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Más de 30.000 millones de euros en exportaciones y 11,4 millones de turistas: las cifras que se juega España con la recesión alemana

Pedro Sánchez conversa con la canciller alemana Angela Merkel

Marina Estévez Torreblanca

La posibilidad de que Alemania entre en recesión encadenando otro trimestre de caída del PIB está algo más cerca tras la publicación del último boletín mensual del Bundesbank. La entidad explica que la economía alemana parece no estar creciendo en verano, lo que condenaría al país a la recesión técnica (dos trimestres seguidos de caídas), tras la bajada del PIB del 0,1% entre abril y junio.

Entre los motivos principales de este parón en la actividad, sobre todo industrial, está la guerra comercial entre China y EEUU y los aranceles estadounidenses que Donald Trump ha amenazado con imponer a los automóviles. La mayoría de los economistas estadounidenses creen que la economía de Estados Unidos entrará en recesión el próximo año o el siguiente como muy tarde, pese a que consideran que el cambio en la política monetaria de la Reserva Federal (Fed) podría contribuir a alargar el actual periodo de expansión económica.

Tras años de estricta disciplina presupuestaria, impuesta al resto de los países europeos, el Gobierno alemán ha empezado también a contemplar ahora la posibilidad de inyectar estímulos en el mercado. El ministro de Finanzas, Olaf Scholz, del ala socialdemócrata del gobierno de coalición presidido por la conservadora Angela Merkel, ha sugerido la posibilidad de lanzar un plan de gasto público de 50.000 millones de euros. Su colega de Economía, Peter Altmeier, del CDU, se muestra partidario de introducir los estímulos a través de medidas como una rebaja fiscal para las empresas.

Sea cual sea el desenlace, España no es ajena a este escenario. Según el Instituto de Comercio Exterior (ICEX), Alemania es el segundo destino de las exportaciones españolas (11,3% del total), tras Francia (15,1%). De los 292.063,2 millones que exportó España en 2018 (24,17% del PIB), más de 32.000 millones fueron a Alemania. Se trata de uno de los principales socios comerciales y también uno de los más importantes clientes para el sector turístico español. Así, en 2018 visitaron España 11,4 millones de alemanes, la segunda nacionalidad más numerosa en este colectivo.

La inyección de 50.000 millones de euros

Alemania tiene margen para intentar compensar con gasto público el debilitamiento continuado de su economía y de su industria, en opinión de la economista y profesora de la Universidad Jaume I Mariam Camarero. Con un superávit en las cuentas públicas por encima del 2% del PIB “esos 50.000 millones no supondrán ni siquiera que tenga déficit público” (solo equivalen al 1,4% de su PIB). En comparación, el Recovery Act de Obama fue del 5.5% del PIB durante 10 años (2009-2019), más de la mitad entre 2009-2010, como destaca la economista e investigadora doctoral en macroeconomía y desigualdad en la Universidad Libre de Bruselas Lídia Brun.

“Sería una medida adecuada para Alemania y podría retrasar las cosas o ganar tiempo mientras se reduce la inestabilidad internacional”, añade Camarero. A su juicio, en una situación similar España no tendría ese margen para inocular dinero, con un déficit público (en lugar del superávit alemán) superior al 2% del PIB y una deuda alrededor del 98% del PIB, frente a la del 60% del PIB alemán.

“Esas anfetas que se va a inyectar en la economía alemana solo va a servir para ganar tiempo, lo mismo que los 2 billones inyectados por el BCE en Europa. O todo lo inyectado por la FED, el Banco de Japón, el Banco de Inglaterra o China”, opina por su parte el economista y catedrático de Estructura Económica de la Universidad Ramón Llull, Santiago Niño Becerra.

A su juicio, los incentivos en forma de gasto público para Alemania “no curan el triple problema de base que se realimenta: un exceso de oferta, un defecto de demanda, y la creciente capacidad tecnológica de aumentar productividad y reducir costes”. Esto es, la economía alemana “tiene una capacidad productiva descomunal, junto a una productividad muy elevada”, lo que le ha servido mientras ha podido exportar beneficiada por un euro de bajo valor. El contexto de guerra comercial y de ralentización de la economía mundial, junto a la desaceleración del Reino Unido, ha ensombrecido este panorama.

En todo caso, y a la espera de la letra pequeña, Lídia Brun cree que los alicientes económicos alemanes serían “muy buena noticia”. “Finalmente parece que la ridícula ortodoxia alemana empieza a ser sensible a las evidencias de la realidad. El superavit fiscal y por cuenta corriente de Alemania es un succionador de demanda agregada para el resto de la eurozona, que no puede devaluar competitivamente. Si no gasta nadie, nadie ingresa, nadie consume... La UE lleva unos cuantos años atascada en la paradoja del ahorro”, resume.

¿Cómo puede afectar a España?

Alemania, que a su vez es una potencia exportadora, es el segundo mercado más importante para las exportaciones españolas, al suponer un 11% aproximadamente. Que entre en recesión puede disminuir la demanda alemana en general y de productos españoles, en particular. A ello se une que una recesión genera reducción en los precios y ya existen, en toda la UE, problemas por la baja inflación y tipos de interés cero.

Para Miguel Otero, investigador principal del Real Instituto Elcano y profesor del IE School of Global and Public Affairs, esta situación va a afectar a España por varios canales. Entre los más importantes se encuentra el sector automovilístico, que supone el 10% de la economía española. Sigue pendiente de concretarse la amenaza de una carga del 25% a las importaciones de vehículos europeos a EEUU. Un producto fuertemente conectado con la economía española. La industria española de componentes para automoción facturó 37.170 millones en 2018 y creó más de 5.000 nuevos puestos de trabajo hasta alcanzar 230.100 empleos directos y 372.800 empleos directos e indirectos, según datos del sector.

En todo caso, Otero confía en que la política de estímulos, tanto la que parece dispuesta a emprender Alemania como la de EEUU o China a través de sus bancos centrales suavizará el impacto en el resto del mundo de estos conflictos. “Mi escenario base es que las dos economías más grandes del mundo van a evitar mostrarse débiles frente al otro, y si eso se une a que Alemania se salta la regla presupuestaria, a España podría llegar una recesión, pero leve”, opina.

La visión de Niño Becerra es menos optimista: “¿España? A lo que le digan que tiene que hacer: su papel en la economía europea es marginal, dependiente. A partir de septiembre se va a empezar a ver la realidad de las cosas; en España más. Estamos en la tercera fase de la crisis que comenzó en el 2007”, pronostica.

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