Consuelo canino en el tanatorio: Foxy y Picto o cómo los animales nos ayudan a superar un duelo

Foxy, uno de los dos perros que actualmente acompañan en el tanatorio de Torrejón de Ardoz.

Guillermo Martínez

Madrid —
21 de octubre de 2024 22:04 h

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Foxy y Picto corretean por el tanatorio de Torrejón de Ardoz (Madrid). Acostumbrados a producir una sensación de tranquilidad a aquellas personas con las que interaccionan, estos dos perros han pasado a formar parte de la plantilla de dicho tanatorio, gestionado por el grupo Albia. Con su iniciativa Comparte Paseos, la empresa funeraria intenta acompañar emocionalmente a las personas que experimentan el duelo.

La iniciativa, que es gratuita y pionera en España como un servicio permanente, no es la primera vez que se lleva a cabo. En cambio, la propia política de las compañías que gestionan estos enclaves y el desconocimiento que existe en torno a la cuestión torpedean que cualquier persona se pueda beneficiar de este acompañamiento animal y emocional.

Marian Carvajal trabaja para facilitar el proceso de duelo de las familias que atienden en los tanatorios gestionados por el mismo grupo que impulsa este acompañamiento. Ella es la responsable del área de atención emocional: “Esta atención a veces se aporta en los hospitales, cuando existe un paciente terminal; durante las velaciones, en el momento en que se realiza el servicio funerario; y después, mediante programas de atención psicológica. Y esto es así porque, en muchas ocasiones, el proceso de duelo comienza antes de los fallecimientos”, desarrolla.

Esta iniciativa pionera en el tanatorio de Torrejón de Ardoz ha introducido la figura del “terapeuta canino”, tal y como lo describe Carvajal, como uno de sus servicios orientados a “ayudar a las familias a desbloquear sus sentimientos”. “Al fin y al cabo, estas terapias son intervenciones asistidas y ya están implantadas en hospitales y residencias de personas mayores”, pone como ejemplo.

Su objetivo principal es facilitar el tránsito por el proceso de duelo de las familias durante la velación del fallecido. “Todo se encuadra en una sola finalidad: ofrecer un espacio seguro de atención psicológica dentro del propio tanatorio. De hecho, la primera persona que interacciona con la familia es una psicóloga especializada en duelo”, concreta Carvajal, dando inicio así al protocolo a seguir.

Esta profesional de la psicología especializada en duelo comentará a los allegados la existencia del equipo de interacción canina y, si aceptan, les presentará a la terapeuta canina y al perro. De esta forma, el animal siempre estará acompañado por una persona formada y especializada para saber cómo mediar entre las familias y la interacción que pueden llegar a tener con el perro. En todo caso, será la psicóloga enfocada en duelo quien dirige la intervención.

El perro como excusa para liberar emociones

La psicóloga Marian Carvajal sostiene que la presencia del perro es muy gratificante y positiva. Así lo ilustra: “Pueden ser una buena excusa para pasear, iniciar una conversación en ese paseo, y la sola visualización del animal ya produce un efecto terapéutico de reducción del estrés al responder el sistema nervioso simpático, siempre y cuando no se le tenga miedo”. 

En definitiva, esta intervención en crisis, en una situación de cierta emergencia, “hace que se reduzca la ansiedad y las personas puedan dar información sobre lo que les ocurre, algo esencial para que esa crisis no se encalle y dificulte el acceso a esa información más tarde”. Por otro lado, Carvajal apunta que mediante la terapia canina también se puede reducir la aparición de duelos patológicos.

Pueden ser una buena excusa para pasear, iniciar una conversación en ese paseo, y la sola visualización del animal ya produce un efecto terapéutico de reducción del estrés al responder el sistema nervioso simpático, siempre y cuando no se le tenga miedo

Marian Carvajal psicóloga especializada en duelos

Antes de establecer esta terapia canina como un servicio fijo en Torrejón de Ardoz, desde Albia llevaron a cabo un programa piloto para comprobar su eficacia y efectividad. Desde el 14 de mayo al 18 de junio de este 2024, atendieron a más de 50 familias en seis sesiones, llegando a interactuar hasta con 80 personas. Según sus estimaciones, más del 90% de las personas que han tenido la posibilidad de interaccionar libremente con el perro lo han hecho.

Perros adiestrados para el acompañamiento

Carmen Castro, psicóloga de la Asociación Hydra y terapeuta especializada en asistencia y terapia con animales, comenta que “la sola presencia de un perro seleccionado cuidadosamente para esa situación ya comporta algunos beneficios”. De todas formas, el animal tiene que saber muy bien cómo acercarse a las personas y a qué distancia de ellas debe permanecer.

Ante este extremo, Carvajal incide en que Foxy y Picto pertenecen a Perruneando, empresa de adiestramiento canino que trabaja en terapias asistidas con animales. “Están adiestrados con unos entrenamientos muy enfocados a las personas a las que atienden para que respondan a instrucciones muy precisas, además de estar acostumbrados a producir una sensación de relajación y tranquilidad”, agrega.

“El objetivo debería ser realizar un acompañamiento emocional a esa persona en paralelo a un tratamiento que busque saber gestionar las emociones, identificarlas, para poder manejar lo mejor posible esos estados emocionales que pueden llegar a repercutir a nivel físico y mental”, agrega Castro.

Reticencias a prestar el servicio

No es la primera vez que esta psicóloga ve a perros en tanatorios, aunque nunca se han llegado a establecer como un servicio permanente en los mismos. “A veces, por la propia política del tanatorio. Otras, por desconocimiento de lo que significa este tipo de acompañamiento”, explica Castro.

Desde su punto de vista, lo ideal sería contar con una sala en el tanatorio únicamente dedicada a llevar a cabo una primera toma de contacto entre los animales y las personas usuarias del tanatorio. “Hay que tener mucho cuidado y saber si todas las personas están de acuerdo con la presencia de un perro en esa situación. No es entrar con un perro en un velatorio e interactuar, porque quizá haya personas que en ese momento pueden sentir cierto rechazo”, dice la especialista.

Hasta el momento, Carmen Castro se ha encontrado cierta reticencia por parte de las empresas funerarias a implementar este servicio de acompañamiento emocional canino. “Tampoco es algo demasiado conocido. Ojalá pudiéramos irlo introduciendo y explicar, sobre todo, las fases de un duelo, los estados emocionales que provocan y, una vez entendido eso, apoyarlo con animales”, opina la psicóloga especializada de cara a evitar ese posible rechazo.

Por otro lado, enfatiza que no se debe perder de vista que “el objetivo es la persona, no el animal; es decir, el objetivo no es que el perro haga algo, sino qué voy a trabajar con las personas, qué quiero conseguir introduciendo al animal en ese momento difícil”, explica.

No es algo demasiado conocido. Ojalá pudiéramos irlo introduciendo y explicar, sobre todo, las fases de un duelo, los estados emocionales que provocan y, una vez entendido eso, apoyarlo con animales

Carmen Castro psicóloga especializada en terapia y asistencia con animales

Un trabajo con los niños en el tanatorio

Los dos perros que actualmente acompañan en el tanatorio de Torrejón de Ardoz también pueden ser un buen aliciente para que los más pequeños superen con cierta tranquilidad el tránsito por el que se ven obligados a pasar. “Son muy pocos los niños que entran al tanatorio, pero ellos tienen el mismo derecho que un adulto a saber qué pasa y conocer la realidad”, sostiene Carvajal. Tal y como defiende, a los menores también hay que hacerles partícipes del duelo, del ritual, y explicarles de alguna manera lo que ocurre.

Castro también confirma este punto de vista: “Ir al tanatorio significa transitar un momento triste, donde las personas están sumidas en emociones difíciles, así que los perros ayudan a que los niños lo puedan normalizar”. De esta forma, los animales funcionarían como una “distracción momentánea” del dolor impregnado en estos espacios. 

En el caso concreto de Torrejón, Foxy y Picto tan solo interaccionan con las personas en los espacios externos del tanatorio. “Se han dado casos de una chica que tenía fobia a los perros. Se trabajó con ella y acabó tocándole y paseando con él. Otra persona con discapacidad estaba bastante angustiada porque no entendía lo que pasaba y con la interacción de los perros rebajamos sus niveles de ansiedad”, finaliza Carvajal. 

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