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Qué sabemos sobre la COVID-19 en niños a la espera de la vacuna pediátrica

Una madre se despide de su hija en la entrada del colegio Virgen de Europa durante el primer día de clase del curso 2021-22

Mónica G. Salomone

Periodista y escritora especializada en ciencia, Agencia SINC —
8 de noviembre de 2021 18:52 h

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“Desde que en marzo de 2020 se declarara la pandemia de COVID-19 hemos aprendido mucho sobre el coronavirus SARS-CoV-2 y su papel en la enfermedad pediátrica”, escriben en la revista de la Asociación Española de Pediatría (AEP) pediatras de una decena de hospitales y redes de investigación españoles, encabezados por Cristina Calvo, del Hospital Universitario La Paz.

Hacer repaso es útil para valorar el balance riesgo/beneficio de vacunar a los menores de 11 años, el único grupo de población en Europa que aún no dispone de una vacuna contra la COVID-19. En Estados Unidos se acaba de aprobar la vacuna de Pfizer-BioNTech para niños entre 5 y 11 años. La Agencia Europea del Medicamento podría pronunciarse dentro de un mes.

¿Cómo ha afectado a los niños en España la COVID-19?

“Los niños se infectan en un porcentaje similar a los adultos, si bien la mayoría sufren cuadros leves o asintomáticos. Alrededor de un 1 % de infectados precisan hospitalización, menos de un 0,02 % cuidados intensivos, y la mortalidad es muy baja y generalmente en niños con comorbilidades”, escriben los pediatras Cristina Calvo, Alfredo Tagarro, Ana Méndez Echevarría, Belén Fernández Colomer, Rosa Albañil Ballesteros, Quique Bassat y M. José Mellado Peinado en un artículo publicado en Anales de Pediatría a finales de septiembre.

Alrededor de un 1 % de infectados precisan hospitalización, menos de un 0,02 % cuidados intensivos, y la mortalidad es muy baja y generalmente en niños con comorbilidades

Cristina Calvo et al.

Estiman una mortalidad de 0,21 por 100.000 niños de 0-9 años, y de 0,34 por 100.000 niños de 10 a 19 años. Según datos recogidos en un informe del ministerio de Sanidad, hasta el 30 de julio pasado habían fallecido nueve niños de entre 6 y 11 años.

En la mayoría de ellos, afirman los pediatras, la COVID-19 provoca infecciones respiratorias y cuadros gastrointestinales que no necesitan tratamiento. La excepción, muy poco frecuente, es el llamado síndrome inflamatorio multisistémico (MIS-C).

El 60 % de los niños que necesitaron cuidados intensivos, y el 90 % de los que fallecieron tenían otras patologías graves. En concreto, la enfermedad cardiaca y del hígado, y el asma, se asocian a un mayor riesgo de covid grave en niños; en cambio esta asociación no aparece con pacientes oncológicos, enfermedad reumática ni diabetes.

¿Enferman más con la variante delta?

Tanto Cinta Moraleda, responsable del estudio EPICO —que recoge datos de niños con COVID-19 en 74 hospitales españoles—, como Francisco José Álvarez García, coordinador del Comité Asesor de Vacunas (CAV) de la AEP, insisten en que no ha habido en España más hospitalizaciones de niños atribuibles a la variante delta. En EE UU sí se ha observado una coincidencia temporal entre la extensión de la delta y un aumento de ingresos, pero podría deberse a factores distintos a la variante en sí.

La publicación en Anales de Pediatría refleja más bien que“la gravedad y la frecuencia de las hospitalizaciones pediátricas siguen disminuyendo” en cada nueva ola de la pandemia,“y no está claro si estos cambios se deben a la emergencia de nuevas variantes o a nuestro mayor conocimiento sobre la enfermedad”.

Neonatos: no hay contagios a través de la lactancia

“El recién nacido puede infectarse, si bien la transmisión vertical es muy baja (lactancia materna”, escriben Calvo y el resto de pediatras en Anales de Pediatría.“En general las infecciones neonatales han sido leves”, o asintomáticas.

La mayoría de los contagios en neonatos son posnatales por contacto estrecho, pero no a través de la lactancia —no hay casos confirmados por esta vía—.

La mayoría de los contagios en neonatos son posnatales por contacto estrecho, pero no a través de la lactancia

Pero los pediatras señalan:“Esta pandemia también ha tenido un impacto colateral derivado de las limitaciones impuestas a la presencia de los padres [y madres] en las unidades de neonatos y del estrés de los sanitarios”.

Qué se sabe sobre el síndrome inflamatorio (MIS-C)

“Un pequeño porcentaje de niños experimentan el síndrome inflamatorio multisistémico pediátrico (PIMS-TS/MIS-C), generalmente 4 a 6 semanas después de un cuadro leve de COVID-19”, informa Sanidad. Aún no se ha estimado la incidencia de manera precisa.

Los síntomas son variados:“Fiebre, síntomas gastrointestinales, erupciones cutáneas, lesiones miocárdicas, aneurismas en las coronarias y shock”. Es frecuente el ingreso en UCI. El MISC-C se sigue investigando, porque aunque comparte características con otros síndromes inflamatorios en niños también tiene diferencias. En un estudio con doce niños españoles de 5 a 14 años sin enfermedades previas los pacientes estuvieron 10 días de media ingresados, casi la mitad de ellos en UCI. Ninguno falleció.

Los pediatras españoles elaboraron hace ya un año un documento de consenso sobre cómo tratar este síndrome.

¿Y la covid persistente?

Como en los adultos, se estima que el 10 % de niños que han pasado la infección de forma leve o asintomática pueden tener covid persistente, señala el informe de Sanidad.“Los principales síntomas asociados son: fatiga, dolor de cabeza, disnea, debilidad, confusión mental, deterioro cognitivo y cambios de humor, que pueden afectar en las actividades de la vida diaria y el desempeño académico, impidiendo asistir a la escuela o realizar actividades extraescolares”. Es también un área de investigación activa, explica Álvarez García.

Como en los adultos, se estima que el 10 % de niños que han pasado la infección de forma leve o asintomática pueden tener covid persistente

Es, de hecho,“la parte que más desarrollamos en EPICO”, dice a SINC Moraleda,“pero aún no tenemos datos para compartir”. Los síntomas son variados e inespecíficos,“estamos aún lejos de caracterizarlos bien, pero no podemos banalizar. Hay que seguir investigando”.

Son contagiados más que contagian, y no en el cole

Ya no hay duda, asegura el pediatra Ángel Hernández Merino, de la AEP, que al contrario que con otros virus respiratorios, como la gripe, los niños no son grandes contagiadores de la COVID-19. Al contrario.“Los niños raramente originan sucesos de supercontagio y parecen ser menos infecciosos que los adultos”, escriben los pediatras en Anales de Pediatría. La capacidad de infectar aumenta con la edad, hasta igualar la de los adultos en la adolescencia tardía. Esto es así a pesar de que se ha detectado alta carga viral, de virus viables, en niños y bebés.

Los niños raramente originan sucesos de supercontagio y parecen ser menos infecciosos que los adultos. La capacidad de infectar aumenta con la edad, hasta igualar la de los adultos en la adolescencia tardía

Los niños y niñas se infectan sobre todo en casa, señala Sanidad:“La mayor parte de los contagios en niños ocurren en el ámbito doméstico, aun durante el curso escolar. En los brotes en los centros educativos, a menudo son los trabajadores los casos índices (…). Por otra parte, en general, los adultos en los entornos escolares no presentan una mayor vulnerabilidad a padecer covid grave que la población general”.

Aun así, los pediatras recuerdan que estos datos se han recabado con una comunidad educativa que cumple estrictamente con el uso de mascarilla.

Efectos indirectos de la pandemia

La pandemia no solo ha provocado la enfermedad COVID-19. También“se han producido numerosos daños colaterales derivados de la dificultad de acceso a la asistencia”, escriben los pediatras en Anales de Pediatría.“La salud mental de la población pediátrica se ha visto seriamente afectada”.

En un reciente artículo en La Voz de Asturias, Federico Martinón Torres, Jefe del servicio de Pediatría del Hospital Clínico Universitario de Santiago, urgía a tomar“las medidas adecuadas de protección de la población infantil de las graves consecuencias indirectas de esta pandemia: descenso en las coberturas vacunales rutinarias y «reemergencia» de infecciones pediátricas graves,”despriorización“ en las estrategias de salud, incremento alarmante en patología psiquiátrica infantojuvenil, aumento de los malos tratos infantiles y violencia doméstica, o interferencias significativas en su educación y sus relaciones sociales con imprevisibles consecuencias a corto y medio plazo”.

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