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El desmontaje de la COP25 en Ifema revela la falta de reciclaje: la basura acabó mezclada en un mismo contenedor

Contenedores en el desmontaje en IFEMA

Carla Pérez Diago / Natalia Chientaroli

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Durante 12 días de diciembre, Ifema se convirtió en el centro de la lucha mundial contra la crisis climática. La COP25 intentaba en Madrid cerrar un compromiso de los países para detener el ritmo del calentamiento global. Más de 30.000 personas de todo el mundo pasaron por el recinto ferial de la capital en esas casi dos semanas en las que la prensa internacional estuvo pendiente de lo que sucedía en sus pabellones, por los que caminaban desde presidentes a activistas como Greta Thunberg. Pero cuando los focos de la Cumbre del Clima se apagaron, también lo hizo el fervor medioambiental. El desmontaje de la COP dejó al descubierto unas prácticas poco ecológicas: reciclaje deficiente, contenedores mal utilizados, residuos mezclados.

Las imágenes son elocuentes: contenedores de vidrio repletos de plantas; otros exclusivos para madera que contienen plásticos, restos de telas y todo tipo de objetos sin rastro de madera; contenedores con la leyenda “solo papel y cartón” en los que sobresalen cables acumulados; y otros amarillos (de envases) con trozos de palés de madera y restos de tela. También camiones de recogida con la etiqueta “solo plástico” en los que se ven restos de cartón y latas de refresco.

Pese a las imágenes, una portavoz de la Feria de Madrid –un consorcio constituido por la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de la capital, la Cámara de Comercio e Industria y la Fundación Montemadrid– asegura que no tienen constancia de que se haya producido ningún fallo en el tratamiento de residuos ni que se hayan incumplido las recomendaciones ambientales y de sostenibilidad.

El 60% de las ferias que tienen lugar en Ifema son de gestión propia y el resto se encuentran a cargo de terceros. En el caso de las propias, el tratamiento de los residuos se ha adjudicado a las empresas FCC (en los pabellones impares) y Clece (los pabellones pares). Las dos han participado de la COP25.

“Todo al mismo contenedor”

María (nombre ficticio para mantener su anonimato) trabajó durante varios años como empleada de limpieza de FCC en las distintas ferias que se organizan en Ifema, así como en sus montajes y desmontajes. Conoce las prácticas que se realizan: “En los pabellones la basura se divide en bolsas de colores (plástico, cartón y papel, orgánico y vidrio). Incluso las bolsas son reutilizables. Pero el problema viene después: todo lo que has separado, cuando vacías la bolsa, va al mismo contenedor”.

Todos los empleados de limpieza sin distinción (a excepción de los encargados de turno) tienen la misma función: mantener la integridad de los salones, y el traslado de los residuos a los contenedores según han sido asignados en los pabellones para cada feria.

“En Ifema todo esto se sabe. Los montadores, los pintores… nadie recicla, y los limpiadores no tenemos la capacidad de reciclar por todos. Sería en vano. Allí se recicla lo que les interesa reciclar, como la moqueta, que se intenta reutilizar si está decente, o el cartón, porque lo convierten en dinero”, resume María.

Estas bolsas son desplazadas a los contenedores que se encuentran en el exterior. Una vez llenos, llega el momento del camión de basura. Este vehículo generalmente no cuenta con una especificación ni distinción de los residuos que transporta, y si lo hace, igualmente resulta inservible: aquí va todo con todo. “El camión no se sabe exactamente a dónde va a parar, hay distintos puntos de vertederos en Madrid y depende de dónde lo haya recogido se supone que va a dejarlo a uno u otro” comenta María.

“Esto es totalmente ajeno a nosotros”

Todos los saben, cuentan los trabajadores, excepto la dirección de las empresas adjudicatarias, según dicen. Fuentes de FCC aseguran que no tiene constancia de esta situación. “Esta no es una práctica que nosotros hagamos: al revés, apostamos por el reciclaje. Pero si nos encontramos los contenedores llenos es otro tema; no es que nosotros no hagamos bien el reciclaje. Esto ya es totalmente ajeno a nosotros”.

Desde Clece niegan conocer estas actividades. Una portavoz reitera que en la empresa muestran una política con el reciclaje muy estricta. “Hay una norma clara para los trabajadores de Clece”, asegura. Pero matiza: “En el montaje y desmontaje de una feria los contenedores los utilizan tanto las empresas de limpieza como las de montaje y desmontaje de las ferias. Es caótico. Desmontan y tiran donde pueden. En los desmontajes de una feria, los materiales que se utilizan y se tiran no están segregados en origen, entonces tienen que coger todo el material (ya sean cables, moquetas, etc.) e ir al contenedor que sea. No pueden hacer nada”.

De puertas para fuera, las ferias de Ifema sí muestran un compromiso con el reciclaje con presencia de contenedores de plástico, papel y cartón, orgánico y vidrio. La portavoz de Ifema se compromete a investigar la situación de los residuos y enumera las medidas que toma “para reducir el impacto de su actividad y sus ferias”: certificados medioambientales, la separación de residuos ahora cuestionada, iluminación led de bajo consumo, un punto de recarga para vehículos eléctricos o un programa de recuperación del agua. También ofrece datos del reciclaje selectivo que realiza Ifema: 16,5 toneladas de elementos metálicos (acero, aluminio y cobre, sobre todo), 21 toneladas de papel y 11.000 mde toneladas de madera reciclada.

Concienciados con el reciclaje, pero no mucho

Los empleados confirman la separación del vidrio y el cartón: “Ifema contiene unas máquinas específicas para el cartón. Se encargan de compactarlo y, una vez hecho, se llevan a un punto de reciclaje”.

Los empleados intentan diferenciar y clasificar los materiales en caso de mal reciclaje por parte de quienes acuden a Ifema. “El problema no somos los trabajadores, sino los visitantes de las ferias. Algunos no buscan reciclar, aun teniendo las facilidades. Muchos de nosotros, si encontrábamos la basura mal reciclada, lo volvíamos a clasificar, aunque al final sea inservible”, explica la extrabajadora.

Porque la realidad es tozuda. “Desde fuera podríamos ser conscientes sin mucho esfuerzo de lo que pasa. Basta con detenerte un rato en los viales [en la parte trasera de la feria, donde paran los contenedores] y fijarte en el camión de la basura: verás que coge los contenedores y todos son vaciados en el mismo”.

La comida, otra señal

Otra de las caras ocultas de Ifema es el malgasto de comida. Dada la cantidad de visitantes que recibe la feria, el número de alimentos que gestiona es muy alto, y consecuentemente también lo es la cantidad de ellos que acaba en la basura.

“He visto camiones repletos de bollos con plásticos, ensaladas en envases de plásticos, bocadillos y sándwiches con plásticos… Contenedores de comida que aún no ha caducado o caducaban ese día, que son totalmente comestibles pero que no está bien visto ponerlos de cara al público. Hay un desperdicio increíble de alimentos que podrían ser donados para bancos de alimentos, pero solo se hace en escasas ocasiones”, aclara María. Todos estos alimentos acaban tirados con sus respectivos envoltorios de plástico.

Un cambio de 360º en Ifema

Fueron 15 días que pusieron a Madrid bajo el foco mundial. Dos semanas de negociaciones, eventos e intentos de alcanzar un acuerdo de emisiones que no fueron todo lo bien que muchos habrían esperado. Las negociaciones se salvaron en el último minuto con un acuerdo de mínimos que permitió que la Cumbre no fuera un fracaso absoluto: se aprobó llamar a los países a preparar planes para reducir las emisiones, pero sin fijar calendario alguno.

Durante estas semanas, la COP25 pareció haber producido un cambio en el funcionamiento de limpieza de Ifema. Había que dar buena cara. Según fuentes internas de la feria, la seguridad y el reciclaje han estado en el punto de mira de todos los dirigentes y asistentes. 

En el interior, al igual que en muchas otras ferias, se podía ver gran cantidad de basuras clasificadas para un empleo responsable de los residuos, aunque en ocasiones no se encontraban bien ubicados. La zona de los contenedores durante el evento se mantuvo vallada y supervisada. La policía se encargó de revisar los contenedores y las bolsas que recogían y reciclaban los camiones de basura.

Pero cuando se desmontó el evento y se apagaron los focos, el desmontaje de este acontecimiento supuso un paso atrás. Lo que parecía haber sido un avance en el funcionamiento interno del recinto ferial fue una máscara que ocultaba la realidad. Los cubos de reciclaje, los residuos generados y los materiales utilizados para el evento acabaron de nuevo todos en el mismo lugar: el camión de basura que mezcla los residuos.

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