El 'mercadeo' político con la infancia migrante marca el año en la ruta canaria, que bate récord de llegadas y de muertes
Cadáveres avistados en alta mar, naufragios de madrugada y menores en condiciones indignas. El 2024 se despide como el año en el que más personas han atravesado la ruta canaria, pero también arrastra otro trágico récord. Una media de 26 personas al día han fallecido tratando de cruzar el Atlántico, que se perpetúa como el paso migratorio más mortal del mundo. Coincidiendo con el 30 aniversario de la llegada de la primera patera al Archipiélago, un total de 43.737 personas ha conseguido llegar entre el 1 de enero y el 15 de diciembre de este año, según las cifras del Ministerio del Interior. Otros 9.757 migrantes han muerto.
Este 28 de agosto se cumplieron tres décadas desde que Baijea y Bachir alcanzaron la playa de Las Salinas del Carmen, en Fuerteventura. Los dos jóvenes saharauis abrieron la ruta por la que ahora entra el 72,6% de la migración irregular que llega a España. La mayor parte de quienes emprenden la travesía son nacionales de Mali (11.155 personas hasta septiembre) y de Senegal (5.866). Le siguen Marruecos (2.807), Guinea (2.245) y Mauritania (2.197), según los datos que maneja Frontex y a los que ha tenido acceso este periódico.
En los últimos meses, ha sorprendido el aumento de personas asiáticas en los cayucos y pateras. El 16 de octubre, una embarcación llegó a El Hierro con una mayoría de migrantes asiáticos. Entre ellos, una familia completa de diez refugiados afganos. La inestabilidad política, la violencia y los efectos del cambio climático han empujado a personas de Pakistán, Yemen, Bangladesh, Afganistán y Siria al Atlántico, así como el refuerzo del control fronterizo en el Mediterráneo.
26 muertes al día
La madrugada del 28 de septiembre dejó la mayor tragedia registrada en las costas de Canarias. Un cayuco volcó a solo cuatro millas de El Hierro mientras Salvamento Marítimo trataba de rescatar a sus ocupantes. Solo nueve cuerpos pudieron ser recuperados junto a 27 supervivientes. Entre ellos, dos hermanos malienses de 18 y 30 años. Salieron juntos de Nuadibú, en Mauritania. La comida, el agua y la batería del motor se acabaron al cuarto día, dejando a 90 personas a la deriva.
Las muertes de migrantes se han sucedido a lo largo de todo el 2024. El 18 de diciembre, una zodiac se hundió a 70 millas de Lanzarote, dejando cuatro fallecidos y otros cuatro desaparecidos. Salvamento logró rescatar a 45 supervivientes después de una noche frenética de búsqueda. Un mes antes, dos pescadores se toparon cerca de la isla con los restos de otro naufragio. Primero, tal y como relataron a Canarias Ahora, encontraron un cuerpo con una cámara de neumático alrededor del cuerpo. Después, avistaron otro cadáver con un chaleco salvavidas.
Las tragedias en la ruta hacia Canarias se han duplicado este año, según los datos del último informe del colectivo Caminando Fronteras. De los naufragios documentados, el 71% corresponde a cayucos que partieron de Mauritania. Aunque las muertes crecen, las familias de los migrantes siguen encontrando las mismas dificultades para localizar a sus seres queridos. “Las víctimas siguen aumentando, y el hecho de documentarlas o preservar su memoria conlleva riesgo de persecución y estigmatización”, subraya el Monitoreo del derecho a la vida.
En medio del caos que supone encontrar a un ser querido entre los muertos de la ruta atlántica, la labor de las entidades se vuelve crucial. En noviembre, pudieron ser identificados dos migrantes fallecidos cerca de Lanzarote. El primer cuerpo correspondía a una mujer de 25 años y el segundo, a otro joven marroquí. Los cadáveres pudieron ser repatriados y despedidos en sus países de origen junto a sus familias.
Aún son muchas las personas enterradas sin nombre en los cementerios de las islas. En El Hierro, algunas víctimas de la ruta han sido sepultadas solo con un código numérico. Aun así, no lo han hecho solas. Vecinos y vecinas de la isla se han organizado por WhatsApp para acompañar a los cuerpos.
“Podemos hablar sin sombra de dudas de personas muertas y desaparecidas de segunda clase, de familias atravesadas por el racismo institucional”, advierte Caminando Fronteras en relación a los obstáculos administrativos que sortean las familias para denunciar la desaparición de sus seres queridos. A las barreras para denunciar se suma el alto número de cuerpos que se hunden para siempre en el océano. En 2024, 131 embarcaciones han desaparecido con todos sus ocupantes a bordo. Mientras tanto, las comunidades tratan de organizarse en los territorios de origen elaborando listados de desaparecidos y exigiendo justicia y reparación.
Violencias machistas
Violencias sexuales, mendicidad y esclavitud laboral son algunas de las vulneraciones de derechos específicas que sufren las mujeres que toman la ruta canaria. Según los datos de Caminando Fronteras, las mujeres suponen entre el 10 y el 20% de las neumáticas que salen desde Marruecos y el Sáhara hacia Lanzarote y Fuerteventura. También son muchas las mujeres que dejan sus países y se dirigen a las ciudades mauritanas para coger un cayuco, escapando de conflictos bélicos, la mutilación genital femenina o el impacto del cambio climático en sus regiones.
“Un gran número se ven forzadas a trabajar en condiciones de esclavitud Mauritania para poder pagar el viaje, que perciben como una liberación final a las violencias estructurales que las asfixian”, reza el documento. Este año, al menos 421 mujeres han muerto intentando llegar a las islas.
La infancia migrante
El número de niños y adolescentes que se embarcan en pateras hacia Canarias en busca de un futuro sigue creciendo. En la actualidad, la comunidad autónoma tutela a 5.600 menores en condiciones que han sido cuestionadas hasta por el propio Ejecutivo regional. En junio, una denuncia presentada a la Fiscalía por dos abogadas reveló episodios de violencia física y verbal, suciedad en las instalaciones y distribución de ansiolíticos entre los menores en un recurso de Lanzarote que cerró poco tiempo después.
En Tenerife, trabajadores y usuarios también denunciaron agresiones y hacinamiento en dos centros de emergencia situados en el Puerto de la Cruz y en Santa Cruz de Tenerife. Los dos siguen funcionando. “Es imposible proteger los derechos del menor”, reconoció tras la Conferencia de Presidentes el presidente canario, Fernando Clavijo. Más allá de las muertes, el colapso de la red de protección del Archipiélago, preparada para atender a unos 2.000 menores, ha protagonizado el debate político.
El Estado y el Gobierno de Canarias han propuesto modificar el artículo 35 de la Ley de Extranjería. Este mecanismo permitiría al Estado intervenir y establecer un reparto obligatorio de jóvenes por todas las comunidades autónomas en momentos de alta intensidad de llegadas a la frontera sur del país. La reforma legal fue tumbada en el Congreso por Junts y el PP, que gobierna con Coalición Canaria en las islas.
El Ejecutivo regional ha optado por instalar carpas en los muelles para que los menores pasen algunos días hasta entrar en los centros. También trató de poner en marcha un protocolo que ralentizaba su entrada en el sistema de protección y que fue tumbado por la Justicia tras las advertencias de la Fiscalía. El Ministerio Público alertó de que, de ejecutarse el protocolo, los menores quedarían en situación de desamparo.
La acogida voluntaria de jóvenes en otros puntos de la Península también ha fracasado. Las autonomías no han recibido al número de jóvenes que cada año se comprometen a atender de manera solidaria. En esta línea, diferentes organizaciones han advertido de que el tira y afloja entre partidos y gobiernos en torno a la acogida de menores consolida “la narrativa criminalizadora” y contribuye a presentar la inmigración como una amenaza.
“El año 2024 ha estado marcado por el mercadeo con la infancia migrante entre las diferentes administraciones del Estado español que deberían protegerla”, indica Caminando Fronteras. El informe subraya que considerar a los menores como migrantes antes que como infancia es una práctica habitual que convierte a los niños y adolescentes en una “moneda de cambio” y los coloca “en el centro de los discursos de odio”.
La falta de plazas fijas en los centros ha llevado este año al Gobierno canario a cambiar de centro educativo a varios alumnos migrantes. La marcha de un niño de 1º de la ESO sin previo aviso llevó a sus compañeros del IES Sabino Berthelot, en Tenerife, a escribir una carta que recorrió el país. “Al menos, permítanos despedirnos adecuadamente de nuestro amigo”, pedían. “Se trata de personas, no de mercancías”, concluían los niños.
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