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Igor González de Galdeano, a la búsqueda de la “pulsión” que fraguó a los 'líderes de amarillo' que encabezaron el Tour

Igor González de Galdeano, con su nuevo libro, 'Líderes de amarillo'

Rubén Pereda

Vitoria —

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Igor González de Galdeano sabe lo que es enfundarse el maillot amarillo y liderar el Tour de Francia. Encabezó la tabla de tiempos de la gran carrera ciclista durante siete jornadas del verano de 2002. En un nuevo libro, titulado 'Líderes de amarillo' y recién presentado, ha querido sumergirse en la trayectoria deportiva y vital de otros ciclistas ganadores para analizar el éxito desde sus dotes para el liderazgo y ahondando también en su vida personal. “¿Tenían las mismas cualidades? ¿Seguían un idéntico patrón de liderazgo? ¿Cómo influía el apremio vivido a nivel profesional y personal? ¿Eran también guías en su vida personal?”, se pregunta el exciclista en una introducción que da paso a nueve bocetos que auscultan a Jacques Anquetil, Pedro Delgado, Miguel Induráin, Bjarne Riis, Jan Ullrich, Marco Pantani, Lance Armstrong, Óscar Pereiro y Alberto Contador.

Gónzalez de Galdeano siempre había soñado con ser líder. Era su inquietud, su sueño. Pero, al alcanzar el objetivo, se percató de que ese sueño traía consigo un peaje que había que pagar. “Llegaba tarde al hotel, tenía que hacer ruedas de prensa... Cuando eres líder, eres sospechoso y perseguido. Mucha presión. Esa presión no te deja disfrutar y la primera vez que me puse el maillot amarillo no veía ni oía aplausos. Es la mejor sensación que he tenido y aun así no era capaz de disfrutar”, ha explicado este pasado miércoles en la presentación del libro editado por Koloima Books, que ha tenido lugar ante un nutrido público en las instalaciones del Círculo Vitoriano en la calle de Eduardo Dato. A sus espaldas, y como para acreditar que sabe de lo que habla y de lo que escribe, se podían ver un maillot amarillo encuadrado y uno de los leones de peluche que se conceden al ganador de cada etapa.

Antes de adentrarse en la biografía de nueve líderes —“Iba a hacer diez, pero llegué a nueve y uf...”, bromeaba en la presentación—, González de Galdeano se detuvo a analizar algunos aspectos de la suya. Con buenos resultados ya desde joven, explicaba, la presión va creciendo y entonces se vuelve imprescindible mantener la humildad. Los pies en el suelo se los puso, según relata, la vecina del primero cuando llegaba de lograr un segundo puesto en la Vuelta a España de 1999, tan solo por detrás de Jan Ullrich, una de las figuras que analiza precisamente en su libro. “Salí al balcón porque me aplaudía la gente. Pensaba que me conocía todo el mundo. Tenía una recepción con la Diputación y bajé con la bicicleta por el ascensor. Entonces, me dijo la vecina del primero: '¿Qué piensan tus padres? ¿Andas todos los días en bici? Ya es hora de que empieces a trabajar, a hacer algo'. Me dejó seco. Aquella conversación no se me olvida. A veces hay que poner los pies en el suelo y saber que no llevas el maillot todo el día puesto”, cuenta.

Se emprende en el libro una búsqueda de las características que diferencian a un líder del resto del rebaño, representado en este caso por el resto del pelotón. ¿Cuál es esa “pulsión interna”? “Existen aptitudes innatas que inducen a que una persona muestre desde sus inicios particularidades de liderazgo. Otras carecen de esas aptitudes, pero con brega y formación llegan a alcanzar dignos niveles del mismo”, explica González de Galdeano en la introducción. La “desordenada” vida de Jacques Anquetil, que ganó cinco Tours de Francia incluido el de su debut, abre el repaso a la vida de los nueve ciclistas elegidos y se vio compensada en la carretera por lo “muy listo y buen comunicador” que era el francés. Con sus aptitudes para la comunicación destacaba también, desde el punto de vista de González de Galdeano, Pedro elgado. “Era uno de los pocos ciclistas que iba a las carreras con un libro. Su padre le dijo que no iba a ser ciclista y se formó. Era un líder que tomaba sus propias decisiones. Comunicaba muy bien, tenía carácter y era capaz de superar cualquier situación”, alaba de él.

Miguel Induráin es “la estrella” para el autor del libro. “Fue honesto y tuvo unos principios muy importantes durante toda su carrera. Una vida personal y profesional muy estable. No habla nadie mal de Miguel. Costará ver otro. El primer campeón no cruel”, subraya de él. Asegura que la falta de dotes de comunicación, sin embargo, le pasó factura, pues el respeto que se había granjeado sobre la bicicleta se esfumó con el fin de su carrera. “No es buen comunicador, hay muchas incógnitas y cada uno se imagina lo que quiere”, explica González de Galdeano. Ullrich era una persona “muy reactiva” que solo sabía recibir órdenes, lo que le dejó siempre a rebufo de Bjarne Riis. Marco Pantani tenía problemas con la noche. “Solo se dedicó a escalar. No se formó en nada más. Empezaron a entrarle los miedos, la persecución... Era la suya una mente que solo dejó a los demás tomar decisiones”, abunda González de Galdeano.

Y llegan luego las páginas dedicadas a Lance Armstrong. González de Galdeano asegura que le tenía estima, pero asegura también que Armstrong no tenía miramientos con cualquier rival que le pudiese arrebatar los triunfos. “Le gané una contrarreloj. Otro día, cada vez que le atacaba, me insultaba. Yo no daba crédito. Aunque no le solté, llegamos a meta y ganó él. Cuando llegué al podio, me dijo el organizador que no podía subir, que si subía yo, no subía él”, rememora. La fotografía de ese podio, con Armstrong a la cabeza, muestra dos cajones vacíos, el del segundo puesto y el del tercero, que correspondían a González de Galdeano y José Azevedo. Ambos eran del equipo ONCE y ninguno pudo subirse al podio por culpa de Armstrong.

Esa victoria fue una de las que se le retiraron al estadounidense a raíz de las sanciones por dopaje que llegarían años después. Para narrar los pormenores de esa historia, González de Galdeano se apoya en un intercambio con el también ciclista Greg Strock, que coincidió con Armstrong. “Strock tuvo cáncer y estuvo con tratamiento en Pamplona y luego se fue a Estados Unidos. Se dio cuenta de que le estaban dopando con cortisona humana. Lo denunció. Hubo tres casos de cáncer, y uno de ellos era el de Lance”, relata González de Galdeano. “Lance iba dejando muertos en el camino, que acabarían mostrando lo peor de un personaje manchado por un liderazgo basado en el dinero, el poder y la mentira. [...] Venció un terrible cáncer con una actitud envidiable y una capacidad de superación increíble, pero sus miserias le hicieron perder el norte”, escribe en el libro, donde, unas páginas antes, se detiene a dar algunas pinceladas de una infancia complicada que habría “moldeado” al ciclista estadounidense.

Tras explorar a los españoles Alberto Contador y Óscar Pereiro, González de Galdeano esboza un 'Manual de liderazgo' que en su primer mandamiento insta a liderarse a uno mismo antes de liderar a otros. “He aprendido a ser consciente de las cosas que te pasan. En muchas ocasiones crees que los demás no han estado a la altura, pero la mayoría de situaciones son por tus errores y por tus aciertos. Puedes construir tu futuro y hacer un futuro mejor o una mierda, depende de ti”, explicaba González de Galdeano en la presentación.

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