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El CNI busca “futuros cuadros” entre estudiantes: “Necesitamos a las universidades para reclutar talento”

El secretario general del Centro Nacional de Inteligencia, Arturo Relanzón Sánchez-Gabriel.

Lucas Marco

València —
28 de octubre de 2024 22:03 h

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“En el CNI necesitamos a las universidades para reclutar talento”. Así se expresó este lunes el secretario general del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), el coronel de Infantería Arturo Relanzón Sánchez-Gabriel (Toledo, 1959), en un congreso celebrado en la Universitat de València y organizado por la Cátedra universitaria de estudios sobre terrorismo y derechos de las víctimas. El 'número dos' de los servicios de espionaje impartió la conferencia de honor, en la que no estaba permitido fotografiar ni grabar su intervención, tal como advirtió el director académico del evento, el catedrático José Luís González Cussac. “Necesitamos que la Universidad forme en inteligencia a los universitarios que sean los futuros cuadros de este país y que conozcan su servicio como además conocen al resto de organismos de la administración”, afirmó Arturo Relanzón. “Pero, sobre todo, necesitamos el conocimiento que produce el mundo académico”, apostilló ante decenas de estudiantes y una amplia representación institucional, de los ámbitos policial, militar y judicial.

El secretario general del CNI, según su currículum oficial, ingresó en 1989 en la División de Contraterrorismo del Centro Superior de Información de la Defensa (Cesid). En 2004, tras ocupar “distintas jefaturas” del servicio de inteligencia, fue nombrado consejero en la representación de España ante Naciones Unidas en Nueva York. Cinco años después, fue nombrado jefe de área de la División de Contraterrorismo y, en 2011, encabezó el Departamento de Riesgos Transnacionales. Cuatro años más tarde, pasó a ser consejero de la Embajada de España en Washington. Desde 2020 es secretario general del CNI, el 'número dos' de Esperanza Casteleiro, directora de los servicios secretos españoles.

“España tiene unas potentes universidades y unas capacidades intelectuales de las que muchas veces no somos conscientes y muchas de ellas son fundamentales para el CNI”, sostuvo en la conferencia el coronel Arturo Relanzón, quien remarcó que los servicios de inteligencia españoles necesitan “de todo el conocimiento y experiencia del mundo”.No podemos hacer solos este trabajo”, dijo.

Un detective privado, presente entre el público, preguntó al ponente sobre las perspectivas que ofrece el CNI a jóvenes candidatos como los estudiantes que poblaban el salón de actos de la biblioteca Gregori Maians del Campus de Tarongers. “Sin ánimo de estar aquí de banderín de enganche”, contestó el secretario general de los espías españoles, “lo que ofrece es una forma de vida”. “El venir al CNI para decir 'buenos días, vengo a trabajar, son las cinco, adiós', que se olviden, mejor que sigan buscando en el ámbito del derecho un bufete, que opositen a la judicatura, a notarías, a lo que haga falta, porque son además fundamentales para el resto de los españoles”.

Los servicios de inteligencia ofrecen “a esta juventud” y a los “nuevos candidatos potenciales” sentirse orgullosos de “formar parte de un organismo que lucha por la seguridad del Estado”. “Las películas siempre aluden a los servicios de inteligencia como algo oscuro, rastrero, impersonal, cínico, sin escrúpulos y sin tripas. Somos ciudadanos absolutamente normales y corrientes, pero tenemos muy claro cuál es nuestra misión y, cuando hay que estar, se está a lo que se ponga por delante”, dijo Arturo Relanzón. “Si vais buscando haceros ricos, olvidaos; sois funcionarios”, recordó el secretario general del CNI. “Y, por cierto, no hay teletrabajo”, apostilló. 

El coronel destacó el concepto de cultura de inteligencia, un proyecto iniciado por el CNI en 2003 para “abrirse a la sociedad y darse a conocer como cualquier otro organismo de un Estado democrático y de derecho, cumpliendo con la obligada transparencia”. Una cultura de inteligencia orientada principalmente al mundo académico y empresarial, según aclaró. “Para mí es fundamental la colaboración con la parte académica y cada vez estamos aumentando más nuestra presencia en el mundo académico”, afirmó Relanzón. “Lo que nosotros necesitamos es un pensamiento crítico que nos haga entender mucho mejor la inteligencia”, abundó el coronel.

El 'número dos' del CNI destacó que en el servicio de espionaje, “a día de hoy, el 19 por ciento es militar y el resto, el 81 por ciento, es civil”, unos porcentajes inversamente proporcionales al escenario que se encontró cuando entró en el antiguo Cesid. “Eso es ya un ejemplo de cara a los estudiantes que están aquí de que este centro no se trata de entrar a un lugar para hacer la mili”, explicó.

Otro de los asistentes al congreso, el diputado de Vox en el Congreso y profesor de la Universitat de València, Carlos Flores, planteó en el turno de preguntas si es posible la existencia de una cultura de inteligencia con “fuerzas políticas que abogan directamente por la demolición del orden constitucional”. “Por supuestísimo que sí, no tengo ni la más mínima duda”, respondió Arturo Relanzón. La cultura de inteligencia, aclaró, queda “al margen de toda interpretación política”. “Llevo 35 años en esta profesión y he pasado todo tipo de crisis, el centro sigue siendo el mismo, es el mismo hace 35 años y hoy, con los diferentes gobiernos, de los colores que correspondan”, afirmó.

Relanzón detalló el trabajo del CNI, centrado en la anticipación y la prevención. “La principal obligación de un servicio de inteligencia es conocer con el mayor grado de exactitud posible las amenazas que debe combatir para disminuir la vulnerabilidad ante ellas”, dijo el 'número dos' del CNI. Una tarea de prevención “inherente” al espionaje y desarrollada en “un mundo en el que la inmediatez, de la mano de las nuevas tecnologías, ha terminado por imponerse”. “Los tiempos de reacción se han reducido y los procesos de toma de decisiones apenas pueden dilatarse”, advirtió.

Se trata de una “labor preventiva clave” en un contexto en el que “el terrorismo es sin duda una de las amenazas más graves que enfrenta al mundo entero y España no es una excepción”. “No nos sirve hacer estudios de lo que está ocurriendo, tenemos que obtener nosotros [información] de primera mano: si para eso tenemos que estar en zona de conflicto, estaremos en zona de conflicto; si para eso tenemos que realizar operaciones de infiltración, lo haremos”, advirtió.

Un “trabajo discreto” sin una “labor secretista”

La mano derecha de Esperanza Casteleiro en el CNI también disertó sobre la compleja dialéctica entre el secreto propio del “trabajo discreto” de cualquier servicio de inteligencia —para garantizar la protección de sus espías, de sus fuentes y de sus procedimientos— y la transparencia democrática. Arturo Relanzón pidió no confundir secreto con “labor secretista”. El CNI, afirmó su secretario general, “es consciente de que la sociedad debe confiar en él para que pueda llevar a cabo misiones con eficacia”.

Relanzón también repasó el escenario actual al que se enfrenta el espionaje español, con una “creciente hostilidad mostrada por los servicios de inteligencia de algunos países”. El debate sobre secreto no es fácil. “La transparencia”, advirtió, “puede convertirse en un arma de doble filo: cuando la eficacia de los servicios de inteligencia es una cuestión de discreción e incluso de clandestinidad, una transparencia demasiado alta puede significar un riesgo operativo para los servicios y, por tanto, para la seguridad de los intereses nacionales”.

Tras el fin de la Guerra Fría, los espías vivieron un “cambio de paradigma” y una “falsa sensación de paz”, en un contexto en el que “se empieza a hablar de transparencia, la inteligencia se convierte en un tema de debate público, los riesgos se transforman en globales y los ataques pasan a ser asimétricos”. “Antes, el enemigo estaba perfectamente identificado y, con él, la procedencia de las amenazas y los riesgos para la seguridad”, explicó Relanzón. Sin embargo, “en los últimos años, la manipulación de información y la injerencia extranjera han surgido como amenazas críticas para la seguridad nacional y europea”.

El secretario general del CNI aludió a la “difusión de desinformación, ciberataques, manipulación de infraestructuras críticas, muchas veces con el objetivo de influir en la opinión pública, pero fundamentalmente para desestabilizar los gobiernos”. Arturo Relanzón se explayó en el concepto estratégico de amenaza híbrida: “La utilización coordinada de instrumentos tradicionales y no tradicionales por parte de un actor exterior, a menudo desvinculado de ese actor, con el objeto de ampliar su influencia, desestabilizar internamente un tercer Estado y perjudicar los intereses en la escena internacional de seguridad”.

“Determinados países, no es un secreto nombrar a Rusia, utilizan en su política exterior este tipo de amenazas híbridas para obtener una capacidad de influencia en grandes zonas geográficas”, dijo.

“Amigos hasta en el infierno”

Tras una conferencia más bien técnica, el turno de pregunta animó el debate con un tono algo más deslenguado por parte de quien debe, por ley, custodiar relevantes secretos de Estado. Una profesora preguntó al coronel por los límites de la colaboración con servicios de inteligencia que no cuentan con un marco normativo democrático.  

“Colaboramos con una comunidad de inteligencia variopinta, pero, normalmente, nos basamos en los mismos valores, vamos a llamar, jurídicos”, contestó Arturo Relanzón. “También es verdad que un servicio de inteligencia no puede ser muy remilgoso, evidentemente obtiene la información allá donde la haya y la obtendremos bajo nuestros parámetros de legalidad y del servicio que nos pueda facilitar una información que todos sepamos que es veraz y que, además, ayuda a nuestros objetivos”, agregó.

A título de ejemplo, el secretario general del CNI expuso una hipótesis: “Si colaboramos con el servicio iraní, ¿tenemos que decir ‘no, no, tú no me des la información de cuándo va a haber un ataque en no sé dónde porque tus parámetros no me gustan? Evidentemente, no. Es un problema de ellos utilizar sus parámetros, pero si a mí me va a ayudar con información que va a evitar un atentado dentro de España, me da igual lo que haya hecho el servicio iraní. Entendiendo que me da igual diciendo: ”tú trabajas con tus parámetros, yo desde luego no voy a consentir que tus parámetros entren dentro de mi zona de acción. Esa es la parte importante“.

Además, también insistió en la “labor fundamental” como “canal alternativo” cuando se han roto las relaciones diplomáticas con algún país. Aunque los servicios de inteligencia puedan no ser en la realidad como en las películas, a la hora de “captar determinados objetivos” u obtener información, sus activos “no suelen ser almas de la caridad”. “Con lo cual, hay que tener amigos hasta en el infierno”, concluyó.

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