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Opinión - España: una democracia atascada. Por Rosa María Artal

Cinco razones para la derrota de la izquierda en Reino Unido y otras cinco para entender el triunfo de Boris Johnson

Rowena Mason / Kate Proctor

Boris Johnson se la jugó al convocar elecciones en diciembre por primera vez en casi un siglo, pero el Partido Conservador ha logrado una de sus mayores victorias en las últimas décadas. “Hemos roto el candado, hemos salido del punto muerto, hemos roto la barrera”, ha afirmado el primer ministro. Paralelamente, el Partido Laborista ha perdido 59 escaños y ha sufrido una derrota estrepitosa. A continuación, cinco razones que explican la derrota laborista y la victoria conservadora respectivamente

La derrota de la izquierda

La baja popularidad de Jeremy Corbyn

Varios altos cargos del partido como Richard Burgon han elogiado la decencia e integridad de su candidato, pero una vez que comenzaron a llegar los primeros resultados, se abrió el baile de críticas a su falta de popularidad y el coste que les había supuesto.

Corbyn entró en la campaña con los peores indicadores de apoyo de cualquier líder opositor desde finales de los 70. Los responsables de la campaña laborista dicen que entre los votantes de más edad, las posiciones de Corbyn en apoyo del movimiento republicano irlandés le han hecho pagar un alto precio.

En Londres, la percepción de antisemitismo y que no quisiera pedir disculpas cuando se le planteó que lo hiciera parece también haberle pasado factura. Ruth Smeeth, que nunca ha sido fan de Corbyn y esperaba perder su escaño, dijo a Sky News que la culpa de los resultados era de su falta de liderazgo. “Sus posicionamientos han tenido como consecuencia este resultado en mi circunscripción y en amplias zonas del país”. Otro candidato, Toby Perkins, dijo que la complejidad del momento electoral se debía en parte a que la impopularidad de Corbyn es “monumental”.

El programa

El programa laborista estaba lleno de propuestas. Se titulaba 'Es hora de cambios reales' y hablaba de cuidados gratuitos para personas mayores, nacionalización de servicios públicos, universidad gratuita, reducción de la edad de voto a los 16 años y compensaciones a las mujeres afectadas por un sistema de pensiones no igualitario, entre otras muchas cosas.

Han tratado de dirigirse a cada sector de la sociedad. Algunos candidatos han dicho que iban tan cargados de propuestas que, a medida que seguían llegando ideas, como sucedió con la reducción de las tarifas ferroviarias, decidían omitirlas para no apabullar a promesas.

Una fuente del partido explica que “no se trata de que a los ciudadanos no les gustasen las propuestas, la gente creía que eran demasiadas. No las hemos presentado durante dos años y ahora vamos y se las soltamos… lo que hizo que pensaran 'están ofreciendo cosas extrañas, ¿Por qué?”.“El programa era demasiado detallado y largo. Un programa a 10 años vista, no para una legislatura”, ha afirmado Jon Lansman, responsable de campaña de Corbyn.

Su estrategia frente al Brexit

El liderazgo laborista se apresuró a culpar al Brexit de ocultar su programa “radical”, como lo calificó el propio Corbyn, en políticas públicas. Algunos de sus miembros creen que su enfoque del tema no estaba claro. El presidente del partido, Ian Lavery, fue sincero al valorarlo. Lavery dijo que no todos estaban de acuerdo a la hora de plantear la renegociación con la Unión Europea en tres meses y un referéndum en seis de haber ganado las elecciones. Cree también que ignorar la voluntad de 17,4 millones de votantes no fue “una buena fórmula”. Lo calificó como “caso omiso a la democracia”. “Para ser honestos, ahora vamos a sufrir las consecuencias”, añadió.

Caroline Flint, otra diputada que ha perdido su escaño, señaló que el partido no había adoptado una posición correcta teniendo en cuenta el número de personas partidarias de la salida de la Unión Europea que hay en el país.

La caída del muro rojo

Los partidos contrarios al laborismo, especialmente los conservadores y el Partido del Brexit durante toda la campaña, han repetido la idea de que la formación de Jeremy Corbyn ha dado por hecho su apoyo entre la clase obrera.

Pese a promesas como un aumento de los impuestos a los más ricos para financiar inversiones en los servicios públicos que benefician a las personas con menores ingresos, no han sido capaces de convencer, por ejemplo, a los residentes en las antiguas ciudades industriales.

Lo que se conoce como “el muro rojo” ha optado por romper una tendencia de victorias laboristas que se remontaba a más de un siglo en algunos casos. Se criticaba que Corbyn, londinense de clase media, no ha sido capaz de conectar con la clase obrera pese a las propuestas realizadas.

La estrategia electoral

A toro pasado, la estrategia electoral y la decisión de ubicar recursos y personal en una u otra zona del país van a ser objeto de intenso escrutinio. El laborismo apuntó a la mayoría a base de aumentar su base de apoyo, pero quizá ese fue un enfoque demasiado ambicioso. La elección de los mítines quizá no fue la mejor.

Algunas personas se han quejado de que la plataforma Momentum, que tan buen resultado dio en 2017, se ha equivocado en la atribución de recursos y se ha centrado en los candidatos más favorables a sus propuestas, que no eran necesariamente los que competían en lugares más estratégicos.

Puede que eso provocara la pérdida, por resultados muy ajustados, de algunos escaños clave en lugares donde la formación no estaba bien implantada. Se han invertido muchos recursos en lugares que se han convertido en emblema de la reconquista conservadora.

La victoria de la derecha

'Get Brexit done'

El mensaje de Boris Johnson sobre su capacidad de hacer “cumplir el Brexit” parece haber encontrado eco entre una ciudadanía ya cansada de lo poco resolutiva que está siendo la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

Durante toda la campaña hizo hincapié en que solucionaría el problema rápidamente y en que tenía un acuerdo “listo para sacar del horno” pese a que en realidad el Reino Unido se enfrenta ahora a años de negociaciones comerciales y un periodo de dudas que se abrirá el año que viene, cuando finalice el período de transición. Además, Johnson ha repetido una y otra vez que un Gobierno laborista convocaría otro referéndum. Los votantes no querían eso.

Un programa discreto

Los conservadores presentaron un programa que no sonaba demasiado atractivo para los votantes más allá de algún recorte de impuestos y un modesto incremento del gasto público.

El partido tenía claro que tocaba evitar un desastre como el provocado por las propuestas de Theresa May en 2017, cuando hizo propuestas en materia social que no gozaron del apoyo popular. En esta ocasión, el partido ha evitado entrar en controversias. Su programa ha sido tan cauto que prometía incluso no hacer determinadas cosas como permitir de nuevo la caza del zorro.

La escasa movilización del laborismo

El voto al laborismo ha caído de manera dramática en muchas circunscripciones. En algunas de ellas el voto conservador no ha subido tanto, pero los candidatos conservadores se han impuesto probablemente porque muchos votantes laboristas se quedaron en casa o votaron por el Partido del Brexit.

Boris Johnson

Johnson no ilusionaba. Pero ha reforzado su posición a lo largo de la campaña. Hoy es un líder más sólido que en 2017. Durante los debates no cometió errores. El primer ministro, propenso a hacer trampa, decidió mantenerse firme y escueto durante toda la campaña. Al menos hasta el resbalón cometido cuando no quiso mirar una foto que le pusieron delante. Era de un niño que yacía en el suelo de un hospital. También se escondió en un frigorífico para escapar de una entrevista televisiva. Pero, en general, su índice de popularidad siempre ha sido superior al de Corbyn.

Traducido por Alberto Arce