Acabamos el año algo cortos de líderes. Hay que reconocerlo. Como en la canción de REM, el mundo se aproxima a su final, tal y como lo conocemos, y va a pillar a demasiados en la cola para comprar ese liderazgo que asegure la mejor relación calidad/precio.
Los medios ya no saben dónde hurgar para alargar el culebrón en Podemos. Estamos a segundos de verles empezar a registrar la basura de Pablo Iglesias e Iñigo Errejón para poder publicar cómo crecen las desavenencias en la formación morada, porque uno se decanta más por comprar productos frescos mientras el otro tira más de congelados y grasas saturadas.
Nunca dejará de asombrarme la capacidad de la prensa española para convertir cualquier debate político, por complejo o profundo que pueda ser, en una mezcla grosera entre Sálvame, Barrio Sésamo y un programa de riesgo y aventura presentado por Calleja. Desde su primer día de vida, se ha diseñado un final para Podemos que consiste en demostrar que son y se comportan igual que los demás partidos. Y no pararán hasta escribirlo. Reducir a una morbosa pelea de machos alfa un debate ideológico y estratégico de primer orden sobre qué camino debería seguir una fuerza emergente para convertirse en partido de gobierno solo es otro capítulo en este serial de la vulgarización de Podemos.
En el PSOE tienen que tirar de stock y José Luis Rodríguez Zapatero vuelve a la vida para salir de gira como los Rolling Stones tras su enésimo lavado de sangre. Pedro Sánchez aparece y desaparece al compás de una táctica de guerrilla que cuesta trabajo seguir. Susana Díaz convoca acto tras acto para anunciar lo que nunca se decide a anunciar, dejando siempre a sus seguidores al borde del éxtasis. A este paso, cuando llegue su Congreso y los socialistas elijan de verdad a su nuevo mandamás, estaremos todos tan hartos y tan cansados de sus líos que ya nos dará igual.
La crisis general de liderazgo alcanza tal gravedad que estalla donde menos cabe esperarlo. En Ciudadanos se aburrían tanto haciendo de followers de Albert Rivera y amigos invisibles del gobierno, que han tenido tiempo hasta para armar una corriente crítica que ha durado, exactamente, dos días y una rueda de prensa.
Hasta en la santa madre Iglesia andan cortos de jefaturas. El Papa cumple ochenta años y todo el mundo se pregunta quién podría ser ese sucesor que ya se debería estar preparando. El Opus Dei también busca desesperadamente un nuevo pastor y lleva camino de acabar poniendo un anuncio en la prensa solicitando currículos.
Entre tanta incertidumbre y desasosiego sólo queda un lugar donde todo está en calma y sólo se respira paz y tranquilidad bajo un mandatario tan amable como seguro. Sí amigos, ya lo habréis adivinado. Es el Partido Popular que gobierna bajo la guía sabia y paciente de Mariano Rajoy. El líder tranquilo… o eso cuentan en la prensa ¿Es o no es un mundo maravilloso?