Sultan Al Jaber: un directivo petrolero preside la Cumbre del Clima mientras planea multiplicar las perforaciones
En 2023 se ha producido ya un hito en la lucha por aplacar la crisis climática planetaria: es la primera vez que la Cumbre del Clima de la ONU es presidida por el consejero delegado de una empresa. Y no de una cualquiera. Sultan Ahmed Al Jaber será el encargado de conseguir un consenso en la COP28 que comienza este jueves al tiempo que dirige la compañía petrolífera y gasista de los Emiratos Árabes Unidos, Adnoc. El doble juego está servido.
Si como presidente de la COP28, Al Jaber debe “elevar la ambición para atajar el cambio climático internacionalmente” y “sacar el mejor resultado de la reunión”, según detalla la ONU; al mismo tiempo, está al frente de unos planes de expansión de petróleo y gas incompatibles con contener el calentamiento global en los niveles marcados por el Acuerdo de París: los niveles de extracción de combustibles fósiles previstos por Adnoc implican el mayor exceso de producción en todo el mundo respecto a lo que exigiría limitar el aumento de temperatura de la Tierra a 1,5ºC, según el análisis de la base de datos Gogel. La empresa planea un incremento de 8.300 millones de barriles de crudo para 2050. Equivalen a 1,3 billones de litros.
Al Jaber ya ejerció como jefe de la delegación de EAU en la Conferencia del Clima de 2015 donde se aprobó el Acuerdo de París. “Estamos comprometidos con alcanzar un acuerdo para limitar las consecuencias del cambio climático”, declaró en los pasillos de la COP. Ocho años después, el 30 de septiembre pasado, ha vuelto a hacer referencia a este acuerdo: “La estrella polar de la COP28 será el 1,5ºC del Acuerdo de París”.
El mensaje desde 2016: más producción
La cuestión es que muchos científicos han calculado cuánto petróleo y gas debe quedarse sin extraer para conseguir ese objetivo, lo que choca con la política que Al Jaber desarrolla en su empresa. Si se deja el 60% de las reservas mundiales de petróleo y el gas para 2050, “habrá un 50% de probabilidades” de que el mundo no se recaliente más de 1,5ºC al final de siglo, ha calculado un trabajo del Imperial College de Londres. Implica reducir la producción un 3% al año desde ya. Recortar, rebajar, disminuir... todo lo contrario de lo que planea hacer Al Jaber en la compañía petrolífera estatal que dirige.
Lo cierto es que si se revisa la actuación del presidente de la COP28 desde que se rubricó el acuerdo mundial para atajar el cambio climático en 2015, se constata cuál ha sido su línea de trabajo en Adnoc: producir –y vender– más y más combustibles fósiles.
Al Jaber pertenece a una de las familias con poder en Emiratos. Su hermano ha sido embajador en Kazajistán y Rusia. Moscú le otorgó la Orden de la Amistad por contribuir a las relaciones entre ambos países. El suegro de Al Jaber ha sido consejero presidencial y presidente de la Conferencia de los Países Exportadores de Petróleo además de ministro del Petróleo y Recursos Minerales. Sultan Al Jaber tiene a su lado en su consejo de Adnoc a Jaldún Al Mubarak, presidente del club Manchester City de fútbol.
El actual presidente de la COP fue nombrado consejero delegado de Adnoc en 2016. En ese momento ya marcó como objetivo inmediato un incremento de la producción de petróleo de 400.000 barriles al día –más de 63,5 millones de litros– para el año 2018 hasta tocar los 3,5 millones de barriles.
No se equivoquen. Los hidrocarburos continuarán jugando un papel absolutamente esencial. A pesar del ruido de ahí fuera, en 2040, el consumo de petróleo crecerá al menos en 10 millones de barriles diarios. El gas subirá un 40%
Solo dos años después, en 2018, en la inauguración de la Exposición y Conferencia Internacional del Petróleo de Abu Dhabi afirmaba en su discurso: “No se equivoquen. Los hidrocarburos continuarán jugando un papel absolutamente esencial en un mix energético diversificado. De hecho, en 2040, a pesar del ruido de ahí fuera, el consumo de petróleo crecerá al menos en 10 millones de barriles diarios. La demanda de gas subirá un 40%”.
Para entonces el CEO de Adnoc ya había sido enviado especial de su país para el Cambio Climático entre 2010 y 2016. “Estos crecimientos nos dicen una cosa y solo una. Estamos en la primera línea de una nueva era de oportunidades para nuestra industria”, vaticinó en la primera jornada de aquella exposición de 2018.
En aquel discurso de 2018 pronunciado por Sultan Ahmed Al Jaber no apareció ni una vez la palabra clima. Ni emisiones
Al mismo tiempo, Al Jaber anunció que habían firmado una “concesión histórica” con la francesa Total para “el nacimiento de la extracción de gas no convencional en EAU”. Se trata del gas que exige técnicas especiales para extraerlo, como el fracking. Se calcula que hay yacimientos en 45.000 km2 de este hidrocarburo en EAU.
En noviembre de 2020 Adnoc hizo su primer envío de gas extraído con fracking. Este 2023, la misma compañía ha afirmado que va a centrarse más en la perforación con esta técnica. En aquel discurso de 2018 pronunciado por Sultan Ahmed Al Jaber no apareció ni una vez la palabra clima. Ni emisiones.
Para julio de 2020, el emiratí fue nombrado ministro de Industria y, otra vez, enviado para el Cambio Climático. En noviembre de 2021, solo unos días después de que se cerrara la Cumbre del Clima COP26 de Glasgow, Adnoc anunciaba que iba a realizar unas inversiones “récord” por valor de 6.000 millones de dólares para “permitir el crecimiento en la perforación e impulsar así la capacidad de producción de crudo hasta los cinco millones de barriles diarios en 2030”. El mismo Al Jaber dijo: “El récord mundial de inversiones subraya nuestro compromiso para liberar de manera responsable nuestros recursos de hidrocarburos de escala planetaria y suministrar los barriles menos intensivos en carbono”.
Atrapar carbono para poder usarlos
Si la Agencia Internacional de la Energía considera que para cumplir el objetivo de calentamiento máximo de 1,5ºC “no hacen falta ni más exploraciones ni nuevos campos petrolíferos o gasísticos”, ¿cómo compatibiliza sus dos discursos Sultan Ahmed Al Jaber?
Una pista clara de su estrategia la ofreció el propio directivo en octubre de 2022 –todavía no era presidente de la COP–, durante el Foro de Inteligencia y Energía de Londres. “Sí, todos debemos comprometernos con la mitigación del impacto que provoca el suministro global de energía, pero enfoquémonos en la captura de carbono, no en cancelar la producción. Frenemos las emisiones, no el progreso”.
Las energías renovables no pueden ser la única solución. Si vamos a ponernos serios respecto al recorte de emisiones, necesitamos ponernos serios respecto a las tecnologías de captura de carbono
La captura se basa en atrapar el carbono cuando se emite al quemar petróleo o gas y, por ejemplo, enterrarlo bajo tierra para que no despliegue su efecto invernadero.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, discrepa. En junio de este año, durante una intervención pública recalcó: “El problema no es simplemente las emisiones de los combustibles fósiles. Son los combustibles fósiles, punto final. Dejen el petróleo y el gas bajo tierra, donde pertenecen”.
Su nombramiento como presidente de la próxima cumbre del clima podría haber suavizado su discurso, pero no. En mayo Al Jaber insistía: “Si vamos a ponernos serios respecto al recorte de emisiones, necesitamos ponernos serios respecto a las tecnologías de captura de carbono”. Su cálculo es que es necesario incrementar por 30 la capacidad de atrapar carbono y almacenarlo. “Las energías renovables no pueden ser la única solución”, fueron sus palabras en la última cumbre de la ambición climática de la ONU en Nueva York.
Se parece bastante al discurso del presidente de la Asociación Mundial del Carbón, July Ndovu, quien este 2023 ha afirmado: “Las sequías manifestaron la incapacidad de las energías renovables para entregar el suministro continuo de energía prometido”. Y ha asegurado que “hasta el 99% de las emisiones provenientes del carbón, incluido el CO2, pueden eliminarse mediante las tecnologías de reducción actuales y disponibles”.
El problema es que en 2022 se capturaron unos 45 millones de toneladas de CO2, según la Agencia Internacional de la Energía, y el total de emisiones ese curso fue de más de 50.000 millones de toneladas. Es decir, no se capturó ni un 0,1%. La propia AIE calcula que “con la capacidad actual y los proyectos a gran escala de captura de carbono”, para el año 2030 esas tecnologías capturarán unos 383 millones de toneladas de gases. “Habría un desfase de más de 770 millones” para que estas tecnologías ejerzan un efecto relevante, reconoce la Agencia.
Sin régimen de incompatibilidades
La ONG Global Witness ha calculado que capturar las emisiones que producirá en 2030 la empresa que dirige Al Jaber requeriría 340 años. El análisis de datos de la base de datos Gogel afirma que los 1,5 millones de toneladas anuales que Adnoc promete secuestrar “se quedan enanos ante las emisiones que producirá el gas que planea extraer de su yacimiento en Ghasha”. “Quemar el gas que pretende producir emitiría más de 20 veces más CO2 que lo que asegura que va a capturar”.
Un buen resumen de la posición de Al Jaber es el que él mismo dio al diario The Guardian en octubre de este año: “Es el consumidor quien contribuye al incremento de las emisiones de CO2, no el productor”.
Y con todo, no existe una política de conflicto de intereses en lo que se refiere a la elección del presidente de una COP (que hace el Estado anfitrión), como explica la ONU. Solo existe un borrador de código de conducta en el que se recoge que “el presidente no podrá ejercitar simultáneamente los derechos de representante de una de las partes”. El reglamento no ha sido adoptado aún, aunque, informan desde la Conferencia para el Cambio Climático de Naciones Unidas, “en cada COP, los gobiernos han decidido aplicarlo”.
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