El oscuro (y muy visto) relato iniciático ‘Sparrows’ gana la Concha de Oro

La historia de un adolescente de 16 años que tiene que vivir con un padre alcohólico, al que desprecia por ser ejemplo del absoluto fracaso, que regresa a un lugar de infancia y experimenta entre la incertidumbre reinante de una época tan aleatoria y terrorífica como la adolescencia cosas como el primer amor, las primeras experiencias sexuales o las primeras resacas, ha sido la ganadora de la Concha de Oro en la 63 edición del Festival Internacional de San Sebastián. Es una película de iniciación en un contexto desolador, en un paisaje lleno de fiordos y rodada por Rúnar Rúnarsson con sensibilidad, una película que no molesta pero que es demasiado pequeña para un festival de clase A.

La actriz Paprika Steen presidía el jurado de esta edición. De ella dependía mediar si los demás miembros no se ponían de acuerdo. Ocurrió justo eso, el jurado se había fracturado en dos corrientes distintas defendiendo títulos completamente contrarios. Había que poner orden y la decisión de Steen fue premiar a la película de consenso. Y eso significa premiar a Sparrows, una decisión desapasionada que no ayudará ni a la película ni al festival. Salvo por la descripción de la virilidad bruta y salvaje en una sociedad tan civilizada como la nórdica, formalmente tampoco tiene sentido el veredicto. 

Zinemaldía se ha dado un disparo en el pie, porque no solo premia a una película con el mismo recorrido (nulo) que la Concha de Oro de hace dos años, Pelo Malo, si no que el resto del palmarés exceptuando quizá la interpretación -el ex aequo de Javier Cámara y Ricardo Darín por su magnífico trabajo en Truman y el premio a Yordanka Ariosa por su desgarrado papel en El Rey de la Habana- está lleno de pequeños despropósitos.

Yordanka Ariosa se emocionó muchísimo al recibir la Concha de Plata a Mejor actriz. Su personaje es pura carne. Ariosa está fantástica en su mirada triste y animal, en su forma de moverse salvaje y libre y su violenta forma de herir con su palabras que llegan de la frustración y las heridas de un país como Cuba, al que por supuesto dedicó parte de su discurso de agradecimiento: “Un abrazo muy especial a mi querido archipiélago cubano, que si ese espíritu no me saliera por todos los poros de mi cuerpo, este personaje no habría salido”.

Por otro lado Javier Cámara dedicó su premio a toda la gente que está pasando por una enfermedad “y a toda la gente que acompaña a esa gente”. En eso consiste, precisamente, su papel en Truman. Un inmenso trabajo por su contención y su capacidad para escuchar y acompañar a Ricardo Darín. Saber escuchar hace grande a los actores y sin el trabajo de Cámara, Darín no hubiera brillado tanto. Por eso este premio a los dos es incontestable y muy justo.

Unos cuantos despropósitos

La gran derrotada del festival es High-Rise, la propuesta más interesante de toda la sección oficial es una desquiciada película de Ben Wheatley, salvaje, kafkiana y llena de lecturas anticapitalistas. Una película importante que se va de vacío, una oportunidad perdida para el festival de apadrinar a un director con tantísimo potencial. Cuando Wheatley se convierta en uno de los nombres propios más radicales e importantes del séptimo arte ya nunca será hijo de San Sebastián.

El francés Joachim Lafosse se llevó la Concha de Plata a Mejor director por Les Chevaliers Blancs. Un premio intrascendente y equivocado ya que es la historia que lleva al límite la intervención humanitaria de las ONG en el Chad. Es una reflexión brutal y muy interesante sobre las organizaciones de ayuda al Tercer Mundo pero que sin embargo no está bien contada, es dispersa y fallida. El Premio al Mejor Guión es otra torpeza incuestionable, el libreto de la última película de los hermanos Larrieu es una gran tontería con diálogos dispersos donde el personaje de Karin Viard se lleva las mejores frases, mientras los demás personajes deambulan entre chistes sobre penes, bastante reprimidos y bastante infantiles. Cuando recibieron el premio como una especie de justificación dijeron: “Es una película muy francesa”. Eso no es razón de nada, claro.

La fotografía de Evolution, una de las pocas películas de la sección oficial dirigida por una mujer, Lucile Hadzihalilovic, es sin duda, uno de los pocos premios con más o menos acierto. El filme es una especie de cuento freudiano sin demasiado sentido que al menos construye una perturbadora atmósfera que consigue que un paisaje tropical y precioso se convierta en una cárcel. Era una de las favoritas del jurado y también se llevó el Premio Especial del Jurado. Y así finaliza esta edición del festival que se recordará por la poca importancia de sus películas premiadas y por el fantástico recorrido que tendrán las olvidadas, como High-Rise, Les demóns o Terrence Davis y su Sunset Song.

Palmarés de la 63º edición del Festival de San Sebastián

Concha de Oro: Sparrows de Rúnar Rúnarsoson

Premio Especial del Jurado: Evolution de Lucile Hadzihalilovic

Concha de Plata al Mejor Director: Joachim Lafosse por Les Chevaliers Blancs

Concha de Plata a la Mejor Actriz: Yordanka Ariosa por El Rey de la Habana

Concha de Plata ex aequo al Mejor Actor: Ricardo Darín y Javier Cámara por Truman

Premio del Jurado a Mejor Fotografía: Manu Dacosse por Evolution

Premio del Jurado al Mejor Guión: Arnaud Larrieu y Jean-Marie Larrieu por 21 Nuits Avec Pattie

Mención especial del Jurado: El Apóstata :de Federico Veiroj

Premio Kutxabank Nuev@s Director@s: Le Nouveau de Rudi Rosenberg

Premio Horizontes: Paulina de Santiago Mitre

Premio del Público a la Mejor película: Our Little Sister de Hirokazu Koreeda

Premio Irízar al Cine Vasco: Amama de Asier Altuna