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Las mascarillas serán obligatorias en espacios cerrados y en la calle si no se puede garantizar la distancia de seguridad

Una camarera con mascarilla prepara una terraza en la calle Ribera de València

Belén Remacha

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El Ministerio de Sanidad ha confirmado con los gobiernos autonómicos su decisión de ampliar el uso obligatorio de mascarillas a más espacios públicos además del transporte como estrategia de protección frente a la COVID-19. Ayer domingo, el ministro Salvador Illa ya avanzó que habían sondeado a los representantes de las comunidades y habían encontrado “unanimidad” en la medida propuesta de extender las mascarillas, pero hoy lunes, en un Consejo Interterritorial telemático con los todos los consejeros de sanidad, han acordado definitivamente que serán obligatorias “también en espacios cerrados y en la vía pública si no es posible garantizar la distancia mínima de seguridad de dos metros”. En el transporte público lo son desde el 3 de mayo.

El Ministerio concretará los detalles de la norma en una orden que se publicará en el Boletín Oficial del Estado (BOE) “en los próximos días”. Ayer, Illa dijo que no precisaría exactamente cómo se llevará a cabo “hasta que no esté la orden cerrada”, porque siguen “evaluándolo”. Anunció que iba a debatirlo este lunes con las comunidades, y paralelamente “están los expertos trabajando”. Desde el 13 de abril se han repartido mascarillas en estaciones de Metro y Cercanías y otro tipo de paradas e intercambiadores, y desde finales de abril el precio de las quirúrgicas desechables está fijado en 0,96 euros la unidad. El Ministerio tendrá que concretar en el BOE si el Gobierno facilita de alguna otra manera estos productos a la ciudadanía, si habrá algún mecanismo para comprobar que se cumplen los dos metros de seguridad y si se contemplan excepciones, entre otros aspectos.

El Ministerio ha ido cambiando con la evolución de la pandemia su criterio respecto a las mascarillas, hasta considerar hoy que deben ser obligatorias en los espacios públicos. En el inicio de la crisis, entre febrero y marzo, solo estaban recomendadas para profesionales sanitario y para pacientes con síntomas. Luego pasaron a ser “altamente recomendables”, y en mayo se comenzaron a exigir en el transporte público. El portavoz de Sanidad Fernando Simón ha declarado más de una vez que, dada la gravedad que ha llegado a adquirir en nuestro país la pandemia, es mejor “sobreactuar” y prevenir con medidas en este sentido. 

Otros organismos internacionales también han cambiado de opinión respecto a las mascarillas en el mismo periodo de tiempo. Hasta el 8 abril, el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades no las recomendaba para la población general. Ese día publicó un informe en el que extendió la recomendación de uso de mascarillas a la población general, no solo a personas sospechosas o confirmadas de coronavirus, basándose en la cada vez mayor evidencia científica de la transmisión de asintomáticos. “Una mascarilla puede ayudar a reducir la a propagación de la infección minimizando la secreción de las gotas respiratorias de las personas infectadas que pueden no saber que lo están y antes de que desarrollen cualquier síntoma”, escribían desde la institución europea.

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sigue indicando que las mascarillas no son para personas sanas. “Si está usted sano, solo necesita llevar mascarilla si atiende a alguien en quien se sospeche la infección por el 2019-nCoV”, indica su web oficial sobre la COVID-19, actualizada regularmente. En Europa, el primer país en hacerlas obligatorias fue República Checa. En la mayoría de regiones de Italia lo son en espacios cerrados públicos, no en exteriores, y en Francia y en Alemania en el transporte público. Portugal las exige en todos los espacios públicos.

Además de por la falta de consenso científico, muchos gobiernos han retrasado la implantación de la medida debido al desabastecimiento de mascarillas que se vivió en Europa durante el pico de la pandemia. El director general de la OMS, Tedros Adhanom, expresó su preocupación en abril por que “el uso masivo de mascarillas médicas por parte de la población en general pueda agudizar la escasez” de este material para los sanitarios que las necesitaran. El ministro Illa comentó el 7 de abril, época de mayor colapso de los hospitales en España, que iba a esperar a tomar una decisión acerca de las mascarillas porque en ese momento la ciudadanía no podía cumplir una medida así, al no haber stock suficiente en el país. Desde hace unas semanas, y con la regulación de los precios, su accesibilidad está más garantizada que entonces.

La comunidad médica sí coincide en que las medidas más efectivas para prevenir el contagio de la COVID-19 son la distancia física, la higiene de manos personal y evitar tocarse la cara. Sobre los guantes, otro producto farmacéutico que se ha extendido durante la pandemia, sí que el técnico Fernando Simón ha opinado que es “preferible un correcto lavado de manos”: “El guante sirve cuando tenemos una mínima certeza de que después no vamos a tocarnos (...) es complicado que se toque una superficie infectada y luego no se toque la cara o los ojos”.

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