Casado desafía a sus socios: se lanza a por el electorado de Ciudadanos y vincula a Vox con la violencia

Iñigo Aduriz

7 de noviembre de 2020 23:05 h

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Después de meses reivindicando la “unión del centro derecha” dividido en tres –PP, Vox y Ciudadanos– desde las instituciones y a través de distintas fórmulas como fusiones o listas conjuntas, y de no conseguir con ello despegar en las encuestas, el Partido Popular de Pablo Casado ha decidido cambiar de estrategia. Génova 13 ha asumido que la única posibilidad de ganar a la izquierda en las urnas en los próximos años pasa por acabar con Vox y Ciudadanos, los dos partidos que en los últimos años han fraccionado al electorado conservador que tradicionalmente se aglutinaba en los populares, pero que paradójicamente han sido también los socios necesarios del PP para poder gobernar en comunidades autónomas y ayuntamientos.

La metáfora musical de los tres teclados, esgrimida por algunos analistas, y que venía a decir que Casado podría gobernar sumando los apoyos de PP, Ciudadanos y Vox, aunque las tres fuerzas concurrieran por separado ha sido eficaz para conservar algunos gobiernos autonómicos y municipales pero mantiene al líder del PP sin opciones de llegar a La Moncloa. No lo logró en las últimas dos elecciones generales y tampoco las encuestas pronostican que ahora esté más cerca.

Con el doble objetivo de neutralizar a los partidos de Santiago Abascal e Inés Arrimadas a lo largo de la legislatura y volver a consolidar a su formación política como la hegemónica de la derecha, Casado ha iniciado en la última semana una batalla cuerpo a cuerpo contra ambas fuerzas políticas. La estrategia del líder del PP pasa por marcar distancias con la extrema derecha, con la que contemporizó durante más de año y medio e incluso llegó a asumir parte de su ideario, antes de romper con un durísimo discurso del 'no' a la moción de censura presentada por Vox contra el Gobierno. En su enésimo intento por girar al centro, Casado ha ido en los últimos días incluso más allá, atacando directamente al partido de Abascal, vinculándolo con la violencia y situándolo en el “bloque de la ruptura” donde siempre había colocado a Podemos.

En paralelo a esa estrategia contra Vox, Casado se lanza a la caza del electorado más centrista que en los últimos años se ha marchado de su partido a Ciudadanos, o que incluso votó al PSOE en las últimas generales pero ahora no está satisfecho con la gestión de Pedro Sánchez. Lo que evidencia el viraje del líder del PP es, en definitiva, la ruptura de la foto de Colón que en febrero de 2019 unió por primera vez a los populares con Ciudadanos y Vox, y de la que ya se han desmarcado tanto los de Arrimadas –abriéndose a pactar los Presupuestos con el Gobierno– como los de Abascal, que presentaron su moción de censura contra el Ejecutivo progresista sin contar con el PP y con la clara intención de sustituir a los de Casado como principal fuerza de la oposición. Esa unión de las tres derechas sí se mantiene, no obstante, en las instituciones en las que PP y Ciudadanos gobiernan en coalición con el apoyo de Vox.

El miércoles, durante una entrevista en Trece, Casado quiso defender ese giro a la moderación que los barones del PP le llevan reclamando desde hace meses y arremetió contra el partido de Abascal por su ambigüedad respecto a las protestas violentas que se han producido en los últimos días en las calles de distintas ciudades españolas contra las restricciones y las medidas adoptadas por el Gobierno para hacer frente a la segunda oleada de la pandemia. El líder de Vox ha sido el único dirigente de un partido con implantación estatal que no ha condenado claramente los disturbios, y el máximo jefe de la formación de extrema derecha en Catalunya, Ignacio Garriga, llegó a publicar un tuit en el que mostraba su apoyo a los manifestantes que acompañó con un vídeo de la violencia callejera.

“Radicales frente a moderados”

“Cualquier tipo de violencia en la calle tiene que contar con la rotunda condena de todos los partidos políticos democráticos. Lo que no se puede decir es que alguien que rompe un escaparate o que incendia un contenedor tiene algún tipo de motivación”, dijo Casado en alusión a la postura de Vox. “Cualquier fuerza política que justifique eso, se equivoca”, añadió. “Nosotros pedimos una España que esté en el sentido común”, prosiguió el líder del PP, “que exija al Gobierno que gestione bien, pero en base al marco legal, no a la protesta violenta”. “Eso es lo que nos diferencia”, remarcó, separándose de la estrategia de la extrema derecha.

Para Casado, “la política ya no es un eje de izquierda y derecha”. “La política en España, por desgracia, se reduce a los radicales frente a los moderados, o aquellos que respetan la Constitución y las leyes o aquellos que justifican las algaradas al margen de las leyes”. En el saco de los “radicales” la dirección del PP sitúa ahora tanto a Vox como a Unidas Podemos.

“El PP siempre ha estado en la España con sentido común, centrada y que quiere resolver los problemas”, dijo también el miércoles, tras lamentar que su partido lleve “dos años aguantando insultos por parte de Vox”, como ya le había dicho a Abascal desde el atril del Congreso. “A mí me gusta España, lo que no me gusta es este Gobierno, y por eso no puedo estar de acuerdo con quienes quieren cambiar España porque no les gusta Sánchez. Yo quiero ganar a Sánchez en las urnas, quiero derrotar a este Gobierno haciendo oposición en el Congreso, yéndome a Europa a denunciar las barbaridades que están haciendo o yendo a los tribunales, pero desde luego no en las calles y justificando los cócteles molotov, porque eso no es democracia, eso es otra cosa”, zanjó.

Las apelaciones a la moderación y al centro fueron también el eje del discurso que pronunció Casado el martes, durante el Comité Ejecutivo Nacional del PP que reunió de forma telemática a la dirección popular con los barones autonómicos. Sus mensajes fueron dirigidos a tratar de hacerse con el electorado de Ciudadanos, una línea estratégica que, según explican distintos dirigentes populares, ha sido respaldada por todos esos dirigentes regionales. De hecho, ninguno de ellos tomó la palabra durante la reunión, como sí habían hecho en encuentros anteriores el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, o el andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, para reclamar a Casado una vuelta a la moderación.

“El centro del siglo XXI”

“El PP siempre se ha definido en sus estatutos como un partido de centro reformista y liberal”, recordó Casado, que situó a su formación política como la “punta de compás de la España razonable y generosa, de esa mayoría silenciosa centrada y con ambición de futuro que quiere unirse para hacer cosas juntos a favor de los demás y no en contra de nadie”. “El centro ha sido la piedra angular sobre la que han pivotado los grandes éxitos de nuestra vida política en estas últimas cuatro décadas. Por eso debemos dar respuesta a los desafíos de ese nuevo tiempo para todos los españoles, y lo deberemos hacer desde el centro del siglo XXI”, remarcó.

El líder del PP insistió en que su partido “se fundó para aunar a todo lo que estuviera a la derecha del PSOE”, aunque ahora se propone conseguir “el reagrupamiento de todos los constitucionalistas, incluso aquellos socialdemócratas avergonzados por lo que está haciendo Sánchez, o aquellos regionalistas que quieren seguir viviendo en una España unida y diversa”.

“Nuestro espacio electoral no es una pequeña parte de una supuesta derecha partida por tres, nuestro espacio electoral es la hegemonía del inmenso espacio del centro reformista español”, remachó. “No solo debemos seguir en el centro, también debemos hacer que España lo esté y que comparta con nosotros las razones para estarlo. No hace falta liderar la vuelta al centro del Partido Popular, pues nunca lo hemos abandonado. Lo que quiero es que el Partido Popular lidere la vuelta al centro de la política española”.

A juicio de Casado, “el rupturismo, el extremismo, los radicales a izquierda y a derecha”, en alusión a Unidas Podemos y Vox, “lo que están promoviendo es algo que no es mayoritario. Por eso se propone para los próximos meses ”activar y organizar a la mayoría centrada y reformista, afirmar el centro como vocación política del Partido Popular y la moderación como método para el acuerdo razonable exige más valor y más convicciones que dejarse arrastrar hacia un extremo“.