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Mindfulness, la conciencia plena: ¿terapia eficaz o moda comercial?

Foto: Intel Free Press

Jordi Sabaté

26 de enero de 2016 20:59 h

¿Cancamusa o filosofía eficaz para tener una mejor calidad de vida? El mindfulness está de moda y también genera no pocas polémicas. Se trata de un conjunto de técnicas de meditación basadas en la milenaria filosofía vipassana, que preconiza la observación y el deleite del momento presente como instrumentos para llegar a la aceptación total de uno mismo y las circunstancias que nos rodean. El objetivo del movimiento budista vipassana es neutralizar las angustias que nos genera tanto el pasado y como la falta de control sobre el futuro.

Tras el coaching, llega la hora del mindfulness

Según la escuela vipassana, viviendo solo y totalmente el presente conseguiremos la relajación absoluta y la plenitud, lejos del estrés y el sufrimiento. De este estado derivará no solo una actitud positiva frente a la vida, sino también una mejor salud mental y física. Así lo entendió en 1979 el médico norteamericano Jon Kabat-Zinn, cuando adaptó las técnicas vipassana al formato occidental y las rebautizó como mindfulness o conciencia plena.

Kabat-Zinn fundó así una escuela que con el tiempo ha tenido repercusión no solo en la psicología clínica y la sexología, sino también en una pléyade de sanadores de lo que podríamos llamar 'las angustias sociales contemporáneas' y que tras explotar el coaching, el psicodrama y otras modalidades, ahora encuentran en el mindfulness el modo de seguir vendiendo sus servicios. Muchos de ellos son cursos de fin de semana, o de un determinado cupo de horas semanales o mensuales, para aprender las técnicas que nos harán dominar el presente y alejar la angustia por el pasado y el futuro.

Internet viene llena de columnas de opinión en las que 'especialistas' en mindfulness aseguran que, por unos pocos euros, esta técnica es la tabla de salvación de la mujer y el hombre modernos, bombardeados por el exceso de información y la multitarea, obsesionadas y obsesionados con saberlo todo y a la vez atormentados por el ritmo al que cambian los acontecimientos. Según ellos, todo se antoja más inestable que nunca y pasado y futuro se funden al ritmo de la era digital, aplastando en medio al presente, cada vez más esclavizado por la necesidad de estar informados de todo.

El calor de una copa de vino... más allá del vino

Alfonso Antona es antropólogo, sexólogo y fundador del Instituto Antona, centrado en el desarrollo personal. Reconoce que utiliza el mindfulness en su trabajo, sobre todo a la hora de solucionar conflictos sexuales de sus pacientes, en lo que él llama “mindful sex”. Pero señala que “para mí es solo una herramienta útil entre tantas otras, no una filosofía en sí misma”.

Antona, que apostilla que “hay mucho vendedor de crecepelo mágico en el sector del mindfulness”, explica con un ejemplo gráfico cómo funciona está escuela meditativa: “Imagina que vas a tomar una copa de vino; tienes dos opciones: la primera es bebértelo de golpe y la segunda desarrollar todo un ritual entorno a la copa oliendo el vino, apreciando su color, sus matices, dejando que madure y luego sorbiéndolo poco a poco, manteniendo en la boca el mayor tiempo posible para apreciar todo su potencial”.

El mindfulness corresponde a la segunda opción y en su analogía el vino es el presente, que podemos beber de un solo trago o bien concentrarnos en degustarlo. “En mis terapias de conducta sexual, yo utilizo técnicas de mindfulness para que el paciente aprenda a apreciar el momento del acto sexual, las sensaciones que le provoca el cuerpo de su pareja -los olores, el tacto, la voz, etc.- y se olvide de los condicionantes que pueda tener porque de este modo conseguirán orgasmo pleno”, explica Antona.

El sexólogo añade: “esto no va a solucionar tus problemas de pareja, de acuerdo, pero sí te permite disfrutar de los momentos buenos, lo que te otorga una mejor predisposición”. Para Antona, por otro lado, “no es necesario recurrir al budismo para reivindicar el mindfulness; también está en nuestra tradición, por ejemplo en el acto de pasar las cuentas del rosario y otras situaciones que reclaman concentración y por tanto nos abstraen de las angustias y las luchas interiores, de modo que rompen los ciclos de pensamientos negativos obsesivos.

Cuidado: no todo es humo en el mindfulness

¿Debemos armarnos de escepticismo y llevarnos la mano a la cartera cada vez que oímos la palabra mindfulness? Parece que no, a juzgar por los resultados logrados por la escuela de Jon Kabat-Zinn. Las técnicas de meditación, y relajación en general, se han utilizado desde antiguo con éxito en la psicología clínica. Por lo tanto el mindfulness, que es en el fondo un escuela de meditación, también ha logrado sus éxitos -según algunos estudios, si bien no hay metaanálisis que lo corroboren- en reducir el estrés y la depresión y en mejorar la actitud mental de enfermos crónicos y de cáncer.

También entre sus éxitos estarían, según algunos estudios, una mejor disposición del sistema inmunológico y una reducción sensible del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares entre sus practicantes.

Por lo tanto, algo puede haber de verdadero y de bueno en el mindfulness y en la meditación en general. Eparquio Delgado, psicólogo clínico y autor del libro 'Los libros de autoayuda: ¡vaya timo!', asegura que “hay que diferenciar entre lo que es el mindfulness en sí y lo que se vende ahí fuera”, en referencia a la oferta de cursos y talleres existente.

Para Delgado, “el mindfulness como filosofía de vida es tan lícita como cualquier otra, pero no tiene por qué ser la solución a nuestros problemas y además no se consigue una 'actitud mindfulness' con cuatro cursillos”.

Según este psicólogo, que asegura usar técnicas de mindfulness con algunos de sus pacientes, se trata más de una herramienta útil en las terapias que de un fin en si mismo, al igual que sucedía con Antona.

Pero para Delgado el valor del mindfulness se ha pervertido socialmente “porque la filosofía vipassana tiene como objetivo que el sujeto se acepte a sí mismo y sus circunstancias, sean las que sean, pero no reducir el malestar”.

En este sentido, Delgado acepta que el mindfulness es válido como herramienta clínica, pero no como remedio a corto plazo a los problemas del paciente: “se miden sus resultados de un modo cortoplacista, pero la realidad es que no podemos pasarnos el día practicando mindfulness para atajar una angustia que seguramente nos generan conflictos profundos”.

¿Efectos adversos?

Delgado cree que el uso del mindfulness está un poco fuera de control: “he leído que se usa con niños y adolescentes para reducir los déficit de atención, pero no he visto todavía ningún estudio que corrobore que tiene efectos positivos en este tipo de pacientes”.

En opinión de Delgado, “ante la posibilidad de que pueda provocar consecuencias indeseables, y hasta que se descarten, su uso con fines terapéuticos debería estar supervisado por profesionales con formación en psicopatología”.

Por el momento, el diario inglés The Guardian daba noticia en 2014 sobre algunos casos de efectos adversos en pacientes practicantes de mindfulness: el psiquiatra Florian Ruths, partidario del uso de la técnica, descubrió que en algunos pacientes puede provocar despersonalización, que es la sensación por parte de la persona de verse a sí misma como en una película.

También en un proyecto de meditación terapéutica de la Universidad de Brown, en Estados Unidos, llamado de Proyecto Noche Oscura, algunos meditadores fueron presa de recuerdos traumáticos, con lo que en lugar de reducir su nivel de ansiedad y estrés, lo aumentaron.

Mientras tanto, la moda va calando en numerosos sectores sociales; el último el empresarial, donde empresas como Google, IBM, Apple, Nike, Barclays, Procter&Gamble, Starbucks, KPMG, Vodafone, PWC, NASA y parece que hasta La Caixa, lo recomiendan a sus empleados.

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