.

El edificio finalmente fue derruido a finales del siglo XIX si bien, explica el arqueólogo, se conservan un escudo y una gárgola que se han colocado en el patio interior de la actual Universitat de Barcelona, en la plaza que lleva el mismo nombre. “Se trata de un edificio de mediados del siglo XIX diseñado en estilo neogótico, por lo que las dos piezas no desentonan”, remacha.

La Boquería, trasladada de acera

Matas también revela que antes de la urbanización del torrente de Mayans, el mercado de la Boquería estaba en la acera opuesta, la del barrio Gótico, en la calle que lleva su nombre. En el lado del Raval se encontraba el convento de los carmelitas descalzos de Sant Josep. Allí permaneció hasta que ardió en uno de los motines anticlericales del verano de 1835. Finaliza Matas contando que con la desamortización de Mendizábal, la Boquería se trasladó a la explanada que dejaron las cenizas del convento.

El siguiente tramo de excavaciones, entre el Teatro del Liceo y la vertiente mar de la avenida, está a cargo de la arqueóloga Irene Cruz. “Somos un equipo de seis personas, pero pronto esperamos llegar a ocho para poder realizar todo el trabajo”, comenta mientras guía a los periodistas Rambla abajo.

Algunos guías turísticos miran las excavaciones y se inventan lo primero que les viene a la cabeza; cuando les oigo alucino

Irene Cruz, arqueóloga

Dice que es bastante complicado excavar entre tanto bullicio, en la zona cero de la Barcelona turística. “Los turistas se acercan con frecuencia a las zanjas y preguntan si son restos romanos”, comenta. “Cuando les decimos que no, pierden el interés”, añade. Además, pone el énfasis en algunos guías turísticos: “Miran las ruinas y se inventan lo primero que les viene a la cabeza; cuando les oigo alucino”. También los jubilados, como no podía ser de otra manera, y los vecinos en general, se acercan a preguntar por la marcha de las excavaciones.

Rocas arrastradas hasta seis kilómetros

Camino del pla (llano) del Teatre, ya cerca de la estatua de Colón, donde Cruz nos mostrará restos perfectamente conservados de la muralla del siglo XIV, la arqueóloga explica que el torrente de Mayans solía llevar grandes cantidades de agua cuando se producían los clásicos aguaceros mediterráneos.

“Hemos encontrado enterrados guijarros de pizarra que proceden de la sierra de Collserola [a más de seis kilómetros de distancia] y que sin duda han sido arrastrados en alguna riada”, asegura. También explica que los sedimentos arrastrados por el torrente terminaron formando en el siglo XVI la llamada “illa de Mayans”, un depósito de tierra en medio del mar sobre el que finalmente se edificó el barrio de la Barceloneta.

Ya en pla del Teatre, la excavación se extiende hasta la estatua de Pitarra. El satírico autor teatral del XIX se encuentra cubierto por una gran sábana blanca, como si fuera un enorme fantasma de piedra. A sus pies se pueden apreciar restos de la muralla perfectamente conservados, así como una mesa con diferentes piezas de cerámica que los arqueólogos han recogido.

“El torrente fue un vertedero donde la gente tiraba en la época todo tipo de desechos, lo que explica el que estemos encontrando tantos fragmentos de objetos cerámicos”, comenta Cruz. Hoy en día, todos estos desechos acumulados constituyen el soporte de las actual Rambla que pronto, por intervención humana, mudarán de nuevo su aspecto.

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