Este lo publicó, este se querelló... ¡y este juececito lo imputó!
“No hay tregua. Todos los días un escándalo, una citación en un juzgado, una imputación”. Nadie mejor que Núñez Feijóo para definir la estrategia de acoso y derribo político-mediático-judicial contra el Gobierno. La cita anterior es suya, este jueves ante un auditorio empresarial. Pretendía subrayar lo insostenible de la situación, pero el subconsciente le traicionó y acabó desvelando la estrategia: sin tregua. Cada día un escándalo. Cada día una citación judicial, cada día una imputación. De eso se trata. Que el ritmo no pare.
Llevamos meses asistiendo a la misma secuencia, siempre con los mismos protagonistas: la prensa de derechas, organizaciones ultraderechistas (Manos Limpias, Abogados Cristianos, etc), parlamentarios de PP y Vox, y unos cuantos jueces. Unos publican una información escandalosa sobre el gobierno o la familia del presidente; otros recortan la noticia y van con ella al juzgado; otros lo menean en sesiones de control y comisiones de investigación; y por fin un juez admite la querella, abre investigación, cita testigos, y acaba imputando. Misión cumplida.
¿Está claro? Si alguno no lo entiende, prueba a explicárselo con los cinco dedos de la mano, siguiendo el cuento infantil de “este cogió un huevo…, este lo frio…, este le echó sal…”. Venga, prepara la mano y ve sacando dedo a dedo, empezando por el meñique: “este publicó un bulo…, este se querelló…, este admitió la querella…, este preguntó en la sesión de control…, y este juececito… ¡lo imputó!”
Es una división del trabajo precisa y eficaz, cada uno en su puesto, movimientos sincronizados, relojes en hora, como una banda de atracadores: tú al periódico, tú al juzgado, tú al parlamento… Se consigue una acumulación de noticias, declaraciones, querellas, citaciones, nuevas líneas de investigación, nuevas citaciones de testigos, imputaciones, donde todo se mezcla, todo se confunde, y todo suma para la causa: la mujer del presidente, el hermano del presidente, el ministro, el secretario de organización, las bolsas de dinero, el avión venezolano, el fiscal general, el líder madrileño… Mezclando, confundiendo y sumando casos muy graves (Ábalos-Koldo-Aldama y alrededores) con nimiedades, denuncias cogidas con alfileres, acusaciones sin pruebas o directamente bulos.
Así una semana y otra, un caso tras otro, para lograr ese efecto bola de nieve, corrupción total, o “situación límite, la mayor degradación de la política española desde la Constitución”, dicho otra vez por Feijóo el memorioso, que se ve que no había nacido cuando los últimos gobiernos de González, y la Gürtel le debió de pillar sin cobertura.
Quienes conocieron a Feijóo en su hábitat natural, Galicia, cuentan que así fue como desgastó al gobierno de PSOE y BNG dos décadas atrás: a golpe de bulo, escándalo y denuncia, apoyándose en los medios afines y los jueces. Un día tras otro durante cuatro años. Luego todo quedó en nada, pero la estrategia funcionó y Feijóo ganó la Xunta.
No sé si le acabará funcionando también ahora, pero hay algo que ya ha conseguido: que no haya nada más, que vivamos todos dando vueltas al ritmo que marca su tam-tam. El gobierno dedicando todo su tiempo y energías a defenderse, la oposición atacando a tiempo completo, las portadas y telediarios apenas hablando de otra cosa, y la ciudadanía agotada o enfurecida, rindiéndose o eligiendo trinchera, mientras todo está por hacer. Socorro.
74