El Gobierno da por zanjado el “asalto” de Marruecos a la frontera con Ceuta pero afronta la reconstrucción de las relaciones diplomáticas

Irene Castro

21 de mayo de 2021 22:07 h

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El Gobierno da por superado el episodio de entrada masiva a Ceuta de personas procedentes de Marruecos que considera un “asalto” a la frontera española. “No es una crisis migratoria, es una situación en la que pensamos que todo tiene que volver a su lugar. Tenemos que volver a ser respetados en nuestra política exterior”, resumió este viernes la vicepresidenta primera, Carmen Calvo. Una vez recuperada la normalidad, el reto que tiene Pedro Sánchez es recomponer las relaciones diplomáticas con el país vecino, tocadas desde hace meses. No obstante, en el Ejecutivo son optimistas y consideran que España está en una situación de fuerza ante la respuesta unánime de la UE mientras que fuentes diplomáticas advierten de que el enconamiento “va para largo”. 

El Ejecutivo enmarca en la “normalidad” del paso fronterizo los nuevos intentos de entrada en territorio español y considera que Marruecos está desde el miércoles por la tarde haciendo de nuevo su trabajo. Así, fuentes de la Moncloa sostienen que la respuesta fue “rápida y eficaz”. Aunque en un primer momento el Gobierno hizo equilibrios para no señalar directamente la responsabilidad del reino alauí, el tono subió en horas a lo largo del martes. Sánchez le reclamó “cooperar” para seguir manteniendo la relación entre ambos países y envió un mensaje de “firmeza” acompañado de una visita simbólica a Ceuta y Melilla en plena efervescencia del conflicto. Pero en 24 horas retomó su agenda prevista y pasó página del incidente puntual que provocó la entrada masiva de unas 8.000 personas, de las que 6.500 ya han sido devueltas, según el último dato ofrecido por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. 

Vital la posición fuerza de la UE

Lo que aún queda por solucionar es la situación de los centenares de menores que cruzaron la frontera. No obstante, Calvo aseguró que no ha superado la cifra de 800 niños. El jueves se produjo una primera entrega a los padres con la supervisión de la Fiscalía de Menores y están previstas nuevas devoluciones. “Mientras, están protegidos, custodiados y atendidos en su comida, su sueño y tutelaje para que no les pase nada”, expresó la vicepresidenta. La ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, convocó de urgencia a las comunidades para plantear la reubicación de los menores no acompañados que había en centros de Ceuta y Melilla en otros territorios para dar cobijo a los recién llegados. 

Sin embargo, el gran reto que España tiene por delante es la reconstrucción de las relaciones diplomáticas con Marruecos, que ya habían sufrido encontronazos previos. El Gobierno confía en que se recompongan “pronto” y fía la solución al apoyo unánime que ha recibido de la Unión Europea en contra de lo que ocurrió con la crisis de Perejil

No solo España riega de millones al reino alauí para que controle los flujos migratorios sino que ha recibido 250 millones de euros de la UE en los últimos tres años, según recopila Europa Press. “Puedes romper los convenios de colaboración. Si les interesa la red comercial de la UE, tenemos que llevarnos bien. Nos beneficiamos todos de todo”, reflexiona una de las fuentes consultadas sobre las posibilidades que tienen España y los veintisiete para que Marruecos mantenga sus compromisos. Otra fuente apunta al interés que tiene Marruecos en cuestiones como los visados con los países europeos.

“Enviamos señales de diálogo”

Por ahora, los esfuerzos de Exteriores se centran en recuperar esa relación bilateral a nivel político. Fuentes gubernamentales sostienen que a nivel técnico continúa sin alteraciones y precisan que España mantiene al embajador allí y que en Madrid sigue un encargado de negocios. Es decir, que “hay canales” de interlocución. “Estamos mandando señales de diálogo”, aseguran esas fuentes. 

Mientras el Gobierno espera que vuelva pronto la embajadora, Karima Benyaich, que fue llamada a consultas a Rabat, Marruecos no tiene ninguna intención por ahora de dar por finalizada la crisis diplomática. “No regresará mientras dure la crisis, y la crisis durará mientras continúen sus verdaderas causas”, afirmó el ministro de Exteriores, Naser Burita. El motivo al que Marruecos atribuye su decisión es la decisión del Gobierno de Sánchez de acoger al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, enfermo de cáncer y coronavirus en un hospital de Logroño, a donde llegó bajo una identidad falsa. El Ejecutivo argumenta que se trata de una acogida por “razones humanitarias” y no tiene ninguna intención de dar marcha atrás. De hecho, tiene dos causas pendientes en la Audiencia Nacional. “No es apropiado que una acción humanitaria desencadene lo que desencadenó”, señalan en Exteriores.

Dudas sobre la acogida de Ghali

Dentro del Gobierno, sin embargo, hay quien piensa que se cometió un error al traer a Ghali a España por las consecuencias que acarreaba en las relaciones diplomáticas acoger al principal enemigo de Marruecos por la lucha contra la ocupación del Sahara. Fuentes de Interior aseguran que Fernando Grande-Marlaska se opuso. No obstante, se impuso la opinión de la titular de Exteriores, Arancha González Laya. “Es un error, tendríamos que haberlo enviado a otro país”, admite un alto cargo gubernamental. “Podemos acabar enfadados con Marruecos, con Argelia y con el Frente Polisario”, advierten fuentes diplomáticas sobre la respuesta que ahora debe dar España. 

El detonante de la crisis fue la acogida de Ghali, pero las relaciones con Marruecos no pasan por su mejor momento desde hace tiempo. Además, hay otros factores que condicionan la política exterior del país vecino, como el empoderamiento que le ha provocado el reconocimiento de la soberanía sobre el Sahara que hizo Donald Trump antes de abandonar la Casa Blanca y que no ha revertido Joe Biden, a pesar de que va en contra de las resoluciones de la ONU. Marruecos tensionó entonces sus relaciones con Alemania al llamar a consultas a embajador en Berlín al considerar que hacía “activismo antagónico” por defender “una solución justa, duradera y mutuamente aceptable bajo la mediación de Naciones Unidas” en el conflicto del Sahara. Tampoco España ha variado su posición, que es coincidente. 

Llamamiento a la ONU

En el Gobierno también señalan la merma reputacional del Frente Polisario ante la ruptura del alto al fuego en la zona. “Tras el reconocimiento por parte de EEUU, que se pasó de largo las resoluciones de la ONU, tenemos que volver a la centralidad”, apuntan fuentes gubernamentales, que aseguran que una de los ámbitos en los que se está centrando la diplomacia española es precisamente reclamar al secretario general, António Guterres, que designe a un enviado especial al Sahara Occidental, una plaza que lleva vacante dos años porque los candidatos han sido rechazados por una u otra parte. “Tenemos que trabajar para que regrese la diplomacia multilateral para el Sahara porque había desaparecido”, expresan esas fuentes.

En el caso concreto de España, el Gobierno sostiene que las relaciones con Marruecos eran buenas, pero lo cierto es que han sido delicadas en los últimos meses. La Moncloa dejó al entonces vicepresidente Pablo Iglesias fuera de la cumbre de alto nivel con Marruecos prevista para mediados de diciembre después de que Unidas Podemos instara a que el Gobierno trabaje ante la ONU en la celebración de un referéndum, tal y como dicen sus resoluciones. Sin embargo, el Ejecutivo español no va tan allá y se limitan a apostar por una salida negociada en el marco de Naciones Unidas. 

La XII Reunión de Alto Nivel (RAN), que de acuerdo a los convenios en vigor debería celebrarse anualmente, se aplazó finalmente para febrero bajo el pretexto de la seguridad sanitaria. Sin embargo, no se celebró en esa fecha ni está por ahora prevista. Fuentes diplomáticas también apuntan a la necesaria buena relación entre los ministros de Exteriores, que no se da en este caso. En vísperas de un viaje de González Laya a Rabat el pasado año, el parlamento marroquí aprobó dos proyectos legislativos relacionadas con la delimitación de las aguas internacionales que podía afectar a parte de la zona cercana a Canarias. La ministra tuvo que recordar que ese tipo de medidas no podían hacerse de manera “unilateral”. 

En el Gobierno esperan que el conflicto no vaya a más y que Marruecos haya captado el mensaje de “firmeza”, aunque no hay fechas previstas para solventar el desencuentro.