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Estreno de Cine

François Ozon, cineasta: “El personaje de la virgen María ha hecho mucho daño a las mujeres”

François Ozon posa en el 72 Festival de Cine de San Sebastián

Javier Zurro

13 de diciembre de 2024 21:57 h

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Desde que despuntara en el cine de autor europeo, a François Ozon siempre se le puso la etiqueta de ‘el Almodóvar francés’. Es una definición poco ajustada, ya que el cine de Ozon navega entre polos opuestos, y coquetea de vez en cuando con estilos que no tienen nada que ver con el director español. Pero sí que hay algo que ambos han hecho, y es ofrecer retratos poliédricos y complejos de las mujeres que poblaban sus historias en unos tiempos donde los personajes femeninos eran unidimensionales. 

Esto ha sido una constante en muchísimas películas de Ozon, aunque su abundante obra también recoge numerosas historias con protagonistas masculinos. Lo vuelve a demostrar ahora con Cuando pase el otoño, un cuento moral con toques de comedia y suspense que tiene la peculiaridad de colocar como protagonistas a dos enternecedoras ancianas que viven en su casa de campo. Cuando una envenena de forma accidental, con unas setas recogidas en el bosque, a familia y amigos, se desata una tormenta de rencillas y secretos enquistados. 

Para darle aún más la vuelta a los estereotipos, las dos ancianas trabajaron como prostitutas para poder mantener a sus hijos, algo que afecta de forma diferente a cada uno de ellos. Para el director esta película nace, precisamente, de la voluntad de seguir indagando en mujeres que no suelen ser retratadas en pantalla, de hecho, lo primero que suelta con mala leche es que esta película la ha producido él mismo: “Para que no me jodieran los productores diciéndome que las protagonistas son viejas”, afirma.

Aclara que lo dice con ironía, pero subraya la idea de que lo que le apetecía “era visibilizar unas mujeres que suelen ser invisibles tanto en la sociedad como en el cine y que no aparecen nunca en ningún sitio”. “Una mujer a partir de una edad tiene un pasado, un bagaje, muchas historias que contar. Hoy en día se tiende a idealizar totalmente a las personas mayores. Se muestra a la abuelita perfecta con el nieto. Aquí jugamos a mostrar esa primera apariencia, pero lo maravilloso es que debajo de esto hay varias vidas. Son mujeres complejas. Interesantes. No solo abuelitas maravillosas”, añade.

Hay en su filme también una defensa de las familias disfuncionales que se salen de las normas clásicas, y eso es algo que también tuvo claro que quería mostrar, cómo “a veces es mucho más fuerte la familia elegida que la adjudicada de nacimiento”. “Ahora surgen nuevas familias, pero el Gobierno en Francia, por ejemplo, tiene a la izquierda muy descontenta porque se ha creado un Ministerio de la Familia, pero de la familia como las de antes, es decir, volviendo al patriarcado, a la familia con un papá y una mamá, y hoy en día las familias son diferentes”, opina.

Abajo las santas

Cada película de Ozon parece una respuesta a la anterior que ha hecho, como si siempre buscara dar un giro diferente. A priori poco tiene que ver el thriller carcelario, frívolo, juguetón y de época que fue Mi crimen con Cuando cae el otoño, pero él aclara que no lo piensa así, y que realmente se le ocurren personajes y luego “la historia se adapta a ellos”. “Mi crimen era la historia de dos chicas jóvenes en los años 30, despreocupadas e insolentes, mientras que esta película son dos mujeres mayores que cuidan su huerto y su jardín, por lo que tienen un ritmo muy diferente”, comienza.

Sin embargo, hay en ellas algo común que las atraviesa, y es que “ambas son una historia de sororidad”. “No me interesa mostrar mujeres perfectas como las que se ven en la religión católica. No quiero mostrar santas. Quiero mostrar personas complejas, mujeres que son supervivientes, que son capaces de sobrevivir. Creo que el personaje de la virgen María ha hecho mucho daño a las mujeres. Una mujer que no tuvo sexo y que encima es santa, eso es un ideal demasiado difícil de alcanzar. Prefiero a María Magdalena”, dice con una sonrisa pícara.

Aparece también en su filme un componente de clase en la forma en la que los hijos de cada una de esas mujeres avanzan y las tratan. Una intentando dejar atrás la vida humilde que ha tenido, fingiendo ser parte de una clase a la que realmente no pertenece y repudiando a su madre por haber ejercido la prostitución. Por otro lado, el hijo salido de la cárcel que cuida de ambas mujeres. Ozon investigó y escuchó testimonios de muchos hijos de prostitutas y cuenta que “algunos lo entienden perfectamente e intentan que su madre tenga una buena vida, porque una prostituta no tiene ni seguridad social, ni jubilación, ni absolutamente nada”. “Estos la consideran como una víctima de la sociedad, pero hay otros hijos que no lo entienden”, puntualiza.

Aunque siempre se mire al cine francés con envidia, por su modelo de financiación y defensa de sus producciones, Ozon desvela que los ataques que se ven en España por parte de ciertos partidos políticos también ocurren en Francia: “De vez en cuando la extrema derecha se pone en marcha y ataca al sistema francés, acusándolo de pagar las producciones francesas a base de impuestos. No es verdad, porque en Francia el dinero viene de las entradas de cine, es decir, del dinero de las películas de Hollywood, que son las que hacen grandes taquillazos, y esa parte del dinero revierte directamente a lo que corresponde al ICAA (Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales) de aquí, que luego se va a la producción. Es un sistema muy virtuoso. Lo que ocurre es que para la extrema derecha es un dinero apetecible, porque es mucho dinero y hay políticos que les gustaría invertirlo en otras cosas que no fueran cultura. La extrema derecha no se lleva bien con el cine porque toca temas que le molesta”.

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