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La fiebre del escapismo

Fachada Clue Hunter, situado en el centro de ocio Zig Zag

José Miguel Vilar-Bou

Murcia —

Es la forma de ocio de moda: Los participantes quedan encerrados en una habitación llena de enigmas, candados y pistas escondidas que deben descifrar antes de una hora si quieren salir. Es una ficción, claro, pero el “escape room” juego de ingenio y lógica envuelto en una sugerente ambientación cinematográfica, música incluida, tiene cada vez más adeptos: Sólo en Murcia, siete salas han abierto en menos de un año.

“Mi socio y yo conocimos las ”escape rooms“ en Barcelona, nos pareció un concepto increíble, una nueva manera de ”vive tu propia aventura“ y decidimos traerla aquí”, explica Román Carpio quien gestiona junto con Javier Serrano Clue Hunter -franquicia con matriz en Valencia- en el centro comercial Zig Zag.

Con sólo franquear una puerta, la luminosa recepción queda atrás y uno se encuentra en un espacio cerrado y desconcertante. A poco que se observe, los indicios y los objetos que conducen a otros objetos empiezan a surgir. Se comienza así a tirar del hilo y la aventura se hace cada vez más sorprendente y compleja. Uno se siente envuelto en una red de pistas meticulosamente tejida, con todo tipo de estimulantes giros y juegos para la mente.

“Lo que queremos es que la gente se lo pase bien”, declaran los propietarios.

Tanto Román como Javier tienen sus propios empleos, pero decidieron emprender esta aventura porque, “pese al tiempo y esfuerzo que requiere, nos apasiona”.

Dentro de la aventura

El escenario suele oscilar entre el cine de terror y la novela de misterio: el laboratorio de un alquimista, el estudio de un científico loco, la mazmorra de un asesino en serie…

Los jugadores –en general grupos de dos a seis personas- se convierten, por arte de la ficción, en detectives, policías o rehenes de un psicópata.

Con una buena ambientación y la iluminación adecuada, la suspensión de la incredulidad es inmediata. Pero el elemento central son los juegos de ingenio que hay que resolver para abrir las cerraduras y puertas.

“No se trata de pasar miedo, ni mucho menos, sino de divertirse descubriendo la solución a los enigmas”, aclara Miguel Ángel Lozano, licenciado en publicidad que, junto a varios socios, ha puesto en marcha “Enigmatic”.

En su local de la calle Vinader, nos presenta el juego “El virus”. Poco más que el nombre se revela: Como en todas las habitaciones de escape, no sabemos qué nos aguarda al otro lado. El misterio es elemento clave.

“La gente llega a ciegas, sin saber nada de la historia en la que van a participar. El impacto es crucial para meterse en el papel”, explica Miguel Ángel.

Este chute controlado de adrenalina ha hecho muy populares los juegos de escapismo como alternativa para cumpleaños y despedidas de soltero.

Atraen también a parejas, familias y hasta empresas: “Como el juego requiere mucha comunicación y trabajo en equipo, es muy útil en actividades de ”team building“ y como dinámica de grupo”.

De la pantalla a la realidad

Las salas de escape tienen su origen en un videojuego. Desde el momento en que pasaron de la pantalla a la realidad, el éxito fue fulminante.

Las primeras surgieron en Estados Unidos y Japón en 2006. De ahí se extendieron a otros países. En 2015 había más de 2.800 en el mundo.

La pionera en España fue ParaPark, inaugurada en 2012 en Barcelona.

El “room escape” ha generado no sólo un mundillo de aficionados que nutren webs y blogs con trucos para escapar o para montar un juego en casa, sino una forma de turismo: Son muchos los que viajan a otras ciudades tras el reto de desentrañar las mejores y más difíciles salas.

Aunque prima el público entre veinte y cuarenta años, el espectro es muy amplio.

“Hemos tenido desde gente mayor hasta niños de seis años. Al ser tan pequeños, no pueden resolver los enigmas, pero disfrutan mucho con la ambientación”, explica David Clemente, de Escape Play.

Mientras habla, una puerta se abre y aparece una pareja. Acaban de hallar el modo de salir. Es la primera vez que juegan y están visiblemente eufóricos en su vuelta al mundo real: “Nos ha sorprendido mucho”, dicen.

“Durante el juego se desconecta, se descarga mucha adrenalina”, explica David.

Escape Play fue el primer juego de escapismo en vivo de Murcia. Cristina Martínez y el propio David arrancaron en noviembre de 2015.

“Investigamos, vimos que en Murcia no había nada, y así empezamos”, relatan.

Más de 3.000 personas han pasado por su local con dos salas y son la “escape room” de la ciudad mejor puntuada en TripAdvisor.

“El boca a boca de la gente es la mejor publicidad”, aseveran.

Es algo en lo que coinciden con el resto de entrevistados: “Como el juego sólo puede hacerse una vez y la gente repite, de una ”escape room“ van a la siguiente”.

Eso genera una competencia sana entre las siete salas de Murcia. De hecho, sus propietarios incluso comparten un grupo de whatsapp.

Como los otros consultados, también Cristina y David fueron aficionados antes que empresarios: “Estamos enganchados, viajamos por toda España jugando”.

Hacer disfrutar a los demás resulta un trabajo duro. Así lo explica Cristina: “El proceso de crear la aventura es muy complicado. Tienes que comerte el coco hasta en el más mínimo detalle, y lograr hacer posibles las ideas que se te ocurren. Vas todo el día dándole vueltas. Hemos aprendido mucho, pero es vivir para esto”.

Además de las citadas, en Murcia se encuentran las salas de escape Mystery Motel que cuenta con varias historias, The Project Escape que ofrece el juego “El Pentágono” con un mundo al borde de la Tercera Guerra Mundial, 1Room1 Exit que plantea la búsqueda de una investigación científica que puede salvar el mundo y Mysterium Escape Room que nos traslada a la Murcia de 1947 y al enigma que se esconde tras una misteriosa carta.

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