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El alcalde de Sevilla agarra por primera vez la espada de San Fernando... con la intención de no soltarla en varios años

Antonio Muñoz con la Lobera y escoltado por dos policías locales de gala.

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Dicen que el diablo está en los detalles, y si hay algo en lo que abundan los detalles es en las cuestiones de protocolo. Por eso es tan importante guardar las formas y cumplir con los ritos, porque en sí mismo son un símbolo de poder. Y si no que se lo pregunten al alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz (PSOE), que este miércoles encaraba en la catedral el ceremonial por San Clemente, día en el que se recuerda la toma de la Isbilia musulmana por Fernando III en 1248. El ritual permite ver una de las expresiones del poder municipal más curiosas de la ciudad, ya que al alcalde de turno le toca agarrar la espada del rey santo por la hoja, como si fuera una cruz. El que lleva el acero, en definitiva, es el que manda en Sevilla.

Así que a Muñoz le ha correspondido portar por primera vez la Lobera, que así se llama la espada en cuestión, con la clara intención de no soltarla en unos pocos de años, ya que eso significará que sigue siendo regidor. Y eso, a su vez, supondrá que ha logrado retener el cargo (en el que no lleva todavía ni un año desde la renuncia de Juan Espadas) en las elecciones municipales del próximo 28 de mayo, un envite en el que se estrenará como cabeza de cartel socialista en una contienda en la que ningún otro partido repetirá candidato con respecto a los comicios de 2019, a la espera de ver qué decide hacer Vox.

De ahí el simbolismo para Muñoz de cargar con la Lobera con las consiguientes ganas de repetir en 2023, algo para lo que a buen seguro deberá contar con el respaldo de los tradicionalmente ausentes en este tipo de ceremonias religiosas, los concejales de IU y Podemos, que ya han elegido a sus propios candidatos pero que ahí están en la tarea para ver si logran cerrar una alianza como hace cuatro años. El mismo simbolismo con el que se vivió el día de San Clemente de 2022, con un Juan Espadas en la rampa de salida del Ayuntamiento de Sevilla y con el runrún todavía abierto de quién iba a ser su relevo. Muñoz, por cierto, no estuvo en aquella ocasión en la procesión, de las que nunca ha sido muy amigo y en las que se ha integrado por exigencias del cargo.

Con tanta metáfora que encierra esta celebración, lo cierto es que se trata de un ritual de pequeño formato que pasa desapercibido para la mayoría de los sevillanos. La parafernalia es sencilla: se forma un pequeño cortejo con representantes de la Casa de Castilla y León en Sevilla, del Cabildo de Alfonso X (con capas de riguroso negro), de la Orden de San Clemente y San Fernando (con vistosas capas blancas), del Cabildo Catedral y de la corporación municipal. El alcalde entra en la Capilla Real (en la que para la ocasión se pueden ver los restos del Rey Santo en su féretro) portando el bastón de mando municipal y sale cargando con la espada de Fernando III.

Eso sí, el regidor se compromete bajo solemne juramento a devolver sin daño no sólo la Lobera, sino también el pendón del monarca que conquistó la ciudad, que le toca llevar a la concejal de Ciudadanos Amelia Vázquez por aquello de ser la edil más joven. En caso de no cumplir con su compromiso, se le advierte al alcalde de que caerá sobre él todo el peso de las leyes de Castilla, y no parece que eso sea poca cosa...

Ya con la espada sostenida con las dos manos por la hoja, toca una breve procesión por el interior de la catedral con tres paradas en las esquinas para que el arma reciba un baño de incienso. De ahí al Altar Mayor, con homilía del canónigo magistral en la que pareció referirse al trajín de la vida política (“todo es estrés, rápido y fugaz”) y en la que vino a decir que como personas no somos ni independientes ni autónomas porque formamos parte de algo más grande: “La Historia no ha comenzado con nosotros, la Historia la hemos recibido”.

La historia de este ceremonial de San Clemente, ya puestos, se remonta a 1254, privilegio real mediante de Alfonso X, hijo de Fernando III y que también está enterrado en la Capilla Real. Este miércoles se cumplían 801 años del nacimiento del rey sabio, y es que se cuenta que el que después sería San Fernando hizo coincidir la entrada en Sevilla con el cumpleaños de su hijo a modo de regalo. De la conquista de Isbilia hace 774 años, lo que significa que en 2023 toca celebrar la cifra redonda. Ahí querrá estar de nuevo espada en mano Antonio Muñoz, que por lo menos se libró de la severidad de las leyes castellanas al considerar los canónigos que devolvía Lobera y pendón en buen estado: “Habéis cumplido vuestra palabra”. Así que hasta el año que viene... si las urnas quieren.

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