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“Tejiendo barrio”: continúa la lucha vecinal para lograr un “pulmón verde” en el centro de Sevilla

Sara Rojas

29 de septiembre de 2022 09:42 h

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Es la tarde de un miércoles de septiembre. Niños, adultos y mayores se sientan a ambos lados de la calle y hacen punto mientras charlan, ríen, comparten confidencias e intercambian impresiones. Se diría que es la viva estampa de un pueblo, si no fuera la calle Arrayán, en pleno casco antiguo de Sevilla.

Tejen para “crear comunidad”, para rescatar tradiciones y recuperar así “la esencia” de un barrio “perturbado” por el turismo, las prisas, la “despersonalización” que lamenta Carmen, una de las vecinas que ha presenciado la paulatina transformación del vecindario. Pero, sobre todo, tratan de reivindicar - otra vez - que el solar en desuso situado entre las calles Arrayán y Divina Pastora se convierta en un parque de ocio saludable para la ciudadanía. Una reivindicación que afloró hace casi cuatro décadas y los últimos cinco años la ha abanderado el colectivo vecinal Pulmón Verde. “Y no vamos a cesar en nuestro empeño hasta que lo consigamos”, afirma Ana Echarri con una sonrisa rotunda mientras sostiene entre sus manos las agujas que sus vecinas le acaban de prestar.

Llevan muchos años demandando un espacio verde, comunitario, donde poder desarrollar actividades saludables y que sirva de punto de encuentro para los vecinos del centro, una de las zonas más turísticas de la capital hispalense. Pues aseguran que no hay ningún parque infantil ni zona de esparcimiento al que puedan acudir jóvenes y mayores en todo el perímetro. Y este déficit de zonas verdes en el casco antiguo de la ciudad, obliga a las familias que lo habitan a desplazarse hasta los alrededores, erosionando cada vez más ese espíritu tradicional de barrio. Precisamente por eso han decidido ocupar la calle cada miércoles a las 17.30h con un acto de “reivindicación lúdica” que consiste en tejer y enseñar a quienes no saben pero comparten su misma inquietud, al tiempo que estrechan lazos entre el vecindario y se conocen en profundidad. De este modo pretenden “hacer a todo el barrio partícipe” de un proyecto que esperan sea “para todos”, mientras elaboran juntos un toldo de crochet provisional. “Así vamos tejiendo sombra hasta que lleguen los árboles”, propone Ana entusiasmada.

El tortuoso camino hasta el pulmón verde

A día de hoy, quien pase por la calle Arrayán podrá ver a la izquierda - en dirección a la calle González Cuadrado - una parcela de casi 2.400 metros cuadrados. Pero hasta hace apenas un mes, buena parte de los vecinos desconocían la existencia de este vasto terreno porque se encontraba tapiado. De hecho, el movimiento vecinal empezó a forjarse a partir de que una de las vecinas, Sandra, descubriera este espacio inutilizado cuando se mudó a una vivienda que da justamente al solar. La sorpresa fue enorme, pues las “carencias de equipamientos de todo tipo” y de “alternativas de ocio saludable” son de sobra conocidas entre los vecinos del corazón de Sevilla.

A lo largo de todo este tiempo se han ido sumando al colectivo ciudadanos que comparten una misma necesidad. Todavía hoy, hay en el barrio quien desconoce la movilización que lidera Pulmón Verde y que ha atravesado todo tipo de vicisitudes. Actualmente, el terreno es íntegramente de titularidad municipal, pero hasta hace poco la superficie estaba repartida entre diferentes manos y dos terceras partes seguían siendo de propiedad privada. De ahí que se encontrara bloqueado cualquier tipo de proyecto que pretendiera devolverle un uso al solar. Finalmente, el Ayuntamiento adquirió toda la parcela con el planteamiento inicial de enajenar la parcela y construir en ellas viviendas con las que obtener recursos para invertir en la ciudad.

No obstante, gracias el empeño de la plataforma vecinal y tras los acuerdos políticos con Podemos Sevilla e Izquierda Unida, se ha “descartado” esta posibilidad y los suelos se “mantendrán como de titularidad pública” con el objetivo de configurar un pulmón verde para el barrio. Por el momento este es el compromiso que ha mostrado el Ayuntamiento hispalense para con el colectivo, que espera ver pronto el espacio lleno de niños. Y es que el pasado mes de abril, el colectivo vecinal mantuvo una reunión con el alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz, en la que acordaron iniciar el proceso para que los colegios de la zona puedan hacer “uso provisional” del espacio. Con esta primera fase, se concede “un protagonismo específico” a los centros educativos a través de las asociaciones de padres y madres.

Precisamente, las AMPAS son uno de los colectivos que iniciaron y promovieron este movimiento vecinal, que cuenta con la adhesión de medio centenar de entidades (como la FAMPA y Facua), asociaciones culturales, vecinales, ecologistas (entre ellas Ecologistas en Acción o Greenpeace) y escolares, así como con el respaldo de cerca de 3.000 firmas recogidas en papel y a través de change.org. Desde Pulmón Verde reconocen que aún quedan numerosos trámites por delante hasta hacerlo realidad, pero al menos cuentan con el compromiso del Gobierno municipal y con el firme convencimiento del vecindario, que se ampara en que el pasado junio el pleno del Ayuntamiento de Sevilla aprobó por unanimidad iniciar el trámite para el cambio del PGOU del solar, requisito indispensable para la construcción del espacio verde con el que llevan años soñando. A partir de ahí, habrá que ir dotando el espacio con el equipamiento y el mobiliario urbano necesario para su uso.

A la medida del barrio

Después de tantos años, las aspiraciones y los planes son tan enormes como el solar. También los más pequeños han soñado con cómo sería el futuro pulmón verde. Miguel, Teo y Julia - de entre 10 y 12 años - se lo imaginan “muy verde”, lleno de árboles. Incluso “con un lago y peces”, como fantasea Boro, a sus 8 años. “Podríamos poner un rocódromo o una zona de skate para los chavales”, se le ocurre a Ana, una de las madres. De un modo u otro, lo que tienen claro es que será muy “especial”, como es en esencia el barrio, comenta Rosario. Un espacio de encuentro intergeneracional, diverso, tranquilo, puro, “con alternativas de ocio activo para adolescentes”, y que aporte “oxígeno y sombra a una zona saturada de ladrillo, que ofrezca una mejor convivencia entre los habitantes de distintas edades, acorde a las nuevas necesidades vecinales y a las urgentes necesidades medioambientales que deberíamos priorizar”, como rezan los objetivos del colectivo.

Lo importante es que sea enteramente de creación propia, apunta Ana, diseñado al gusto de los vecinos que van a hacer uso de él y van a llenarlo de vida y diversidad. Las mismas que rebosa el corazón de Sevilla, donde se entrelazan las incansables ganas de jugar de los niños, el entusiasmo de los mayores y el deseo de disponer de un lugar de evasión, un trocito de naturaleza en el núcleo de la ciudad. “Hasta que no lo vea no me lo creo”, comenta Rosa entre risas al recordar que hace años, cuando buscaba casa por la zona, una de las propietarias le comentó que iban a hacer un parque.

Cuando empieza a caer la tarde de este primer miércoles, mujeres, hombres y niños recogen sus sillas y guardan las agujas, después de haber tejido grandes proyectos para esos 2.400 metros cuadrados. Se palpa la emoción en sus rostros. “Es muy bonito porque conoces a tus vecinos, algunos nos conocíamos ya, pero otros son nuevas incorporaciones”, celebran entusiasmados. Pero “no podemos bajar la guardia”, apunta Ana Echarri, quien reconoce que no se pueden permitir deshilar el camino hasta ahora hilado con el sueño de un vecindario que se aferra en no perder las costumbres de siempre y en cultivar las relaciones sociales al modo tradicional. En definitiva, se marchan ilusionados con la promesa de reencontrase la semana próxima en una nueva cita para seguir “tejiendo barrio” por el pulmón verde con la fuerza y la tenacidad que entraña una tela de araña.

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