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Opinión - ¡Nos comerán! Por Esther Palomera

Rescates, ecuaciones, sustituciones

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El poema de Goethe El rey de los Elfos muestra a un padre que cabalga en la noche, al galope, con su hijo en brazos, protegido. A lo largo de esa senda nocturna, mientras atraviesan el bosque oscuro, el niño asustado cuenta cómo se acerca el Rey de los Elfos, cómo le hace promesas para llevárselo con él a su reino, cómo le ofrece juegos, cómo ensalza a sus propias hijas, que lo atenderán. Mientras, el padre, cada vez que el hijo cuenta lo que ve, trata de calmarlo: es la niebla, son las hojas, pronto vamos a llegar, descansa. En la penúltima estrofa, el niño grita: “¡El Rey de los Elfos me ha herido!”. En la última, el padre tiembla y cabalga más aprisa. Pero el poema termina: “En sus brazos el niño estaba muerto”. No era la niebla, ni las hojas. Era el Rey de los Elfos.

En 1937 los directores Gernot Bock-Stieber y Kurt Botner estrenaron en todos los cines de Alemania (más de 5.000 copias) la película Opfer der Vergangenheit (Víctimas del pasado). En ella se podían escuchar frases como éstas: “[…]gente sana y normal vive en estrechos callejones oscuros, mientras que para los idiotas y los locos se han construido palacios que ni siquiera aprecian”. “En los últimos setenta años nuestra población ha crecido en un cincuenta por ciento, mientras que la herencia enfermiza ha aumentado en un cuatrocientos cincuenta. Si sigue este desarrollo una eterna procesión del horror invadirá nuestra nación. En cincuenta años habría un extraño por cada cuatro personas normales. Una invasión en masa”. 

En 1984 los profesores Noakes y Pridham dan a las prensas de la Universidad de Exeter (Reino Unido) el segundo volumen de Nazism 1919-1945, bajo el título State, Economy and Society 1933-1939. En la página 453 de esa monografía pueden leerse las preguntas que en esas fechas debían contestar con los alumnos alemanes de matemáticas en los últimos años educación primaria. “Pregunta 95: la construcción de un asilo para lunáticos cuesta 6 millones de reichsmarks. ¿Cuántas casas para alemanes se podrían construir si cada casa cuesta 15 mil reichsmarks? Pregunta 97: Mantener un manicomio cuesta por persona una media diaria de 4 reichsmarks, un criminal 3,5 reichsmarks. Muchos trabajadores civiles reciben sólo 4 reichsmarks por día, un no profesional no llega a los 2 reichsmarks por cabeza para su familia. A) Ilustra estos datos en un diagrama. Siguiendo estimaciones conservadoras, existe al cuidado unos 300 mil enfermos mentales, epilépticos, etcétera. B) ¿Cuánto cuesta en total mantener a toda esa gente si se gasta diariamente por cada persona 4 reichsmarks? C) ¿Cuántos cupones de 1.000 reichsmarks se podrían conceder a los futuros esposos con esa suma?”. 

De 1989 data esta apreciación de Zygmunt Bauman sobre la estructura imaginaria del genocidio moderno (Modernity and the Holocaust, Polity Press-Blackwell, Inglaterra): “[...] el genocidio moderno [...] es el trabajo de un jardinero. Es simplemente uno de los muchos trabajos rutinarios que necesita hacer la gente que piensa que la sociedad es como un jardín. Si el diseño del jardín define a sus malas hierbas, entonces es que hay malas hierbas ahí donde hay un jardín y hay que exterminarlas. Hacerlo es una actividad creativa, no destructiva”. En 1934 el Ministro de Agricultura Richard Walther Darré, teórico del concepto Blut und Boden (Sangre y suelo), ya había aventurado en Neuadel aus Blut und Boden (La raza. Nueva nobleza de sangre y suelo): “[...] debemos incluso aclarar que un pueblo sólo puede alcanzar el equilibrio espiritual y moral si, en el núcleo mismo de su cultura, hay un plan de cultivo bien proyectado”.

Más conocidas que las anteriores son las referencias del propio Adolf Hitler en Mi lucha (1925). “El Estado nacional debe reconocer a la raza el principal papel en la vida de la nación y velar porque ella se conserve pura. Debe declarar que los niños constituyen el patrimonio más precioso de la nación. Debe procurar que sólo engendren hijos los individuos sanos, porque el hecho de que personas enfermas o incapaces pongan hijos en el mundo es una desgracia, en tanto que el abstenerse de hacerlo es un acto altamente honroso”. (págs. 185-186) También en el discurso de Nuremberg, de 1929, pudieron escucharse alharacas como esta: “Como consecuencia de nuestro humanitarismo sentimental moderno, intentamos mantener a los débiles a expensas de los sanos”.

(Propaganda). Debemos al dictador la siguiente prospección antecedente de la retórica práctica de la información contemporánea: “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel intelectual a la capacidad respectiva del menos inteligente de los individuos a quienes se desee que vaya dirigida. De esta suerte, es menester que la evaluación mental sea tanto menor cuanto más grande la muchedumbre que deba conquistar. [...] El éxito de un anuncio, así sea comercial o político, se debe a la persistencia y asiduidad con que se lo emplea”. “Las asambleas de grandes muchedumbres son necesarias, pues cuando a ellas asiste el individuo acometido del deseo de alistarse en un flamante movimiento y temeroso de encontrase sólo, recibe allí la primera impresión de una numerosa comunidad, lo cual ejerce un efecto vigorizador y estimulante en la mayoría de las personas. Estas se someten a la mágica influencia de lo que llamamos sugestión de la multitud”. “La capacidad receptiva de las multitudes es sumamente limitada y su comprensión escasa; por otra parte, tienen ellas una gran facilidad para el olvido. Así las cosas, fuerza será que toda propaganda, para que sea eficaz, se limite a muy pocos puntos, presentándolos en forma de gritos de combate hasta que el último hombre haya interpretado el significado de cada uno. Si se sacrificara este principio al deseo de presentar la propaganda bajo múltiples aspectos, ésta perdería su efecto, ya que la muchedumbre resulta impotente para dirigir y asumir el material que se le ofrezca”.  (Mi lucha, 1925).

Víctor Kemplerer se hacía eco, en 1975 (Lingua Tertii Imperii. Notizbuch eines Philologen, Reclam, Leipzig) de los esquemas expresivos de la comunicación del éxito: “[…] es histórica la victoria de un coche de carreras alemán, es histórica la inauguración de cualquier cosa, es histórica la fiesta de acción de gracias por la cosecha, es histórico cada congreso del Partido, es histórico cualquier día de fiesta de cualquier tipo”. 

Los miembros de las SD –que no llevaban uniforme para camuflarse mejor en sus tareas de vigilancia social—recibieron el 12 de octubre de 1940, por parte de la oficina de Stuttgart, las siguientes instrucciones de obligado cumplimiento: “Con el fin de asegurar que las actitudes de todas las secciones de la población estén bajo observación continua, todos los agentes deben aprovechar cualquier oportunidad en las conversaciones cotidianas con sus familiares, círculo de amigos y conocidos, pero sobre todo en su lugar de trabajo, para reforzar los efectos concretos producidos en la moral de todos los acontecimientos y medidas tanto del país como del extranjero”.

Finalmente, debemos a Jean-Marie Domenach la atribución temprana (1950) de este listado de principios propagandísticos a Joseph Goebbels (La propagande politique):

«1. Principio de simplificación y del enemigo único: adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo. 

2. Principio del método de contagio: reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

3. Principio de la transposición: cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.

4. Principio de la exageración y desfiguración: convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.

5. Principio de la vulgarización: toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa para convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental  realizado. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.

6. Principio de orquestación: la propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase:

Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad.

7. Principio de renovación: hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

8. Principio de la verosimilitud: construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de informaciones fragmentarias.

9. Principio del silenciamiento: acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.

10. Principio de la transfusión: por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.

11. Principio de la unanimidad: Llegar a convencer a mucha gente de que piensa “como todo el mundo”, creando una falsa impresión de unanimidad.

Hijo mío.

(Todas las citas provienen del libro inédito de Nayra Sanz Fuentes El cuerpo nazi. El cuerpo contenido. La representación del cuerpo en el cine de Leni Riefenstahl.)

El poema de Goethe El rey de los Elfos muestra a un padre que cabalga en la noche, al galope, con su hijo en brazos, protegido. A lo largo de esa senda nocturna, mientras atraviesan el bosque oscuro, el niño asustado cuenta cómo se acerca el Rey de los Elfos, cómo le hace promesas para llevárselo con él a su reino, cómo le ofrece juegos, cómo ensalza a sus propias hijas, que lo atenderán. Mientras, el padre, cada vez que el hijo cuenta lo que ve, trata de calmarlo: es la niebla, son las hojas, pronto vamos a llegar, descansa. En la penúltima estrofa, el niño grita: “¡El Rey de los Elfos me ha herido!”. En la última, el padre tiembla y cabalga más aprisa. Pero el poema termina: “En sus brazos el niño estaba muerto”. No era la niebla, ni las hojas. Era el Rey de los Elfos.

En 1937 los directores Gernot Bock-Stieber y Kurt Botner estrenaron en todos los cines de Alemania (más de 5.000 copias) la película Opfer der Vergangenheit (Víctimas del pasado). En ella se podían escuchar frases como éstas: “[…]gente sana y normal vive en estrechos callejones oscuros, mientras que para los idiotas y los locos se han construido palacios que ni siquiera aprecian”. “En los últimos setenta años nuestra población ha crecido en un cincuenta por ciento, mientras que la herencia enfermiza ha aumentado en un cuatrocientos cincuenta. Si sigue este desarrollo una eterna procesión del horror invadirá nuestra nación. En cincuenta años habría un extraño por cada cuatro personas normales. Una invasión en masa”.