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Opinión - España: una democracia atascada. Por Rosa María Artal

Hartazgo

Chus Villar

Estamos hartos. A pesar de que ya casi nos estemos acostumbrando a este chorreo diario de políticos visitando a diario los juzgados y las dependencias policiales. Estamos muy hartos. Aunque no se nos nota mucho porque ya hace tiempo que esperábamos que el cerco se fuera cerrando sobre dirigentes del máximo nivel, como alguna aforada o algún ex presidente. Estamos hastiados de que la Comunidad Valenciana sea sólo noticia por ser sede de una banda de delincuentes organizada que, como la mafia, encima te trata en tono paternalista, te recuerda que le debes el progreso, los mejores años de tu región, poco menos que la vida. Estamos hinchados de aguantar que los fondos para las escuelas, los servicios sanitarios, la dependencia, las prestaciones sociales, la ayuda al desarrollo se hayan ido a pagar mítines, cenas, viajes, mordidas, negocios particulares de políticos podridos y hasta locales de explotación sexual de personas. Estamos saturados de que empresas públicas creadas ad hoc para delinquir e importantes empresas privadas, como algunas constructoras, hayan participado en esquilmar los recursos públicos.

Somos nosotros, señores responsables penales o políticos de la corrupción, los que estamos hasta las pelotas y hasta los ovarios de tanto chorizo y tan pocas dimisiones. Y se lo repito a ustedes con todos los sinónimos a mi alcance para que se enteren de que somos los ciudadanos y no ustedes los damnificados. Y es que dice el ex presidente Camps, en una pataleta entre infantil y cínica, que está “harto” de que lo impliquen en los casos, de que pregunten por él por los juzgados de España, como si fuera una casualidad, como si fueran preguntando por capricho por cualquiera de nosotros. ¿Quién sabe? A lo mejor, señor lector, hay un tío con toga que en estos momentos está hablando de usted en Alcalá de Guadaíra o en San Martín de Valdeiglesias, vaya usted a saber.

“Hasta las narices” dice que están en el PP su portavoz, Pablo Casado, de que los manchen a todos “cuatro golfos”. Hombre, Pablo, alguno más de cuatro hay, y en puestos importantes. Mucho más gráfico el número uno del PP en Vizcaya, Antón Damborenea, que asegura estar “hasta los cojones” de este tránsito de imputados, lo que da pie a Rajoy para sumarse a la lista de hastiados afirmando que no va a explicar “hasta dónde” está él.

Hasta la coronilla parece estar también el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, que ayer decía que es “llamativo” que justo ahora estén saliendo sólo casos que afectan al PP. ¡Hombre de Dios, y esa grave acusación de falta de imparcialidad de jueces, fiscales, policías y guardias civiles, que es tanto como decir que aquí no hay democracia, la haces precisamente tú, que tienes competencia sobre el ministerio fiscal y sobre las fuerzas de seguridad!

En fin, que manda huevos, como decía el ex ministro Trillo, que los agraviados encima sean ellos, en el colmo del esperpéntico retorcimiento al que nos tienen acostumbrados. Pidan explicaciones a los imputados y a los que está a punto de serlo, dejen de proteger aforados, expulsen del partido a quien tengan que expulsar y dimitan (empezando por el presidente nacional, Mariano Rajoy) y luego, sólo luego, indígnense todo lo que quieran.

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