La revolución de los sketchers y el redescubrimiento del barrio durante la pandemia
Seguro que alguna vez te has topado por la calle, quizá frente a algún monumento, con gente con cuadernos de dibujo, sillas portátiles, pequeños sets de acuarela, portaminas, pinceles con depósito de agua… aunque plen air (pintar al aire libre) lo conocemos al menos desde el siglo XIX, el fenómeno del dibujo urbano está de moda.
Dibujantes urbanos hay muchos, solos o en compañía, pero uno de los grupos más conocidos actualmente es Urban Sketchers, un movimiento internacional que surgió por iniciativa del periodista español residente en Estados Unidos Gabriel Campanario, que puso la semilla en Flickr! (red de fotografías que en aquel momento era hegemónica y que sería la primera plataforma de los sketchers de todo el planeta). La cosa creció de forma imparable y hoy es una organización internacional, que cuenta con un simposio anual (este año tocaba en Hong Kong pero se tuvo que anular por el Covid) y tiene diferentes grupos regionales.
Joaquín González Dorao, uno de los administradores del grupo en Madrid, nos cuenta que antes de este había otro llamado Madrid a trazos, que evolucionó de manera natural al actual grupo adscrito a Urban Sketchers. En Facebook o Instagram se plantean quedadas en un lugar concreto y se reúnen a dibujar juntos.
Paula Cabildo, que también empezó en Madrid a trazos y está ahora en Urban Sketchers, subraya la importancia del elemento colectivo: “dibujar es un trabajo solitario, siempre está bien juntarse con más gente. Ver cómo solucionan otros los problemas, probar materiales, cosas así, en lo creativo... En lo personal, he sacado de estos grupos de dibujo más de un amigo muy querido, ¡y muchas cañas!”. A ella le interesa especialmente la figura humana y también participa en otro grupo, El Retratistas Nómada, cuyos dibujantes hacen retratos a los viandantes.
Joaquín centra el asunto: “El cuaderno de viaje, que es el antecedente de los que nosotros utilizamos, comienza con los viajes ingleses, en los que había un oficio específico para documentar el viaje y los hallazgos. Hoy en día es como una especie de periodismo urbano dibujado de la cotidianidad, y salimos lo más ligeros de material posible”.
Los dibujos de Joaquín, bastante representativos del estilo imperante en el movimiento, captan espacios de la ciudad, a los que añade tránsito de gente y detalles urbanos. “Hay gente de todo tipo de profesiones, aunque es verdad que abundan quienes provienen de la arquitectura y quizá ellos se sienten más cómodos en el dibujo de edificios, pero nos gusta mucho añadir detalles, hay quien se especializa incluso en dibujar papeleras. Lo que se dibuja no son los monumentos sino la vida urbana”.
Lo que la pandemia cambió en el dibujo urbano
Cuando uno recorre hacia atrás las convocatorias e imágenes del grupo de Urban Sketchers percibe enseguida que la mayoría son en el centro de la ciudad, espacios monumentales y singulares. Últimamente, ahora que la actividad grupal ha podido reanudarse, han documentado las obras de desmontaje de las Torres de Colón, por ejemplo.
Pero las restricciones a la movilidad y a las reuniones de este año han puesto a prueba una actividad que necesita de la calle, tiene su savia en las reuniones y acostumbra a citarse en espacios señeros de la ciudad. ¿Obligó la pandemia a cambiar las rutinas del dibujo urbano?
Juan Carlos Rodríguez cree que sí, o al menos esto es lo que le ha pasado a él. Este ingeniero, vecino de Tetuán, siempre ha dibujado, durante sus viajes o en las diversas situaciones de su vida, y desde hace tres o cuatro años también participa de Urban Sketchers.
Según nos cuenta, “la pandemia ha resultado ser un reto para los dibujantes, se han hecho quedas virtuales y en Google Earth”. Este tipo de iniciativas se generalizaron en YouTube o Instagram. El dibujante urbano Juan Linares promovió hacer un dibujo diario en el interior de casa bajo la etiqueta #Cuadernointerior, con gran éxito.
“Pero a mí me faltaba algo, tenía mono de salir. En cuanto se pudo, bajé a la calle y dibujé la esquina de la calle Algondonales con Cáctus”, nos cuenta Juan Carlos.
De repente, su propio barrio se le apareció a Juan Carlos como un especio digno de ser dibujado y su afición le sirvió para “redescubrir el barrio”. Nuestro vecino sufrió el primer confinamiento y el último perimetral, y este dibujar cerca de casa por obligación le ha abierto el hambre de barrio. “A raíz de esto me ha surgido el interés por seguir con ello y hacer un proyecto centrado en Tetuán, quizá pintar algún espacio antiguo como era antes y como se ve ahora”.
Juan Carlos Rodríguez ha tenido la gentileza de prestarnos los dibujos del barrio y sus alrededores que acompañan este artículo. Con toda intención, hemos omitido los pies de foto para que seáis vosotros quienes le pongáis texto mentalmente. ¿Sabríais decir cuáles son los espacios dibujados por Juan Carlos? Seguro que reconocéis la mayoría.
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