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Elecciones en Estados Unidos: las consecuencias a largo plazo

“Los demócratas ganan la Cámara de Representantes, los republicanos ganan en el Senado”. Este es el titular que se ha dado con frecuencia para resumir los resultados de las elecciones de mitad de mandato (Midterm) en Estados Unidos. Conclusión: empate. Esta conclusión resulta difícil de entender por parte de muchos. ¿Cómo es posible que con un presidente como Trump los republicanos sigan ganando elecciones?

En este artículo expongo que las “midterm” han sido mucho más positivas para los demócratas de lo que parece. Especialmente porque algunos de los resultados menos comentados favorecen un re-equilibrio de poder a largo plazo que hará más probable que los demócratas ganen elecciones en el futuro.

Para entender el significado de lo que ha sucedido en las elecciones norteamericanas, es preciso partir de una constatación: Las instituciones de EEUU tienen un sesgo partidista notable a favor del Partido Republicano.

En primer lugar, las zonas rurales del país tienen un peso político desproporcionado en relación con su población. Esto tiene efectos partidistas en la medida en que el voto rural suele favorecer al partido republicano. El desequilibrio de poder político rural-urbano se manifiesta en primer lugar en el Senado. Cada estado de la Unión elige a dos senadores, no importa su población. Así California, con 40 millones de habitantes y de mayoría demócrata, solo elige dos senadores. Mientras tanto, estados rurales como Wyoming, Montana, Idaho y las dos Dakotas, de mayoría republicana, eligen en total a diez senadores cuando su población total no alcanza los 5 millones. De este modo, a los demócratas parten “en desventaja” a la hora de intentar tener mayoría en el Senado.

Este desequilibrio afecta también a la Cámara de Representantes: los votantes demócratas se concentran en distritos urbanos, donde ganan con porcentajes muy altos. Por ejemplo, en el decimotercer distrito de Nueva York, situado en el Bronx, el candidato demócrata arrasó con un 95% de los votos. El problema es que todos los votos obtenidos por encima de los de tu contrincante más uno “dejan de contar” porque la victoria ya está conseguida. El voto republicano, en cambio, está repartido de manera mucho más eficiente: Donde ganan los hacen por márgenes más pequeños. De este modo, para ganar en número de representantes, los demócratas necesitan obtener un porcentaje de voto mucho más alto.

La segunda razón del sesgo partidista es el diseño estratégico de los distritos electorales. Este fenómeno se conoce como “Gerrymandering”, según el cuál cargos políticos delimitan los distritos para favorecer a su partido. En EEUU, son los estados los encargados del diseño de distritos para la Cámara de Representantes una vez cada década. Pues bien, en 2010 los republicanos ganaron muchas elecciones estatales y pasaron a diseñar distritos para conseguir el mayor número de representantes con el mínimo porcentaje de votos posible. Esto explica que en 2012, por ejemplo, los republicanos obtuvieran 13 de 18 escaños en Pennsylvania a pesar de tener menos votos que los demócratas.

Una tercera razón del sesgo institucional reside en las restricciones que existen para ejercer el derecho al voto. En los últimos años gobiernos estatales republicanos han aprobado medidas de este tipo que afectan desproporcionadamente a las minorías étnicas del país, que tienden a votar por los demócratas. Así pues, en varios estados se les retira el derecho al voto a personas que han sido condenadas por algún delito (felony). Asimismo, se han impuesto reglas de identificación del votante que las minorías tienen más dificultades en cumplir. Otra razón es que es zonas donde se concentran las minorías raciales suele haber menos colegios electorales y se forman largas colas para poder votar con mayor frecuencia.

Pues bien, algunos de los resultados menos comentados de las elecciones de EEUU pueden contribuir a reducir este sesgo partidista a favor del Partido Republicano. Esto puede redundar en un re-equilibrio a largo plazo del poder político en Estados Unidos. Uno de estos resultados es la aprobación de una iniciativa popular en Florida según la cual las personas condenadas por delitos van a recuperar el derecho al voto. Esto va a afectar, nada más y nada menos, que a casi millón y medio de votantes, muchos de los cuales pertenecen a las minorías étnicas que suelen favorecer al Partido Demócrata[1]. Aunque se sabe que las personas que cometen delitos tienen tasas más bajas de participación electoral, esta medida puede resultar clave en un estado como Florida, donde las victorias tienden a dirimirse por un puñado de votos[2]. Como es de sobra conocido, además, Florida suele ser un estado decisivo en las elecciones a la presidencia.

No menos importantes son las iniciativas populares que han prosperado en varios estados para poner freno al “Gerrymandering”. En Michigan, Colorado,Missouri, y Utah, los votantes aprobaron medidas para limitar la capacidad de los políticos de dibujar los distritos electorales a su conveniencia. En estos estados el control del mapa electoral pasará a comisiones o actores independientes. Es esperable, por tanto, que de esta manera se reduzca la desventaja de partida que suelen tener los demócratas en las elecciones a la Cámara de Representantes. Puede servir de ejemplo lo ocurrido recientemente en Pensilvania. Un juez dictaminó que el diseño de los distritos estaba sesgado excesivamente a favor del Partido Republicano e impuso un mapa más equilibrado. En parte gracias a ello los demócratas pudieron empatar en número de representantes en los “midterm”.[3]

Por último, en los estados de Nevada y Michigan se han aprobado sendas iniciativas populares que favorecen el ejercicio del derecho al voto. Es lo que se conoce como “registro automático de votantes”. En Estados Unidos es preciso registrarse en el censo electoral para poder votar. En muchos estados, eso requiere que el propio votante se tenga que inscribir personalmente para poder así tener derecho al voto. Las medidas aprobadas en Nevada y Michigan rompen con esa necesidad. Eso reduce los costes de ejercer el derecho al voto, lo cual favorece especialmente a las minorías étnicas. De este modo, es esperable que los electorados efectivos de estos estados pasen a ser más diversos, lo cual seguramente favorezca a medio plazo el voto por el Partido Demócrata.

“Los demócratas ganan la Cámara de Representantes, los republicanos ganan en el Senado”. Este es el titular que se ha dado con frecuencia para resumir los resultados de las elecciones de mitad de mandato (Midterm) en Estados Unidos. Conclusión: empate. Esta conclusión resulta difícil de entender por parte de muchos. ¿Cómo es posible que con un presidente como Trump los republicanos sigan ganando elecciones?

En este artículo expongo que las “midterm” han sido mucho más positivas para los demócratas de lo que parece. Especialmente porque algunos de los resultados menos comentados favorecen un re-equilibrio de poder a largo plazo que hará más probable que los demócratas ganen elecciones en el futuro.