Colapso crónico en las urgencias del HUC: hasta 30 horas de espera en un centro de salud por el bloqueo de ambulancias
“Te escribo en nombre propio y en el de mis compañeros de servicio, desde el corazón y con el más profundo respeto, para expresarte mis sinceras disculpas por las pésimas y vergonzosas condiciones en las que estamos teniendo que cuidarte desde hace ya muchos años”. Es la carta que una enfermera de urgencias del Hospital Universitario de Canarias (HUC) dirige a los y las pacientes que atiende cuando llegan al servicio. “Sé de primera mano que en momentos de vulnerabilidad y necesidad el tiempo es esencial y cada minuto de espera puede sentirse interminable”, advierte esta trabajadora, una profesional con dilatada experiencia que prefiere mantenerse en el anonimato.
La fecha de esa misiva es casi lo de menos. El personal sanitario coincide. El colapso en las urgencias del HUC se ha cronificado, va más allá de los picos asistenciales producidos por los virus que, como cada invierno, se propagan entre la población. Los planes de contingencia que la gerencia ha ido implementando para aliviar esa saturación son “insuficientes”. “Nuestros mayores son quienes más los sufren. Se ven amontonados en los pasillos a la espera de una cama en planta o, al menos, de una cama de observación donde poder ser atendidos con unos mínimos de intimidad y armonía”, explica esta enfermera de urgencias en la carta que ha remitido a Canarias Ahora.
La imagen habitual que describe la sanitaria es la de pacientes doloridos que pasan “inmensas horas de espera” sentados en una silla o, “si tienen suerte”, en una camilla. No hay espacio ni para caminar. “Hasta para poder ir al baño tienes que sortear mil obstáculos, pasando por dentro de una de las salas de espera en la que cohabitan pacientes valorados con pacientes pendientes de ser vistos”. Mientras, los profesionales intentan ubicar casi en cualquier hueco a las personas que llegan. “Hacemos malabares para encajar las piezas de este terrible puzle de camillas que se forma entre el pasillo de urgentes y el pasillo de triaje”.
A las puertas de las urgencias se siguen acumulando durante horas ambulancias que no pueden dejar a los pacientes al no haber camas ni camillas en el interior del servicio. Intersindical Canaria (IC) advertía el pasado fin de semana que había varios pacientes que no podían ser trasladados desde el Servicio Normal de Urgencias (SNU) del centro de salud de San Benito, en la Laguna, al HUC, porque no había vehículos disponibles, porque estaban bloqueados a las puertas del hospital.
Patricia Hernández, portavoz de este sindicato, explica que el pasado martes un paciente llegó a estar ingresado treinta horas en las urgencias de ese centro de salud pese a que los sanitarios habían determinado que era necesario derivarlo de inmediato a un hospital. La representante de IC recuerda que esos centros no disponen de comida ni bebida para estos pacientes, “ni siquiera muchas veces los medios para atender o hacer frente a las patologías” por las que necesitan atención hospitalaria.
Este escenario conlleva una sobrecarga de responsabilidad para el personal de Atención Primaria. Estos pacientes, sostiene Hernández, “se pueden desestabilizar, se pueden complicar, y van pasando las horas, hasta treinta, sin que sean derivados. Se están poniendo en grave riesgo a la población”, insiste la representante sindical, que recuerda que el problema de las urgencias en Tenerife, en especial en la zona norte, “no nació ayer” y que el colapso no es ocasional. “Es algo que vivimos durante todo el año y que en momentos en donde hay picos de gripe o de enfermedades respiratorias se agrava”.
El pasado 8 de enero personal sanitario del HUC se volvía a manifestar a las puertas del hospital para denunciar el colapso del servicio. Estas protestas se vienen sucediendo desde noviembre. En octubre se habían llegado a contabilizar cerca de una decena de ambulancias bloqueadas en la entrada de urgencias mientras había pacientes que tenían que pernoctar sentados en sillas duras o en butacas a la espera de que se liberara una cama en las plantas de hospitalización. Estas escenas, según cuenta el personal sanitario, se repiten con asiduidad en el centro.
“En algunos turnos sólo dos médicos atienden todas las urgencias (observación, pasillos, reanimación y circuito de atención rápida). Es inviable”, sostiene Patricia Hernández (IC). Al día ingresan una media de 250 pacientes en urgencias, de los que alrededor del 15% tiene que ser derivado a una planta de hospitalización. Uno de los problemas crónicos de los hospitales canarios en general y de los de Tenerife en particular es la cantidad de personas, sobre todo mayores, que ocupan una cama de agudos (en planta) pese a haber recibido ya el alta médica. En toda Canarias hay alrededor de 600 pacientes que viven en los hospitales porque no disponen de la plaza sociosanitaria que requieren dado el déficit de este tipo de camas en las Islas.
“Tenemos una población cada vez más longeva y pluripatológica. Necesitamos medidas más que urgentes, como la creación de centros sociosanitarios donde poder atender en óptimas condiciones a los centenares de pacientes con alta administrativa que ocupan una cama de hospitalización”, señala la enfermera del HUC en su carta, al tiempo que recuerda que el coste de una cama en una planta hospitalaria es muy superior a la de un centro sociosanitario. “Tenemos una población mucho más envejecida, con muchísimas enfermedades crónicas. Tenemos una población que es diferente a la que teníamos hace unos años y, en cambio, los servicios de urgencias continúan siendo similares”, redunda Juan Trenzado, portavoz del sindicato de enfermería Satse.
Para Hernández (IC), el bloqueo de camas hospitalarias por parte de pacientes con el alta es una de las causas del colapso crónico del HUC, pero no la única. La representante sindical alude también a las deficiencias en las infraestructuras, “la falta de espacio” en urgencias.
En su carta, la mencionada enfermera de urgencias del HUC explica que en el servicio tan sólo hay dos cubículos para la reanimación de pacientes críticos, por lo que, en ocasiones, se tiene que improvisar un tercer y hasta un cuarto hueco de atención “entre cortinas”. “Nos da auténtico pavor que llegue el día que entres por la puerta de urgencias y no tengamos ni cómo ni dónde atenderte”, recoge la misiva dirigida a los pacientes, que también alerta del agotamiento del personal sanitario y de la fuga de profesionales por esta sobrecarga laboral y emocional. “Nadie nos cuida ni nos valora, dejando como única opción el irnos”.
Plan de contingencia
Desde la gerencia del hospital defienden que hace unos meses se abrió una zona para urgencias psiquiátricas con capacidad para ocho pacientes, dos de ellos con monitorización, y que en febrero está previsto que esté operativa una nueva sala para pacientes en camillas y otra para pacientes en espera con sillones. Ese mismo mes, la dirección prevé que el servicio de hospitalización a domicilio se traslade a otro espacio, “dejando libre una nueva área en la que se va a crear una sala con capacidad para 22 camillas destinada a pacientes que ya han sido atendidos, pero que continúan a la espera del resultado de pruebas diagnósticas que confirmen su diagnóstico”.
La gerencia del HUC cambió la jefatura del servicio en noviembre. Destituyó, por pérdida de confianza, al doctor Guillermo Burillo, el mismo al que había rescatado después de que el tribunal de un concurso público descartara, por falta de propuestas, su candidatura (la única) para liderar el servicio. Ahora, la dirección del hospital, con Adasat Goya al frente, sostiene que la asistencia sanitaria “está garantizada”, que se priorizan “los casos graves, que se atienden de inmediato” y que hay un plan de contingencia que contempla la contratación de profesionales en la medida “que sea necesaria”.
El personal sanitario discrepa. “No ha cambiado nada, la responsabilidad va mucho más arriba. El HUC no parece un hospital de tercer nivel, es un hospital donde hay serios problemas y la dirección parece estar mirando para otro lado, porque las soluciones que está apuntando no son las correctas”, señala Patricia Hernández. “La población en general no es consciente a día de hoy del riesgo que corre, sobre todo cuando no hay ambulancias y transporte sanitario”, afirma la portavoz de IC, que añade que el sindicato está valorando emprender otro tipo de medidas.
“Nos hablan de obras para mejorar los drenajes de pacientes, pero nuestra actual realidad dista mucho de ello y en esas medidas no se atisba la luz ni a corto ni a medio plazo”, reza la carta de la enfermera, que considera necesaria la implicación de todos. De los usuarios, para usar los servicios de urgencias hospitalarios “con conciencia” y no acudir a ellos cuando sus dolencias se pueden tratar en un centro de salud. Del personal de atención primaria, para que “sólo derive a quienes precisen de un especialista de manera urgente”. De las clinicas concertadas, que reciben “una considerable remuneración de la sanidad pública”, para que no traslade a aquellos pacientes que podría asumir “o incluso dar de alta” y para que no pongan “horario de entrada” a quienes tienen ya cama asignada.
A la Consejería de Bienestar Social le reclama la creación de plazas sociosanitarias. A la de Sanidad, que dote con los medios adecuados el Hospital del Norte e incentive la “atención domiciliaria de calidad”. Y al 1-1-2, que se asegure cuando desplaza pacientes críticos que el centro al que lo remite puede recibirlos en condiciones de seguridad.
Plan de urgencias
Para Juan Trenzado, representante de Satse, ha llegado el momento de elaborar “un plan autonómico de las urgencias canarias” que, a su juicio, debe contar con la participación de todos los agentes implicados y tener en cuenta el envejecimiento de la población y el aumento de la demanda asistencial. El portavoz del sindicato señala, a modo de ejemplo, que la media de ingresos en el servicio de urgencias del Hospital Doctor Negrín de Gran Canaria se ha incrementado en alrededor de 50 pacientes diarios con respecto a las cifras que se manejaban hace unos años.
“Hay que releer el concepto de las urgencias en los centros hospitalarios. Estmos hablando de un tema que es como el día de la marmota. Sabes que, llegada una época, va a haber un pico de enfermedades estacionales, de gripe y de virus respiratorios. Sabes que va a ocurrir y las gerencias elaboran los planes de contingencia, que pasan por mejorar los circuitos de ingreso de los pacientes, reforzar algunas posiciones... Pero esas medidas son absolutamente insuficientes”, sostiene.
El portavoz de Satse señala que los hospitales de Gran Canaria, el Insular y el Doctor Negrín, sin llegar aún a la “situación crítica” que se ha vivido en otras ocasiones, ya están empezando a mostrar signos de que pueden llegar a desbordarse en las próximas fechas, en especial a partir de febrero, cuando se espera que llegue el pico de la gripe y otras enfermedades estacionales. Hace unos días se contabilizaban hasta 85 pacientes pendientes de ingreso en planta en las urgencias del Insular, 30 de ellos en el área de transición, y ya empezaban a acumularse casi una veintena de camillas en los pasillos. “Aunque haya dos, tres o cuatro pasillos ya es una situación grave, porque no dejan de ser pacientes mayores, personas enfermas, con sus defensas bajas, en camillas, siendo atendidos en circunstancias que no son las adecuadas”, concluye.
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