Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
El Gobierno da por imposible pactar la acogida de menores migrantes con el PP
Borrell: “Israel es dependiente de EEUU y otros, sin ellos no podría hacer lo que hace”
Opinión - Salvar el Mediterráneo y a sus gentes. Por Neus Tomàs

La ética en la política y el coronavirus

El Gobierno pone a la orden de las consejerías las instalaciones sanitarias privadas

M. Luz Martínez Seijo

Secretaria de área de Política Social, Cohesión e Integración del PSOE —

17

Cualquier crisis en la vida nos pone delante del espejo y nos hace mirar a nuestro interior pero, también al exterior. En este largo mes que llevamos sufriendo el coronavirus en común los españoles, se ha oído en muchas ocasiones que de esta crisis estamos viendo lo mejor de la sociedad, pero también lo peor.

Sin duda, me quedo con lo positivo de las personas y de su respuesta continua para contribuir a que la locura de situación que vivimos sea menos dura. Los aplausos diarios son una mínima expresión aunque significativa del esfuerzo que cientos de miles de personas realizan a diario. Padres y madres, que compaginan el teletrabajo con la ayuda a sus hijos en casa, familias preocupadas por la pérdida de su puesto de trabajo, por pagar la hipoteca, el alquiler o la luz. Niños y niñas que no entienden por qué no pueden salir a la calle, ir al cole o jugar con sus amigos.

Miles de personas que deben elegir si pagar el alquiler o comer. Miles y miles de personas que no saben qué será de sus negocios cuando acabe todo esto, si podrán seguir haciendo frente a los gastos derivados del mantenimiento o si la sociedad que salga de esto seguirá con los mismos hábitos que permitan mantener un sector productivo. Personas preocupadas porque no entran ingresos en sus hogares y no pueden adquirir suficientes alimentos.

Todos somos sufridores de esta crisis, absolutamente todos y todas. Los que nos hemos quedado en casa porque nuestros puestos de trabajo no se consideran esenciales, algunos podemos hacer teletrabajo y otros no. Los que salen a diario a cuidar y sanar a los enfermos, los que ayudan a nuestros mayores en las residencias, los que contribuyen a garantizar la alimentación de todos y todas, los que nos protegen y arriesgan su salud en ello, y un largo listado de ocupaciones que garantizan que sigamos atendidos a pesar de todo.

También sufren las administraciones, las locales, las autonómicas y el gobierno de la nación. Porque nadie quería esta crisis, nadie quería un virus desconocido y letal que nos está machacando donde más nos duele, en la salud y en nuestras propias vidas y acaba con nuestros seres queridos. Una pérdida humana siempre es dolor para familiares y amigos, pero una pérdida sin poder compartir el duelo, sin poder despedirte de tus seres queridos es un dolor más profundo, un dolor en soledad.

Tristemente este virus no nos está dejando eso, ni el pequeño derecho a despedirnos de nuestros seres queridos. Pero ante lo injusto de la situación, que vivimos, ante el dolor y frustración que sentimos, no debemos buscar culpables, más que al único que existe, un virus responsable de una crisis sin igual, una crisis sanitaria mucho peor que cualquier otra vivida anteriormente.

Sin embargo, desde el principio de esta crisis sanitaria la sociedad española ha estado expuesta a una manipulación mediática y partidista; se han generado noticias falsas que se han difundido incluso por medios de comunicación y redes sociales de partidos políticos de la derecha española, culpando al gobierno y responsabilizando también a la política prácticamente de todos los males asociados al coronavirus.

Es inmoral la utilización del dolor humano, es antidemocrático manipular la información y generar incertidumbres a base de mentiras. Se carece de ética cuando se fomenta la inseguridad en la ciudadanía y se incrementa el sufrimiento de tantas personas que ya de por sí están vulnerables por múltiples razones y situaciones personales diversas, y en muchos casos dramáticas.

Se puede discrepar sobre algunas actuaciones, pero desde luego no se pueden lanzar acusaciones sin fundamento, como si de este virus se conociese su comportamiento desde hace años. Nada más lejos, cuando este es un enemigo muy reciente. Llegó a España el 31 de enero, y en tan solo un mes, se ha exigido a este gobierno un conocimiento absoluto de su comportamiento, desarrollo y evolución, de sus consecuencias y de la planificación y organización de todo un país. Pues he de decir que a ningún estado en el mundo se le ha demandado lo mismo en semejantes circunstancias. La misma OMS ha reconocido la gran labor que está realizando España al frente de esta crisis.

El Gobierno de España está gestionando una situación que a ningún gobierno del mundo le complace gestionar, ninguna administración disfruta viendo sufrir a sus conciudadanos, ni a nadie en su sano juicio le complace confinar a millones de personas en sus casas durante semanas. Día a día surgen nuevos problemas derivados de la situación de alarma que estamos viviendo, y día a día, este gobierno está creando ayudas, adoptando medidas sociales, laborales, órdenes que regulan el transporte, los trabajos esenciales, la atención a colectivos vulnerables, los medios y vías para que lleguen a los interesados, pero sobre todo, se está gestionando una crisis sanitaria que requiere ingentes cantidades de recursos de protección, recursos sanitarios y también humanos.

Miremos hacia adelante y luchemos para combatir a un enemigo común, el coronavirus. Que nuestra rabia, dolor y preocupaciones se centren en lo importante, luchar unidos para acabar con este mal que nos castiga a todos y a todas por igual. A nadie le debe quedar la más mínima duda de que este gobierno se está dejando la piel para acabar con él y que va a poner todos los recursos, como ya está haciendo, al alcance de la ciudadanía para paliar sus consecuencias en nuestra sociedad, porque nadie debe quedar atrás. En eso está volcado el gobierno y en eso estamos volcados la gran mayoría de políticos, al menos los que entendemos la política como “res publica”.

Etiquetas
stats