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El superdotado ciego que pirateaba teléfonos silbando y otras historias del primer vídeo-museo sobre hackers

Joe Engressia, alias 'Joybubbles', uno de los antecesores del movimiento hacker.

Carlos del Castillo

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¿Qué es un hacker? Pocas personas se declararían incapaces de responder a esa pregunta pero, ¿en qué basarían sus respuestas? “Desde políticos a Hollywood, muchos han intentado retratar lo que hacen los hackers, por qué hackean y por qué es importante. Sean exactas o fuera de lugar, esas representaciones siempre producen efectos secundarios a medida que reverberan fuera de la pantalla. Consolidan los estereotipos, afianzan tendencias políticas, avivan los temores sobre el hacking o hacen que los hackers parezcan mucho más geniales de lo que son”.

El aviso cuelga a la entrada de una de las salas del museo online hack_curio, justo la que hace un recorrido por esas múltiples representaciones que se han hecho de los hackers desde los años 80. En el vídeo-museo hay muchas exposiciones más: las que cuentan las partes que han sacado a la luz los medios de comunicación y también las que han quedado en la sombra, las que tienen que ver con cibercrimen y con adolescentes estadounidenses, pero también la que ocupa una anciana que terminó siendo conocida como “la hacker de los hackers” o cómo esas mismas técnicas que servían para ocultar un rastro digital a la policía se usaban para mantener a salvo a activistas anti-apartheid en Sudáfrica.

La conservadora es la antropóloga Gabriella Coleman, una de las mayores expertas a nivel mundial en cultura hacker. Junto a periodistas, documentalistas e investigadores, ha reunido una colección de vídeos cortos unidos a una pequeña explicación que “en conjunto, ayudan a entender por qué el hacking es uno de los fenómenos más importantes de la cultura y la política global de finales del siglo XX y principios del XXI”. Para no perderse entre todo el material expuesto en el vídeo-museo, Coleman se ofrece a hacer una visita guiada por la historia y curiosidades del movimiento hacker para eldiario.es.

El antecesor de los hackers era ciego y pirateaba silbando

Coleman recomienda empezar por la sala que cuenta la prehistoria del pirateo. “Antes de que hubiera hackers, hubo phreaks [de la unión de 'phone' y 'freak'] que exploraron el sistema telefónico. Tenemos un breve clip de uno de los primeros phreaks, Joybubbles, un señor ciego con un silbido perfecto”:

En los años 50, Josef Engressia, alias Joybubbles (burbujas alegres), silbaba para engañar a la maquinaría de la compañía telefónica y hacer llamadas de larga distancia gratis. Era ciego, tenía un coeficiente intelectual de 172 y una historia personal que lo convirtió en un icono cultural. Pero el movimiento de los phreaks no incluyó solo a Joybubbles. De hecho, tenía de todo: una gran corporación que monopolizaba el sistema (AT&T, la compañía telefónica estatal de EEUU), un arma secreta de lo más inesperada (un silbato de juguete que regalaban los paquetes de cereales Capitán Crunch y que reproducía exactamente los 2.600 hercios necesarios para hackear el teléfono) y una parte de juego social, puesto que en ocasiones había que hablar y engañar a los operadores de AT&T.

Cuando los phreaks pirateaban el teléfono, gracias al silbato o a mecanismos que ellos mismos diseñaban, aún quedaban décadas para que Internet llegara a ser la red que conocemos hoy en día. Su caso, no obstante, es la primera parada del museo porque explica a la perfección qué mueve a un hacker: buscarle las cosquillas a un sistema técnico, explorar sus límites, conocer sus secretos y comprobar si se puede usar en contra los que lo dominan. “El phreaking muestra cómo hackear no trata de una tecnología en particular, sino también de una actitud hacia el poder, hacia los grandes sistemas técnicos y hacia el humor y el pasarlo bien”, explica el periodista que cuenta este caso en el museo, Joan Donovan.

Antes de pasar a la siguiente sala, una anécdota: antes de crear Apple, Steve Wozniak y Steve Jobs fueron phreaks que vendían dispositivos para piratear el teléfono.

La “hacker de los hackers”

Quién entra y quién se queda fuera del concepto “hacker” ocupa otra de las salas del museo. En nuestro imaginario colectivo cabe que un joven que programa cualquier algoritmo sea un hacker. Pero, ¿y una matemática anciana? “Otro de los vídeos que recomendaría muestra a una gigante de la computación, Grace Hopper, una programadora de la vieja escuela, de hecho, una de las primeras. La pieza que presentamos, un clip de su entrevista en el late-night de David Letterman, es extraño y sorprendente”, avanza Coleman:

Grace Hopper apareció en el programa de Letterman en 1986, a punto de cumplir los 80 años. Su conversación con el presentador es un viaje a una realidad en la que los estereotipos sobre quién domina la informática y quién no saltan por los aires. “No entiendo mucho de ordenadores”, le confiesa Letterman a Hopper, mientras ella le explica qué es un nanosegundo y por qué es importante cuando se habla de ordenadores y transmisión de información.

“La sociedad apenas era consciente de la revolución informática que se avecinaba”, explica esta vez el periodista Clive Thompson. “La mayoría de personas aún no usaban procesadores de texto, y mucho menos teléfonos móviles o Internet. Pero parece claro que el equipo de Letterman estaba convencido de que los ordenadores iban a mover los cimientos del mundo. Querían un programador famoso que pusiera cara a todo eso”.

La elegida fue Hopper, “la hacker de los hackers”, la define Thompson. Contraalmirante de la Marina de EEUU, fue una de las primeras personas que manejó el primer ordenador digital de la historia (el gigantesco Mark I) y quien redactó su manual. Diseñó el primer lenguaje de programación con palabras del lenguaje natural y fue pionera en numerosos aspectos que definen la computación hoy en día. Además, “Hopper tenía una aproximación muy hacker a la hora de enfrentarse a los sistemas. Es más fácil pedir perdón que pedir permiso, solía decir, algo que tú probablemente hayas citado sin saber que Hopper lo dijo primero”.

“Podrían haber sido los rusos. Pero también un tipo de 200 kilos tumbado en su cama, ¿vale?”

De lo más antiguo a lo más reciente. En un debate electoral contra Hillary Clinton, Donald Trump se negaba a aceptar que el ciberataque al Comité Nacional Demócrata que tanto perjudicó a su rival fuera una maniobra de la inteligencia rusa para beneficiar su candidatura. Como la representación de los “hackers rusos” le perjudicaba, Trump recurrió a otra igual de imprecisa pero mucho más conveniente para él en ese momento: la del hacker como inadaptado social que ataca desde un cuarto en penumbra sin motivo aparente.

La investigación del fiscal encargado del caso zanjó que el culpable sí que fue un agente de la inteligencia rusa, un espía que camufló durante años su identidad real. Intentando desviar la atención, “Trump logró perpetuar un universo de estereotipos obsoletos sobre los hackers”, cuenta el periodista Karl Bode. Estamos en la sala que recorre las representaciones que se han hecho sobre hackers a lo largo de los años, una de las más completas del museo.

Hay mucho telediario aquí (cibercriminales encapuchados), un poco de Hollywood (adolescentes que hackean misiles nucleares), pero también muchos políticos, que en el último lustro han tenido una predilección especial por explicar a la gente qué son los hackers y por qué son malos o buenos según convenga a sus intereses.

No está presente en el museo, pero en esta categoría entra incluso el expresidente Mariano Rajoy, que se hizo un pequeño lío en la radio contando si los interesados en romper España eran hackers ruso-venezolanos o bots. Aunque quizá nada mejor que ver a Vladimir Putin definiendo a los hackers como “gente libre, como los artistas que se levantan por la mañana, y si están de buen humor, se ponen a pintar” para perder toda fe en las definiciones que los políticos hagan de ellos.

“Putin, presidente de Rusia y ex agente de la KGB, no es más que un maestro de las evasivas. Y en este vídeo, Putin hace exactamente eso: se niega a jugar con los estereotipos histéricos que tan a menudo caracterizan a los hackers en el discurso político. Por supuesto, por sorprendente que sea escuchar a un líder mundial hablar de hackers tan poéticamente, a nadie le sorprenderá que esa retórica sirva tan solo a sus propios intereses”, describe aquí Marijeta Bozovic, profesora universitaria.

Escapar de la cárcel con 10 llaves de madera para seguir hackeando el apartheid

En los últimos años los políticos han usado a los hackers para sus propios intereses, pero los hackers han hecho política casi desde el principio. En la sala sobre hacktivismo del museo desde hackers de estilo Robin Hood que atacan compañías eléctricas para borrar la deuda de sus clientes, hasta los que pusieron en marcha la estructura mediática de Indymedia. Y por supuesto, Wikileaks y Anonymous.

Aquí Coleman recomienda detenerse en la historia de Tim Jenkins, un activista anti-apartheid que montó un sistema para que los líderes del ilegalizado Congreso Nacional Africano pudieran comunicarse entre ellos de forma segura. Incluso aunque estuvieran encarcelados, como Nelson Mandela.

“La vanguardia de las tecnologías de cifrado a menudo se identifica con los desarrolladores y proyectos occidentales como Tor. Pero mucho antes de que existieran Tor o Signal, los luchadores por la libertad sudafricanos estaban desarrollando tecnologías de encriptación verdaderamente avanzadas y están en deuda con Tim Jenkins, un ex phreak de teléfonos”, recalca Coleman.

La antropóloga adelanta que el museo tienen dos espacios reservados a este hacker. Uno es sobre su sistema de cifrado, mientras que en el otro se detalla... “¡cómo escapó de la cárcel haciendo 10 llaves de madera en la carpintería!”

La sección del hacktivismo del museo también menciona el caso de España y del colectivo Xnet, que logró aprovechar el whistleblowing no solo para exponer a los banqueros corruptos sino también para encarcelarlos“ (refiriéndose a Rodrigo Rato y a 15MpaRato).

La visita al primer vídeo-museo hacker ha acabado. El “hacker” como figura pública vuela entre lo icónico, el antihéroe y la amenaza criminal sin rostro o encapuchada“, resume Coleman: Esas visiones no están completamente equivocadas. Aún así, hay mucho más allá de ellas. Como individuos o a través de grupos, los hackers han avanzado los medios técnicos para la privacidad y el whistleblowing, han desarrollado protocolos de seguridad del consumidor, y mucho más”.

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