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Carlos Sánchez Mato y Eduardo Garzón: “El Gobierno de Ahora Madrid sirvió para enfrentar el mantra de que la izquierda no sabe gestionar la economía”

Eduardo Garzón y Carlo Sánchez Mato presentan el libro "919 días ¡Sí se podía!"

Fátima Caballero

El 13 de junio de 2015, la candidatura popular pilotada por Manuela Carmena llegaba al Gobierno del Ayuntamiento de Madrid y acababa con 24 años de gobiernos del Partido Popular. Junto a Carmena, aterrizaban en la institución otros 19 concejales que provenían de diversos espacios profesionales, sociales y políticos. Esta mezcla personal e ideológica que representó Ahora Madrid fue recibida con hostilidad por la gran mayoría de los medios y por toda la derecha, al igual que ha ocurrido ahora con el pacto de gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos.

Uno de esos concejales (y también uno de los más polémicos) fue Carlos Sánchez Mato. Dirigente estatal de Izquierda Unida y economista, a Sánchez Mato le tocó estar al frente de una de las áreas más complicadas y que más recelo generó, la Concejalía de Economía y Hacienda, desde donde se enfrentó al ministro Cristóbal Montoro que ejerció oposición a toda su gestión. En esa andadura que terminó el 18 de diciembre de 2017, cuando Carmena lo cesó de ese cargo, estuvo también Eduardo Garzón, uno de sus asesores.

Ambos acaban de publicar su libro '919 días, ¡sí se podía! Cómo el Ayuntamiento de Madrid puso la economía al servicio de la gente', un relato en el que Sánchez Mato y Garzón recorren su más de año y medio al frente del área económica de la ciudad que más presupuesto gestiona, desde la que sanearon unas cuentas arruinadas mientras aumentaban la inversión social. Desde la rebaja del IBI a las clases más desfavorecidas mientras tomaban atajos legales para subir este impuesto a las grandes superficies, hasta el enfrentamiento con Montoro y las presiones internas que terminaron con su salida, este libro es un relato de las dificultades pero también de los logros que ahora ambos autores quieren que sirvan de ejemplo para el primer ejecutivo estatal de coalición de la historia de la democracia.

En el libro hablan de las dificultades que se encontró el Gobierno de Ahora Madrid, tanto por el trato mediático que recibió como por el empleado por el Gobierno de Mariano Rajoy a cuenta de la regla de gasto. Este martes, PSOE y Unidas Podemos firmaron un pacto al que ahora se podrán sumar a otros partidos. ¿Creen que lo tendrán también difícil?

Carlos Sánchez Mato: Creo que se repiten cosas que tanto Eduardo como yo vivimos en nuestras propias carnes. En 2015, después del acceso al Gobierno de Ahora Madrid, prácticamente lo que se anunció fue el apocalipsis: nada iba a funcionar en la ciudad, la ciudad no iba a ser susceptible de ser mirada con interés por la inversión internacional, íbamos a arruinar las cuentas... Todas esas cosas fueron objeto de editoriales en los medios más importantes de este país. Y en el libro demostramos que no solamente era posible actuar de otra manera, sino que los resultados de nuestras políticas económicas son exitosos. Desgraciadamente, lo que no hubo posteriormente a la realización de nuestro programa de gobierno en materia económica fue desmentidos por parte de quienes habían anunciado la hecatombe.

Eduardo Garzón: De hecho es uno de los motivos por los que escribimos el libro: dar a conocer una experiencia que ha estado sometida a una presión bestial por parte de los medios económicos y los poderes fácticos más importantes, con la idea de aprender de los errores, de las limitaciones que uno tiene. Nosotros lo aclarábamos en la introducción, que la idea es que esto pueda servir para un momento en el que se vuelvan a presentar situaciones parecidas. Que un gobierno progresista con ganas de cambiar la sociedad llegue al gobierno y ser conocedores de las limitaciones que hay.

En función de ese aprendizaje, ¿qué consejos dan al nuevo gobierno de coalición?

CSM: Lo dijo Pablo Iglesias y lo confirmaba Alberto Garzón después: hay que combinar una forma muy concreta de actuación del Partido Socialista con nuestra audacia en el sentido más literal del término. No podemos conformarnos en el gobierno con la situación de extrema precariedad, de enorme desigualdad, de injusticia fiscal que existe en nuestro país. Lo sencillo sería simplemente aceptar el statu quo y no intentar buscar formas de ir más allá. Humildemente, nosotros demostramos en Madrid que mover esos márgenes requiere de un esfuerzo enorme, titánico, y que incluso puede salir mal.

¿Les aconsejan aguantar las presiones, por ejemplo?

CSM: Cuando hablamos de audacia, hablamos en este caso de la capacidad de vencer esas presiones. No hablamos de cruzar la calle con el semáforo rojo, hablamos de no dejarnos influir por las presiones absolutamente desmedidas que se producen. ¿Por qué? Porque hay muchos intereses creados. Hay demasiada gente pensando y creyendo que el gobierno, también el de la nación, tiene que estar al servicio de sus intereses pequeñitos. Y claro, nosotros venimos a otra cosa.

¿Se arrepienten de haber mantenido el pulso con Montoro por la regla de gasto que propició su salida y les dejó fuera de una de las concejalías más importantes para seguir llevando a cabo políticas sociales?

CSM: Había que recortar 550 millones y hemos visto los resultados que ha tenido desde el punto de vista político. Cuando en el último año de mandato, que es cuando los gobiernos se ponen bonitos y terminan inaugurando el fruto del esfuerzo de la primera parte de la legislatura, tú lo que haces son recortes, lo que ocurre es que tu gente, tus votantes, la ciudadanía en general, no ven los frutos de tu acción. No era un capricho intentar seguir manteniendo nuestra senda presupuestaria: era la forma de culminar de manera adecuada un proyecto que había tenido la herramienta presupuestaria como algo fundamental. Hacer un recorte de 550 millones de euros ha tenido como resultado la abstención en los barrios de la periferia de Madrid, donde fue 20 puntos superior a los barrios en los que habitualmente gana la derecha. Eso es lo que impidió que no tuviera éxito una confluencia con un resultado mayoritario de la izquierda en la ciudad de Madrid.

El mejor combate contra la abstención es de verdad ser audaces en la realización de las políticas públicas y es un aprendizaje para el futuro. Pero no solamente para las elecciones locales, también para las autonómicas y para las generales. Hay una enorme oportunidad que se abre ahora con un posible gobierno de PSOE y Unidas Podemos a nivel del Estado que hay que aprovechar para que le mejore la vida a la gente, no para que le mejoren las grandes corporaciones del sector energético, que para eso ya tienen a otros partidos.

Este miércoles la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha dicho que ejercerá de contrapeso a ese Gobierno. ¿Tiene mecanismos el Ayuntamiento de Madrid o la Comunidad para desestabilizarlo?

EG: Desestabilizar es una palabra demasiado fuerte. Pero está claro que oposición política van a hacer y los portavoces de la Presidencia de la Comunidad de Madrid y también de la capital van a tener bastante eco. Esto es algo que nos esperábamos. Nosotros vivimos algo parecido dentro del Gobierno de Ahora Madrid, en el cual, por ser precisamente la capital del país tenía muchísimo eco y todo el mundo se enteraba incluso de alguna medida como el traje de los Reyes Magos cuando apenas tenía importancia. Entonces sí, seguramente habrá presión, era de esperar y no tiene por qué ser tampoco un drama.

¿Pero pueden usar las instituciones como hizo el Gobierno de Mariano Rajoy para frenar su acción de gobierno?

EG: Tenemos un sistema institucional que centraliza las competencias desde arriba hacia abajo. Por lo tanto, medidas institucionales así a bote pronto es más difícil.

Señor Garzón, cuando se conoció el pacto de gobierno, publicó un tuit en el que aseguró que no le había gustado la parte de la estabilidad presupuestaria...

EG: Son simplemente dos palabras que aparecen en el documento y sobre las que apenas se puede inferir una de ellas, pero sí que revela una especie de obsesión que tiene en este caso la élite económica europea, que es la de que todos los estados y las administraciones públicas tengan que tener superávit público o equilibrio presupuestario, pase lo que pase. Y es simplemente una mención a que el futuro gobierno tenga en cuenta, que antes que lograr el saneamiento de las cuentas públicas está el bienestar de la gente y que uno no puede poner por encima precisamente un objetivo fiscal frente al objetivo de mejorar la vida de la gente.

¿Qué balance hacen del Gobierno de Carmena? ¿Qué creen que recordará la gente?

CSM: Para muchos quedarán polémicas como la del traje los Reyes Magos, pero creo que lo que se construyó desde el punto de vista de acción económica es suficientemente sólido como para merecer no solamente nuestro libro, sino la atención de la gente. Creo que demostramos de una manera muy clara que había otra forma de gestionar, con el marco hostil existente, las cuentas públicas en una ciudad tan grande como Madrid. Incrementando de una manera muy importante la inversión en infraestructuras y equipamientos y la inversión social. Los compañeros del PSOE en el Gobierno central lo podrán visualizar en la realidad que llevamos a cabo en Madrid, también pactando con ellos, porque este tipo de actuaciones fueron el resultado del diálogo con el Partido Socialista en esa etapa.

EG: Sirvió como potente argumento para enfrentar al típico mantra de que la izquierda no sabe gestionar la economía. Con nuestra participación, dentro de que no hicimos la revolución socialista ni mucho menos, y sabiendo que tuvimos una limitación importante, fuimos capaces de hacer algo que nunca la derecha había sido capaz de hacer: mejorar la inversión social y mejorar la calidad de vida de la gente, al mismo tiempo que se cuadraban las cuentas haciéndolo posible desde postulados de izquierda pensando en el bienestar de la gente y no en el de los negocios.

Al principio del libro hablan mucho de la deuda, de cómo la encontraron y de la gestión que se hizo sobre la misma. ¿No es un poco raro, desde un gobierno de izquierdas, presumir de la reducción de la deuda en una ciudad que tenía y tiene tantas necesidades?

CSM: Jamás presumimos. No era nuestro objetivo la deuda, sino mejorar las condiciones de vida y bienestar de la gente de nuestra ciudad, pero lo paradójico es que conseguimos ambas cosas.

EG: Nosotros nunca presumimos, pero ocurrió una cosa muy curiosa y era que era muy goloso para cualquier medio de comunicación titular que el Ayuntamiento estaba reduciendo la deuda al mismo tiempo que la Comunidad de Madrid la estaba aumentando porque eran dos formaciones política enfrentadas y de cara a generar un titular atractivo acababa eclipsando todo lo que queríamos contar, que era que no era lo importante.

Una parte de las críticas sostenía que lo que estaba detrás de la reducción de la deuda era la falta de ejecución presupuestaria. En el libro desmontan esa parte aunque también hacen autocrítica.

CSM: Una parte de esa dificultad para ejecutar fueron las resistencias de los propios engranajes de la administración local madrileña. Pero luego hubo otra muy importante: sufrimos continuos ataques por parte de Delegación de Gobierno y del Ministerio de Hacienda, que dificultaron la propia ejecución del presupuesto. Llegamos a tener paralizada la ejecución de las obras que estábamos realizando y como nosotros decíamos, ¿a quién le molesta que pongamos elementos de protección cardiovascular en los mercados de Madrid? Pero los datos de ejecución son muy claros: fueron 800 millones de euros más en el mandato, respecto al anterior gobierno del PP, sin tener en cuenta la deuda. Se podría haber ido mucho más allá: podríamos haber conseguido que en vez de que las cuentas bancarias del Ayuntamiento el último día tuvieran 1.900 millones sin gastar, hubiera sido mejor que estuvieran las calles más limpias, más arregladas... Pero el obstáculo fue legal y de voluntad política.

EG: Aunque ese fue el motivo fundamental, que nos pusieron palos en la rueda, hay que tener en cuenta que quisimos darle un cambio bestial al Ayuntamiento, que es al fin cabo una herramienta gigantesca en la cual hacer cualquier tipo de cambio cuesta muchísimo. Nosotros utilizamos el símil del trasatlántico que va a toda velocidad y cambiarlo de dirección no es tan fácil. Y aunque conseguimos ejecutar muchísimo más en términos absolutos, con respecto a lo que queríamos lograr y por eso presupuestábamos tanto, no lo pudimos hacer, en parte por esas inercias.

Uno de los detonantes de su cese como concejal y su salida de la Concejalía de Economía y Hacienda fue la guerra con Montoro y la regla de gasto. Pero hubo más motivos que fueron más internos.

CSM: Todos los planteamientos que se van desgranando en los diferentes capítulos tienen que ver con un proceso de auditoría de la deuda y de las políticas públicas que afloró irregularidades e ilegalidades de enorme tamaño en la ciudad. Un proceso en este caso, además, especialmente desarrollado y coordinado por Edu, que consiguió aflorar miles de millones de euros en irregularidades muy importantes. ¿Qué fue lo que ocurrió? Que eso tocaba a los poderes fácticos, a gente muy importante en la ciudad, gente que levanta el teléfono y se le cuadra todo el mundo. Humildemente, nosotros no.

¿Quiere decir que se cuadraba parte del gobierno de Ahora Madrid y la oposición también fue interna?

CSM: Sí, es evidente.

EG: Lo contamos en el libro, pero el objetivo no es hacer sangre ni buscar revanchismo, sino tratar de contar lo mejor que vivimos en esa experiencia, para que sirva luego. Yayo Herrero lo cuenta muy bien en el prólogo, que este libro tiene un espíritu de crítica constructiva para que si tenemos una nueva oportunidad, poder aprender de los errores y mejorar. Pero en absoluto se trata de buscar o de contar los trapos sucios porque no tiene ningún tipo de sentido, porque no es el objetivo y los trapos sucios todo el mundo los tiene.

CSM: Hay quien puede llegar a pensar que lo único que hacíamos durante las larguísimas jornadas, día tras día, era pelearnos con Montoro. Y nada más lejos de la realidad. Pusimos en marcha políticas de contratación pública que han sido pioneras en todo el Estado, que incluyen cláusulas sociales, medioambientales y de comercio justo en la contratación pública del Ayuntamiento de Madrid, que han mejorado la vida a mucha gente.

Les quería preguntar por la auditoría de la deuda. ¿Qué pasó con esa promesa electoral?

EG: Ese ejemplo es muy representativo, porque nos encontramos palos en las ruedas por parte de nuestro propio gobierno, porque consideraban que no era prioritario contar los desmanes y las irregularidades del Partido Popular, sino que había que centrarse en el futuro. Y creo que lo demuestra que es justo cuando nosotros fuimos expulsados del área, la auditoría de la deuda y la política pública se paralizó y no salió adelante nada.

CSM: Quienes pensaban que lo hacíamos por revancha se equivocaba completamente. Lo que ocurre es que era un flujo de dinero que se estaba yendo, no precisamente por el sumidero, sino que estaba alimentando a esos poderes económicos y fácticos que controlan el Ayuntamiento. 

Madrid Calle 30, por ejemplo, cuesta más a las arcas públicas porque su gestión no es pública, como ha publicado eldiario.es y también cuentan ustedes en el libro.como ha publicado eldiario.es

CSM: Cómo funciona una empresa mixta como Madrid Calle 30 es una de las situaciones más dolorosas porque supone un expolio público de un tamaño enorme y ese tipo de situaciones hay que revertirlas. Lo que pasa es que revertirlas supone enfrentarse a personas muy poderosas. En este caso la audacia a la que apelábamos al principio para nuestros compañeros en el Gobierno central, que estamos absolutamente seguros de que van a hacer un papel muy adecuado y muy bueno para el beneficio de la mayoría social, requiere también que se taponen determinadas vías por las cuales se está yendo el dinero público. Cuando se está pidiendo estabilidad presupuestaria y con buen criterio Edu criticaba ese elemento, es especialmente significativo que no se pretenda o que no se quiera reducir los flujos ineficientes de dinero público.

Hablaban de las presiones por la regla de gasto, pero también impulsaron comisiones de investigación que motivaron mucha contestación.

CSM: Los trabajos de cada una de las comisiones de investigación, de la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo, la de M-30 y todos los trabajos de la Subdirección General de la Auditoría y del equipo, tuvieron obstáculos continuos: externos e internos. Así es. Y cada uno responde a una dinámica que puede no ser exactamente la misma. Lo que nosotros teníamos claro es que el dinero de todos es sagrado y no se puede permitir que se malgaste. Si algo demostró nuestra área de gobierno fue precisamente que ese tipo de cosas no las consentíamos. Hasta en detalles como que se redujeron en prácticamente la mitad el número de altos cargos de nuestra área. Es verdad que otras contrataron más, pero desde luego en Economía y Hacienda demostramos que había otra forma de hacer las cosas...

EG: Y de asesores, personal eventual, estaba yo solo al principio. Cuando el PP había tenido trece.

Han hablado de la oposición interna en el gobierno y la del PP en las instituciones. Pero en el libro tratan en un capítulo las complicaciones con algunos funcionarios por el poder político que llegaban a ejercer. ¿Se encontraron con la oposición de algunos técnicos después de dos décadas de gobiernos del PP?

EG: Cuando uno piensa en el equipo técnico de una administración pública cree que solo hacen algún tipo de labor sistemática, fácil y cotidiana. Pero depende de qué tipo de cargo tengan, porque los puestos más elevados acaban teniendo un margen de responsabilidad política y discrecional muy importante. Los concejales no lo pueden hacer todo, tampoco sus asesores, y al fin y al cabo son los que tienen los conocimientos y la formación. De alguna forma se depende de ellos y cuando están motivados con el proyecto todo va muy bien, pero a veces no lo están. Un ejemplo es que a los técnicos a los que pedimos determinados informes sobre alguna irregularidad pasada, eran los mismos que en aquel momento estaban formando parte del gobierno. Ahí había una serie de contradicciones, de las cuales nosotros nunca podíamos saber todos los detalles, pero sí sospechábamos que no estaban muy ilusionados con nuestro proyecto y que de alguna u otra forma ralentizaban los procesos o los dificultaban. 

CSM: Pero también hay un montón de personas maravillosas en el alto funcionariado que no solamente se creyeron el proyecto político, como decía Edu, sino que además se dejaron mucha vida también junto con el equipo.

Llegan a plantear al final del capítulo que muchos técnicos crecen dentro de la administración porque llegan incluso a ser “cómplices d actuaciones irregulares de dudosa legalidad”. ¿Para que haya un político corrupto, se necesita un funcionario corrupto?

CSM: En muchos casos sí, no necesariamente, pero en muchos casos sí. Es una herramienta imprescindible para quienes quieren saltarse la ley y la norma.

EG: Nos contaron algunos funcionarios que durante la época del Partido Popular habían sido presionados para que firmaran determinado documento que no querían firmar y que cuando no pasaban por el aro eran defenestrados. Es decir, los llevaron al puesto más aburrido, el que menos condición laboral y que peores condiciones laborales tenía. Evidentemente necesitan la complicidad de algunos funcionarios y para otras.

En el libro también tratan las remunicipalizaciones. En el caso de Funeraria, pasó a tener beneficios de más de 4 millones de euros el primer año bajo la gestión pública. Pero el nuevo gobierno de coalición ahora quiere volver al modelo de gestión privada.

CSM: Eso es corrupción legal. Lo que quieren hacer es corrupción legal. Cuando privatizaron anteriormente funeraria se demostró que había sido, además de ser corrupción legal, también corrupción ilegal, porque Luis María Huete fue condenado por esa actuación favorecedora para que los privados se enriquecieran seguramente a cambio de algo. Lo que ocurrió es que había prescrito el delito, pero eso no quita que fuera delito. La corrupción legal es hacer que el servicio público que debe ser prestado de manera directa y que ha demostrado por nuestra gestión, que es exitoso, se ha convertido en un nicho de negocio y de obtención de rentabilidad para en este caso una empresa privada.

EG: Es corrupción legal porque lo que es de todos se lo dan a unos cuantos, es así de sencillo. Algunos lo podrían llamar incluso robar. Pero en el libro hacemos hincapié en que no es sólo una cuestión tan básica como que hay por medio unos intereses privados, sino que además la propia legislación española favorece que la gestión sea directa por parte de las administraciones públicas. Explicamos que hay bonificaciones por impuesto de sociedades y también incluso bonificaciones por IVA. O sea que la propia legislación favorece que la gestión directa sea más barata y, por lo tanto, también más eficiente.

Una de las cosas que denunciaron ante la Fiscalía fue el contrato del Open de tenis. El PP le llevó a los tribunales por aquello y ahora están a un paso de ir a al banquillo de los acusados. ¿Actuaron mal?

CSM: No solo el PP, también Villarejo, que no es un detalle menor. El PP y Villarejo de la mano, actuando como lo que son, como dos cloacas, en este caso, persiguiendo a quienes persiguen su corrupción. Nada nuevo bajo el sol. Ni he sido el primero, ni la compañera Celia Mayer tampoco, ni seremos los últimos. No hemos hecho nada y no creemos que vayamos a estar ni siquiera sentados en el banquillo en ningún momento. El planteamiento que hizo la asociación auspiciada por Villarejo fue que si desde IU retirábamos de la acusación popular en la Operación Tándem que le mantiene en prisión por delitos gravísimos, este caso hubiera desaparecido. Pero nosotros no cedemos ante las presiones.

Hablan en el libro también de los retos que quedaron pendientes: la renta social municipal, el apoyo al pequeño comercio... ¿Cuál creen que era el más urgente o cuál es el que les hubiera gustado poner en marcha antes de su salida?

EG: La renta social municipal. En Madrid hay gente que no tiene ningún tipo de ingreso y se ve obligado a recurrir a la mendicidad, cuando con una renta social que no supone muchísimos recursos tendríamos muchos problemas que solucionados, o al menos, mitigados. Y era sencillo de hacer porque la renta mínima de inserción de la Comunidad de Madrid se gestiona desde el Ayuntamiento de Madrid. Entonces es tan sencillo como coger a la gente que está en lista de espera y cuantificar por cada uno de ellos el coste y era algo absolutamente factible. El problema podía ser más jurídico porque la competencia de una corporación local para este tipo de cuestiones no está clara.

CSM: Por lo que supone una quinceava parte del superávit de Madrid, se hubiera puesto el suplemento de la renta social municipal hasta un nivel absolutamente digno, hasta llegar a los 600 ó 700 euros. Avanzamos mucho en eso.

Hacían al principio de la entrevista un diagnóstico de por qué la izquierda perdió el Ayuntamiento de Madrid. ¿Se han arrepentido de haber dividido el voto con el proyecto Madrid en Pie?

CSM: Nosotros no nos fuimos de Ahora Madrid. Quien se fue en este caso, desgraciadamente, fue Manuela Carmena, que abandonó un proyecto colectivo que se había demostrado ser exitoso. No consideramos que hiciéramos nada más que lo que era nuestra obligación, que era intentar responder a ese espíritu de Ahora Madrid que además considero que sigue vivo.

EG: Ahora quien ha dividido el voto a nivel estatal ha sido Más País, y lo hicieron antes en la comunidad, por ejemplo.

Estoy ante dos economistas, ¿hay que preocuparse por una nueva crisis?

EG: Yo diría rotundamente sí, pero no sabemos ni cuándo ni cómo va a manifestarse. Tampoco creo que tenga que ver necesariamente con los signos de desaceleración económica que estamos viendo. Es verdad que hay desaceleración, pero puede ser simplemente resultado de un ciclo económico que se agota, no necesariamente que vaya a surgir una crisis, aunque sí creo que de verdad va a haber una. Pero, insisto, espoleada por la tensión y desequilibrio en los mercados financieros, más que porque cada vez se contrata menos gente o que hay índices de confianza empresarial más reducida.

CSM: Cuando hay dos economistas en la sala suele haber dos opiniones. No es fácil diferir de mi compañero, pero un matiz desde mi posición: no hay una nueva crisis porque no hemos salido de la anterior. Hay un 26% de la población de este país que tiene la misma renta ahora en términos reales que la que tenía en 2007. Lo que significa más de una década perdida desde el punto de vista de los derechos. Además de eso se producen las circunstancias que indicaba Eduardo: estamos ante una inestabilidad enorme y una economía con elevadas dosis de dopaje. Las propias políticas monetarias están sosteniendo una situación que de no existir hubieran dejado más claro la situación de crisis en el momento actual. Por lo tanto, claro que es inevitable que el capitalismo vuelva a pegarse otro batacazo. Lo que nosotros decimos es que gestionar las crisis no da igual quien lo haga.

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