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Quita, quita

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Ahora mismo entramos en la última fase de la rotura y ruptura de España. Se rompe España por enésima vez por culpa del acuerdos sobre la delegación de competencias migratorias a Cataluña. Siempre, indefectiblemente, se rompe España cuando un gobierno de izquierdas llega a un acuerdo con un partido nacionalista o independentista pero en cambio nunca se rompe cuando acuerdos similares con los catalanistas los firma un gobierno conservador.

Ya ocurrió hace años en el siglo pasado cuando Aznar llegó al pacto del Majestic con el partido liderado en aquel entonces por Jordi Pujol. Aznar cedió a Cataluña la gestión del treinta por ciento del IRPF y el impuesto de patrimonio, sucesiones y juegos, aunque con las cosas de comer no se juega. 

El gobierno de Aznar cedió a Cataluña las competencias de tráfico a los Mossos d'Esquadra en detrimento de la Guardia Civil, la supresión de la figura del gobernador civil y el servicio militar. En aquel momento el PNV aprovechó el revuelo para acordar la creación de un operador vasco de telefonía móvil, Euskaltel, rompiendo con el monopolio de Telefónica.

Aznar necesitaba ávidamente los votos de los catalanistas para poder gobernar, exactamente lo mismo que ahora achacan los populares a los socialistas por sus acuerdos con el partido de Puigdemont, quien no es más que el heredero de Jordi Pujol.

España se está rompiendo desde hace décadas aunque en realidad nunca se rompe, a pesar de los pronósticos fallidos de los agoreros que ni siquiera ven la botella medio vacía, como haría un pesimista de manual. Ellos ven la botella de coñac completamente vacía pero eso es porque alguien se la ha bebido antes. 

Entre los detractores del último acuerdo entre Junts y PSOE están lógicamente PP y Vox pero también un partido nacionalista como Coalición Canaria, que en su día fue aliado de Pujol y el PNV cuando se presentó junto a ellos a las elecciones europeas, demostrando así, por si no estaba ya suficientemente claro, que CC es un partido de derechas puesto que no eligió a la otra alianza de partidos nacionalistas progresistas para ir al Parlamento Europeo. 

Coalición Canaria critica a Junts ahora cuando su filosofía de vida y su razón de ser ha sido siempre sacar rédito en Madrid con los votos de sus diputados en el Congreso. Siempre lo hizo así desde la época de Maricastaña, después de haberse creado en 1993 con la suma de partidos neonacionalistas, insularistas, sucursalistas y asamblearios de diversa ideología.

La razón de ser de Coalición Canaria es aprovechar la importancia de sus votos en Madrid para conseguir el oro y el moro para Canarias. De hecho los representantes nacionalistas no se ocultan para reconocer que esa es la esencia de su poder. En todas sus campañas hablan del voto decisivo de CC en Madrid para conseguir contrapartidas en el archipiélago. 

CC siempre decide apoyar a gobiernos de derecha y de izquierda sucesivamente con tal de lograr competencias y mucho dinero a cambio para las islas. Nunca han tenido pudor para reconocerlo públicamente. Por eso difícilmente se explica que se opongan a las pretensiones de Junts, a no ser que solo estemos hablando de envidia cochina.

La semana pasada las comunidades autónomas del PP plantaron a la ministra de Hacienda y se negaron a debatir la quita de la deuda propuesta por María Jesús Montero solo por llevar la contraria e intentar debilitar una vez más al Gobierno central. 

La consejera canaria de Hacienda, del PP, se plantó junto a sus correligionarios y se levantó de la reunión sin discutir la propuesta de la ministra. Quizá a la consejera popular se le olvidó que está en un gobierno como socio secundario y no presidido por el PP como el resto. 

El presidente de Canarias, de CC, se cogió un cabreo descomunal por la actitud infantil de su consejera, que escenificó el seguidismo a su partido. Clavijo no estaba por levantarse e irse sino por debatir hasta la extenuación esa quita propuesta por la ministra. 

Al PP canario se le olvida frecuentemente que está en el Gobierno de Canarias como socio segundón. A pesar de ser el tercer partido de Canarias, después del PSOE y CC, a veces se da aires de nuevo rico. Es consciente de que su única posibilidad para estar en el Gobierno canario es plegarse a los nacionalistas porque de lo contrario estaría mendigando en la oposición cuatro años más. 

Los miembros del PP en el gobierno canario, desde el vicepresidente Manuel Domínguez hasta la consejera Matilde Asian, están estirando demasiado el chicle y la cuerda con Clavijo. Hasta ahora han mostrado más supeditación a su partido en la metrópoli que a servir los intereses generales de Canarias.

Sin habernos recuperado de la pataleta popular tras rechazar el acuerdo propuesto por Madrid sobre el reparto de los niños extranjeros en las islas, ahora el PP canario vuelve a las andadas al repeler formalmente una quita que finalmente aprobará con toda seguridad porque Feijóo y sus barones lo tienen crudo para explicar la negativa a sus votantes. Ya se hacen apuestas. Montero apuesta 10 a 1. Feijóo apuesta al rojo en la ruleta pero al final saldrá negro.

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