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El fentanilo, la droga que está causando una tragedia en Estados Unidos

Drogas requisadas a un cártel mexicano.

Melody Schreiber

5 de diciembre de 2021 21:27 h

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En agosto de 2020, Luca Manuel, de 13 años, iba a empezar octavo grado al día siguiente en Redding, California. Tenía muchas ganas de ver a sus amigos; su madre le había comprado un montón de mascarillas y material escolar para su primer día de clase presencial en seis meses. Una semana antes le habían hecho una endodoncia y todavía le dolía la boca. Envió un mensaje en Snapchat porque quería comprar marihuana para el dolor. El vendedor le dijo que tenía una sustancia mejor: Percocet.

Luca no sabía que esa pastilla, que había sido prensada para que pareciera el verdadero analgésico, era en realidad una falsificación mezclada con fentanilo, una sustancia 30 veces más potente que la heroína. Murió envenenado por la droga esa misma tarde, frente a un videojuego que aparecía en bucle como un fantasma en la pantalla.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, más de 100.000 personas murieron por sobredosis en el país en un periodo de 12 meses que finalizó en abril. Los expertos en estupefacientes señalan que se trata del mayor aumento jamás registrado en el país, y no hace más que aumentar cada mes

En declaraciones a The Guardian, Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas explica que el fentanilo es el causante de la mayoría de estas muertes, asociado con al menos el 60% de las sobredosis mortales; un aumento del 50% en un solo año. Afirma que “es devastador” y que “es una epidemia dentro de la pandemia”.

Las muertes por fentanilo ya iban en aumento en todo el país, pero la pandemia ha acelerado el ritmo y la intensidad. En este sentido, Volkow señala que es bastante frecuente que las personas recurran a las drogas o al alcohol en tiempos de crisis pero que lo que no esperaban “era que durante ese periodo se produjera un aumento masivo de la entrada de estas sustancias ilícitas en el país”. El fentanilo está entrando en Estados Unidos en una cantidad mucho mayor, lo que hace que el suministro de opiáceos sea cada vez más peligroso.

Una expansión descontrolada

“La trayectoria es ascendente y no se estabiliza”, dice Daniel Ciccarone, profesor de medicina de la adicción de la Universidad de California en San Francisco: “No hay ningún indicador de que se esté ralentizando”. Señala que en la actualidad una “triple ola” de opioides, desde los analgésicos a la heroína y el fentanilo, está causando estragos en el país. “El fentanilo es una droga extraordinariamente potente. Se fabricó específicamente para ser mucho más potente que la morfina”, explica Volkow. También es increíblemente rentable. “Un traficante de drogas, gana mucho más dinero vendiendo fentanilo que vendiendo heroína o vendiendo cocaína”.

Con el auge del fentanilo se está constatando otra tendencia alarmante. Personas que nunca habían consumido opioides consumen fentanilo en una sola ocasión y mueren como consecuencia de su ingesta. “No son consumidores de opioides; no saben que esta droga está manipulada y mueren con una sola exposición”, explica Volkow.

Incluso para quienes están acostumbrados a tomar opioides, puede ser difícil juzgar una dosis segura de fentanilo. La mayoría de los consumidores experimentados de drogas no lo prefieren como primera opción, pero a medida que las píldoras que se venden con receta médica y la heroína se han hecho más difíciles de conseguir, los traficantes han comenzado a mezclar cada vez más fentanilo en el suministro.

Hay un número alarmante de personas, incluso niños, que toman lo que creen que son pastillas legítimas de Percocet o Xanax con sus amigos. “Las píldoras falsificadas son gran parte del problema”, señala Ciccarone. Las prensas de píldoras de alta calidad pueden hacer que la sustancia parezca un medicamento legal. “Parecen de verdad”.

El fentanilo lleva circulando por la Costa Este de Estados Unidos una década, pero ahora se está desplazando hacia la Costa Oeste, donde “la población no está acostumbrada a esta sustancia, ni sabe cómo consumirla”. Si bien las sobredosis de fentanilo afectaron mayoritariamente a la población blanca, ahora el impacto sobre las comunidades de negros e hispanos es mayor que antes. Ciccarone indica que la droga se está introduciendo en nuevos grupos y está causando estragos.

Un problema estructural

Sin embargo, ese problema tiene solución. Un medicamento, la buprenorfina, puede ayudar a los adictos a los opiáceos y a prevenir las sobredosis, y unas tiras reactivas baratas pueden detectar la presencia de fentanilo en otras drogas.

Las sobredosis de fentanilo son reversibles con el uso rápido de un medicamento llamado naloxona, pero el precio de la naloxona ha aumentado considerablemente este año, creando una escasez para muchos de los que más la necesitan.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció políticas de reducción de daños para frenar la ola de sobredosis. Según Ciccarone, se trata de una medida esperanzadora. En opinión del experto, también es importante abordar las desigualdades fundamentales que a menudo provocan la crisis de sobredosis.

“Seguiremos teniendo una oleada tras otra de sobredosis si no abordamos las desigualdades de nuestra sociedad. Es una llamada de atención, y las civilizaciones caen si no abordan las inestabilidades de su población”, afirma.

Los detectives del caso de Luca han acusado al traficante de asesinato.

Amanda Faith Eubanks, la madre de Luca, recuerda a su hijo como un chico amable, dulce y confiado. La mañana de su último día, ella fue a la compra porque Luca quería cocinar para un campamento de personas sin hogar. En declaraciones a The Guardian explica que Luca “siempre intentaba ayudar a los demás”. “Era un chico al que podías acudir si tenías un mal día. Tenía un corazón de oro”.

Eubanks dice que la situación causada por el fentanilo “no se parece a nada que se haya visto antes; es una crisis de seguridad pública”. Ella ha creado un grupo de apoyo para las familias que lloran la pérdida de seres queridos por envenenamiento con fentanilo. “No quiero que muera más gente por esta sustancia”, dice. “No quiero que más madres tengan que pasar por esto”.

Traducción de Emma Reverter.

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