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País Valencià, las Illes y Podemos

Hace unos días me estrenaba en CatalunyaPlural.cat con un artículo sobre cómo las oportunidades de Podemos eran muy diversas según la coyuntura existente en cada una de las naciones en el Estado español. Por la parte catalana, la aproximación olvidaba intencionadamente las Illes, el País Valencià y la Franja con el objetivo de centrarse más en la idea fuerza del artículo: las fortalezas y carencias de esta nueva formación para afrontar el conjunto de retos políticos que hay hoy en día en el Estado. Me lo recordaban bien por Twitter los amigos valencianos, Toni Rico y Francesc Miralles. Desde entonces, Podemos ha terminado su proceso interno para escoger los liderazgos y el Consejo Ciudadano. Durante este proceso y con los discursos de sus “dirigentes” hemos podido comprobar que las premisas de ese artículo se mantienen invariables.

En el ámbito social y democrático, Podemos es una enmienda total al pacto de silencio de 1978, el régimen de la cleptocracia. Pese a las dudas que despierta su “verticalidad” y su discurso excesivamente táctico, mantiene unas potencialidades indudables como bien muestra el amplio apoyo que recibe y los ataques constantes que ha de afrontar por parte de los agentes del status quo. Una certeza que no parece que podamos detectar, en cambio, en el ámbito de la resolución democrática del embate que se plantea desde Catalunya. Su propuesta, a día de hoy, sigue siendo una reforma constitucional donde se incluya un derecho a decidir que en ningún caso se ha especificado que tenga que ser sobre la independencia. Es una huida hacia delante que poco modifica el consenso de los últimos meses de la izquierda española. Una huida hacia adelante tácticamente necesaria si quieren ganar unas elecciones españolas, políticamente insuficiente si quieren ser también una fórmula para garantizar la traslación práctica del clamor social existente en Catalunya visibilizado con fuerza el 9 de noviembre.

¿Y en el resto de los Países Catalanes, a excepción de Catalunya Nord? ¿Qué papel jugará Podemos para resolver los conflictos existentes que superan el espacio de comodidad por el propio Pablo Iglesias? Es complicado hacer afirmaciones al respecto cuando, por una parte, existe mucha gente que conoce la realidad de estos territorios mejor que yo y por otro, los propios dirigentes de Podemos se han cuidado bastante de no hablar de ello. En todo caso, apuntaré algunas ideas, como siempre escritas en código abierto esperando enmiendas de todos y revisiones propias que puedan ir llegando

Así, si tomamos los resultados de las elecciones Europeas y las últimas encuestas como referencia, la plataforma electoral Podemos puede ser de lo más útil para ayudar a derribar las mayorías absolutas del PP en las Illes y el País Valencià. Con Podemos al terreno de juego, el absolutismo del PP se aleja. Cierto. Ahora bien, más allá del cómputo electoral, la primera pregunta, necesaria e imprescindible, ¿Podemos entrará a gobernar o dará apoyo implícito en las Illes o el País Valencià a gobiernos donde participen opciones catalanistas en un sentido amplio del término? ¿Y lo hará sabiendo que los desgastará en el marco del debate español de caras a las elecciones españolas, único e inamovible objetivo de la formación? El corazón me dice que sí. La cabeza me dice que a estas alturas no hay ninguna confirmación “oficial”.

Y es que Podemos dice ser y es una tercera vía que aspira a gobernar con mayoría, sin pactos ni acuerdos con terceros. Quiere poner fin a la lógica del bipartidismo en el Estado e, implícitamente, a los bloques existentes tanto en el País Valencià como en las Illes donde gobierna el PP o lo hace de forma muy precaria un multipartito que va del PSOE a las reivindicaciones nacionales. Una propuesta, pues, que puede servir en el País Valencià y en las Illes para romper con la lógica no sólo de la transición pactada sino también con la sensación de “derrota colectiva” por parte de muchos ciudadanos de estos países que, desde hace demasiados años, viven con cierta impotencia la imposición casi dictatorial de las políticas conservadoras, agresivas y antidemocráticas del Partido Popular.

Ahora bien, esta apuesta con aromas de “victoria” significa también un resquebrajamiento de un par de premisas trabajadas hace tiempo por los sectores antagonistas que me parecen necesarias para cualquier proyecto en los Països Catalans. Por un lado, la horizontalidad, el trabajo de base y el crecimiento a partir de la propia dinámica de movimiento. Una fórmula que a pesar de no ser triunfadora en términos electorales sí ha arrastrado en los últimos años éxitos en el País Valencià y en las Illes y ha ayudado a crear y mucho la ventana de oportunidad que parece que aprovechará Podemos el próximo mayo.

Por otro, es evidente a la vez que preocupante la desvinculación a día de hoy de Podemos con el “catalanismo” existente y la formulación política del mismo. Y no me refiero únicamente a su estrategia de absentismo. Es decir, a que no mencionen la cuestión nacional en estos territorios como prioridad política sino incluso a que algunos de los gestos puedan llegar a ser enormemente preocupantes. Ejemplos tenemos en Eivissa donde se ha vetado el nombre genuino de la isla en el nombre de la formación, en general con el poco uso de la lengua catalana en su práctica política o en el Consejo Ciudadano de una formación que asegura que España es un “País de naciones” donde sólo incluyen dos voces valencianas.

Por lo tanto, Podemos, lejos de resolver las dos caras de la moneda, la cuestión social y la nacional, sólo tiene potencialidad para resolver una. Que ya es mucho. Que es necesaria. Que ya veremos cómo lo hace. Pero nos deja huérfanos por la otra. Y en este sentido, la lógica a seguir en los Països Catalans es la que bien comentaba David Fernández en una entrevista a TV3: procesos de complementariedad y coordinación pero siempre teniendo en cuenta que no hay un sujeto, España, y un objeto, las naciones sin Estado, sino que existen varios sujetos políticos que necesitan desarrollar sus propios procesos constituyentes. Sumar para multiplicar en el marco de superación del capitalismo en el Sur de Europa pero sin perder nunca de vista que hablamos de soberanías y no de ¡UNA, roja y distinta!

Hace unos días me estrenaba en CatalunyaPlural.cat con un artículo sobre cómo las oportunidades de Podemos eran muy diversas según la coyuntura existente en cada una de las naciones en el Estado español. Por la parte catalana, la aproximación olvidaba intencionadamente las Illes, el País Valencià y la Franja con el objetivo de centrarse más en la idea fuerza del artículo: las fortalezas y carencias de esta nueva formación para afrontar el conjunto de retos políticos que hay hoy en día en el Estado. Me lo recordaban bien por Twitter los amigos valencianos, Toni Rico y Francesc Miralles. Desde entonces, Podemos ha terminado su proceso interno para escoger los liderazgos y el Consejo Ciudadano. Durante este proceso y con los discursos de sus “dirigentes” hemos podido comprobar que las premisas de ese artículo se mantienen invariables.

En el ámbito social y democrático, Podemos es una enmienda total al pacto de silencio de 1978, el régimen de la cleptocracia. Pese a las dudas que despierta su “verticalidad” y su discurso excesivamente táctico, mantiene unas potencialidades indudables como bien muestra el amplio apoyo que recibe y los ataques constantes que ha de afrontar por parte de los agentes del status quo. Una certeza que no parece que podamos detectar, en cambio, en el ámbito de la resolución democrática del embate que se plantea desde Catalunya. Su propuesta, a día de hoy, sigue siendo una reforma constitucional donde se incluya un derecho a decidir que en ningún caso se ha especificado que tenga que ser sobre la independencia. Es una huida hacia delante que poco modifica el consenso de los últimos meses de la izquierda española. Una huida hacia adelante tácticamente necesaria si quieren ganar unas elecciones españolas, políticamente insuficiente si quieren ser también una fórmula para garantizar la traslación práctica del clamor social existente en Catalunya visibilizado con fuerza el 9 de noviembre.