El pasado viernes Pablo Casado sorprendió a propios y extraños con un discurso duro contra Vox en la moción de censura que este partido había presentado. Cuando todos los análisis previos daban a Casado como el probable perdedor de la moción, su confrontación con Abascal le permitió dar la vuelta a la situación y salir de la jornada con una victoria moral que nadie esperaba. Desde entonces, se han sucedido sin parar las especulaciones sobre el alcance del discurso. ¿Estamos ante una nueva estrategia en el Partido Popular? ¿Apostará el PP por superar la lógica de bloques en la que estamos instalados?
A priori, el discurso de Pablo Casado puede parecer arriesgado. Lo es porque una parte de sus votantes simpatiza con Vox y se siente cercano a sus ideas, mientras que otra parte empuja hacia Ciudadanos y una estrategia de mayor moderación. El PP se encuentra en un sándwich en el que, demoscópicamente, cualquier estrategia tiene el defecto de poder alienar a parte de sus votantes. Esto lo podemos ver tanto en las intenciones de voto como en las valoraciones de los líderes que hacen sus votantes.
El siguiente gráfico muestra (utilizando datos del último barómetro del CIS, cuyo trabajo de campo se realizó en la primera semana de octubre) cuál es la intención de voto de aquellos ciudadanos que votaron al PP en noviembre de 2019 y cuál sería su segunda opción si no votasen por la primera. Como se puede comprobar, y como es de esperar, la primera opción de un 63% de votantes del PP en las pasadas elecciones sigue siendo el partido de Casado. Esta tasa de retención está ligeramente por debajo de la mayoría del resto de partidos (a excepción de Ciudadanos), pero en este momento inicial del ciclo electoral tampoco parece un mal dato. Lo relevante para dictaminar el riesgo de su estrategia es comprobar dónde están las fugas y cuáles son las segundas opciones de sus votantes. Como podemos ver, un 9% de los votantes del PP optarían ahora por Vox y un 3,4% por Ciudadanos. En cambio, cuando analizamos las segundas opciones, casi un tercio de los votantes del PP optarían por Ciudadanos, mientras que uno de cada cuatro tiene como segunda opción a Vox. En otras palabras, el PP tiene fugas potenciales en ambas direcciones. Aunque a priori pueda parecer que el PP tiene más fugas hacia Vox, hay más votantes populares que piensan en Ciudadanos como el partido al que votarían si dejaran de hacerlo por el partido de Casado.
Un panorama parecido emerge si analizamos la valoración de líderes. Casado no es especialmente apreciado por sus votantes, que lo suspenden con un 4,5 de media. Sus valoraciones están muy por debajo, por ejemplo, de las que los votantes de PSOE, Podemos y Vox tienen de Sánchez, Iglesias y Abascal respectivamente. Cuando miramos las valoraciones de Abascal y Arrimadas, sus dos potenciales receptores de las fugas, comprobamos que Arrimadas parece tener valoraciones en general superiores y que Abascal genera mayor rechazo entre los votantes del PP. Aun así, un grupo pequeño tiene valoraciones muy positivas de Abascal, incluso por encima de las de Casado. En otras palabras, una parte de los votantes del PP parece tener una preferencia intensa por converger con Vox, pero tal vez un grupo mayor tiene una simpatía algo más difusa hacia Ciudadanos. Esto probablemente explica la estrategia errática del PP hasta ahora.
¿Podemos entender que el discurso de Casado es una apuesta definitiva por emprender una nueva estrategia de moderación? El análisis anterior ya da unas primeras indicaciones de los riesgos y las limitaciones del discurso de Casado. Puede apelar a su ala moderada, pero a costa de poner en riesgo a los que amenazan con irse a Vox. Por eso, creo que la lógica del discurso de Casado lo hemos de analizar desde una óptica menos estática.
La estrategia de Casado en la moción de censura responde a una afirmación sobre quién es el líder de la oposición. Si algo tienen en común los votantes del PP, ya sea los que prefieren una estrategia de mayor moderación como los que prefieren una estrategia de mayor confrontación, es su rechazo absoluto a Pedro Sánchez y al gobierno. Los bloques siguen estando muy consolidados en el electorado. Una interpretación optimista del discurso de Casado es que, con la impugnación de Vox, el líder del PP pretendió superar esos bloques. Sin embargo, una lectura que creo más acertada es que Casado principalmente lo que pretendía era postularse como líder indiscutible de la oposición.
Si Casado hubiera optado por una actitud más acomodaticia con Vox, su discurso habría tenido el riesgo de presentar al PP como un partido prescindible. Apoyando directamente a Vox - votando a favor - o indirectamente mediante la abstención, la moción de censura a Vox habría significado entregar el testigo del liderazgo moral de la oposición. Casado optó por cortar de raíz cualquier especulación al respecto. La única alternativa al Gobierno pasa por él. Y a pesar de que en el corto plazo este movimiento pueda ser incomprendido por parte de su electorado potencial, si el PP consigue llegar a la próximas elecciones como el punto focal de la oposición, muchos de los votantes que hoy están en Vox o Cs pueden volver de modo natural al PP. Para crear ese atractivo en el medio plazo, el primer requisito es mostrarse como una alternativa fuerte e indiscutible en el corto. Y a ello se entregó Casado en la moción de censura.
En definitiva, es posible que el discurso de Casado no marque un antes y un después en el grado de polarización que vivimos en España. Solo el tiempo lo dirá. Con los mimbres con los que se tejen sus apoyos, parece menos probable que el PP vaya a dar un giro de 180 grados a su estrategia y superar la lógica de bloques. Por el contrario, su voluntad es anular a Vox para blindar su liderazgo del bloque de la derecha.
5