Un grito por la transparencia en nuestra sanidad
Desde hace varias semanas se discute en nuestra región el futuro del Hospital de Calahorra, un centro hospitalario público para el que, el Gobierno de La Rioja, ha anunciado un “plan de reestructuración” presentado como una simple ordenación de recursos laborales que, finalmente, se ha revelado como algo mucho más ambicioso, que afecta también a la cartera de servicios del hospital, es decir, a la oferta de actividad quirúrgica y asistencial que, este centro de referencia para toda La Rioja Baja y parte de la ribera Navarra, presta a los ciudadanos.
Los medios de comunicación han demostrado con absoluta claridad las mentiras con las que el Gobierno de La Rioja ha presentado este asunto, manipulando datos, desdiciéndose sin pudor de afirmaciones previas, ocultando información clave sobre sus verdaderos planes… La oposición parlamentaria exige claridad sobre las auténticas intenciones del Gobierno que, lejos de arrojar luz sobre ello, ha sido capaz incluso de poner a su servicio partidista a la mismísima presidenta del Parlamento de La Rioja con la intención de obstaculizar el acceso a la información de los diputados que ella misma debe garantizar.
Esta situación, unida a otras numerosas actuaciones opacas que viene exhibiendo sin pudor el Gobierno de Gonzalo Capellán, me hace despertarme cada mañana con el peso de una verdad que no me resisto a compartir. Vivimos en una región donde la salud pública debería ser un faro de esperanza, pero en lugar de eso, nos encontramos con una niebla densa de opacidad y mentiras que nos impide ver la realidad de nuestra sanidad. Por eso hoy quiero escribir, desde el corazón, sobre la necesidad urgente de arrojar luz y claridad en este sistema sanitario público que nos toca a todos tan de cerca y quiero esforzarme para que este no sea solo un artículo de opinión si no el reflejo de mi preocupación, de mi esperanza y de mi compromiso con un futuro donde la sanidad pública sea un espejo de la integridad de nuestra sociedad.
Cada vez que escucho hablar sobre recortes en hospitales, veo familias preocupadas por el futuro de la atención médica de sus seres queridos o escucho a los profesionales sanitarios lamentarse por la privatización de recursos públicos, siento una punzada real que me revuelve el estómago. La falta de transparencia en la gestión de nuestra sanidad pública no es solo una falta de información; es una barrera que nos separa de la justicia y la equidad en la salud.
No puedo fiarme de los gestores políticos y sanitarios de nuestra región que nos dicen “confíen en nosotros”, mientras esconden las manos, dejando a oscuras nuestra capacidad para confiar verdaderamente.
Imagina por un momento que tu salud, la de tus hijos o tus padres, dependiera de un sistema donde las decisiones se toman a puerta cerrada. Imagina la angustia de no saber si los recursos serán suficientes, si habrá personal cualificado para atenderte, si dispondrá de la medicación más necesaria…, es una carga que ningún ciudadano debería soportar en silencio. La transparencia no es solo un derecho; es una necesidad para sanar no solo nuestros cuerpos, sino también nuestro tejido social.
Por eso sigo soñando con un día en el que cada decisión sobre nuestra sanidad sea tan clara como el agua, donde podamos ver, entender y participar. Donde la gestión se haga con la puerta abierta, donde cada ciudadano pueda ver cómo se distribuyen nuestros impuestos, cómo se forman nuestros profesionales, cómo se planifica nuestra salud. Ese día, puede ser que el miedo a lo desconocido empiece a disiparse y la confianza en nuestro sistema de salud empiece a fortalecerse realmente.
Mi corazón me dice que es hora de exigir, de clamar por una sanidad que no solo cure enfermedades, sino que también cure la desconfianza que nos divide. Necesitamos una revolución de transparencia, una revolución donde la luz de la verdad ilumine cada rincón de nuestra sanidad pública. Porque solo con claridad podremos avanzar hacia una Rioja donde la salud sea realmente un derecho universal y no un privilegio envuelto en sombras que tratan de ocultar el interés particular de algunos que consideran que la sanidad pública es un negocio en el que solo pueden participar algunas empresas privadas.
Exijamos una sanidad transparente, donde cada decisión sea clara como el agua; donde la salud no sea un privilegio en la sombra, sino un derecho al alcance de todos.
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