Frenesí medieval en Sevilla por los 775 años de su conquista por Fernando III

El alcalde, José Luis Sanz, porta por primera vez la espada de Fernando III.

Antonio Morente

23 de noviembre de 2023 15:16 h

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No es que los sevillanos tengan la fecha grabada a fuego para que no se les olvide, pero el 23 de noviembre, festividad de San Clemente, se da la circunstancia de que se conmemora la toma de la Isbilia musulmana por Fernando III en 1248. En este 2023, han confluido dos circunstancias que le han dado singularidad a la efeméride: ha supuesto el estreno de José Luis Sanz (PP) portando la Lobera, la espada del rey santo (privilegio que le corresponde al rey o a su representante, que es el alcalde) y además toca fecha redonda, 775 años de lo que para unos es conquista, para otros reconquista y para la Iglesia sevillana la restauración del culto cristiano en la ciudad. Todo ello, además, cuando PP y Vox están echándose un pulso para ver quién reivindica más la figura de San Fernando, y con el gobierno local garantizando que se le va a dar más relumbrón al patrón sevillano.

Cada 23 de noviembre toca ceremonial con regusto medieval que suele transcurrir en el interior de la catedral, en cumplimiento de un privilegio real de Alfonso X, que en 1254 estableció que el día de San Clemente se celebrase una solemne procesión. Un rey Sabio, por cierto, de cuyo nacimiento se cumplen 802 años, y es que se cuenta que Fernando III hizo coincidir la entrada en Sevilla con el cumpleaños de su hijo a modo de regalo. Lo más pintoresco del acto es que el alcalde de turno lleva la Lobera cogiéndola por la hoja, para que así la empuñadura forme una cruz. Al capitular más joven, en esta ocasión la concejal del PP Blanca Gastalver, le toca cargar con el pendón del rey santo.

Todo ello en un momento de un cierto resurgimiento local de su figura, a la que no son ajenos los nuevos aires conservadores en el gobierno de la ciudad. Desde que llegó Vox al Consistorio hispalense no hace más que clamar por la recuperación del 30 de mayo, onomástica de San Fernando, como festivo local, que se perdió en la anterior etapa socialista a cambio del miércoles de Feria. El PP por ahora se guarda las cartas y no dice si cederá en esta cuestión, pero no cierra ninguna puerta al hilo de que también va a reformular el modelo de Feria porque no le gusta la semana larga que dejó Juan Espadas previa consulta popular. Eso sí, ya ha anunciado que va a relanzar la figura de Fernando III para satisfacción de Vox que, no obstante, cree que la cosa se queda corta, tal y como ha reivindicado de nuevo este jueves.

Pero el latido medieval que tiene estos días Sevilla no es sólo por San Clemente, sino porque hace 775 años de lo que la Iglesia local proclama como restablecimiento del culto cristiano. Por ello, a la austera procesión catedralicia le ha dado más boato sacándola a la calle después de muchos años, para sorpresa de muchos lugareños y perplejidad no exenta de regocijo de los turistas, que no se han visto en otra haciéndole fotos a un señor portando una espada al revés en plena vía pública. También por la efeméride se ha enriquecido el cortejo introduciéndole la talla fernandina de la Virgen de las Batallas y las conocidas como Tablas Alfonsíes, a las que normalmente no les da la luz solar y sólo se pueden ver en el tesoro de la catedral junto cono las llaves de la ciudad que recibió Fernando III.

Ojo a las leyes de Castilla

Del sabor añejo de la procesión dan buena cuenta sus integrantes: representantes de la Casa de Castilla y León en Sevilla, del Cabildo de Alfonso X (con capas negras), de la Orden de San Clemente y San Fernando (con capas blancas), del Cabildo Catedral y de la Corporación municipal. Como marca el ceremonial, el alcalde ha acudido a la Capilla Real (donde este jueves se exhibía la momia del rey santo) para que le entregasen la Lobera, previo compromiso de devolver espada y pendón sin daño so pena de que le cayese encima el peso de las leyes de Castilla.

Si sus antecesores socialistas (Juan Espadas y Antonio Muñoz) eran discretos con este ceremonial, alegando que son invitados a un acto que organiza el Cabildo catedralicio, esta vez el Ayuntamiento hispalense hasta ha mandado declaraciones de José Luis Sanz en las que ha definido como “un honor” y “un orgullo” haber llevado la espada real. El regidor ha celebrado en sus redes sociales los factos por la “reconquista” de la ciudad, un término en discusión por no pocos historiadores, “gesta” con la que Fernando III “dio comienzo a un nuevo periodo en la ciudad que llega hasta nuestros días”. El gobierno local, de paso, ha adornado la fecha lanzando un nuevo capítulo de la sección audiovisual Efemérides hispalenses, pequeños vídeos que rememoran hechos históricos de Sevilla.

“Váleme, señora”

Pero volviendo a lo de los 775 años del restablecimiento del culto cristiano, con esa excusa el Cabildo hispalense ha organizado una procesión extraordinaria para la tarde del próximo sábado que sigue la estela de una similar que se desarrolló en 1948 con motivo de los siete siglos de la caída de la Sevilla musulmana. Será la ocasión de ver desfilar juntos a la imagen de San Fernando que sale en el Corpus de la capital y a la Virgen de Valme, gran devoción de la localidad de Dos Hermanas (le tiene concedido el rango de protectora de la ciudad) y talla muy vinculada por la tradición a Fernando III, que le rezó a una talla de combate de la Virgen que siempre le acompañaba pidiéndole ayuda para tomar Sevilla al grito de “váleme, señora”, de ahí esta advocación mariana.

Entre los participantes en el cortejo estarán los cabildos civiles, órdenes militares, las juntas de gobierno de las hermandades de la provincia que tengan como titular a San Fernando o imágenes marianas de época fernandina y 24 cruces parroquiales representando las 24 collaciones y parroquias surgidas de la repartición tras la toma de la ciudad. La procesión, por cierto, casi coincidirá en su recta final con la manifestación que organiza el Movimiento Feminista de Sevilla con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en una sucesión de acontecimientos más que curiosa.

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