Espacio de opinión de Tenerife Ahora
Certezas
(Cimbrea la vieja tartana en un leve traqueteo, trémulamente carretera arriba, tríadica fusión de hierros, entes y naturaleza...)
En el paisaje, la duda. Nunca encuentro la paz total. En cada estímulo reside una nueva puerta a lo desconocido, no hay reposo, todo es vital incertidumbre. El espacio seduce sin éxito al tiempo. El baile entre lo debido y el deseo corroe las mentes más avispadas. Tal vez por eso nunca quedo a media tarde, por si la noche me atrapa, sigilosa, constante, perturbadora.
En el trayecto, la espera. Suavemente fluyen las horas entre ígneas vistas. Roca y sequedad, ningún resquicio para la fresca. Sopor. Al fondo parece que distinga un oasis y sin embargo traiciono a mi subconsciente en una dosis de realidad inusitada, matando la esperanza, el retorno, lo imposible que dejamos a medias. Ya nada es como antes, ¿verdad querida?
En el volante, la idea. Tiro de experiencia en lo que abandonamos antiguas vistas para abrazar otras nuevas. Hoy no habrá lugar para la desesperación del vacío, debemos continuar… Es por ello que trazo un rumbo nuevo, prodigioso, a la par incierto, me lo invento, qué más da, jamás salieron bien los planes premeditados, esos que rumié durante largas jornadas en vela, tejiendo meditadas secuencias, ritmos y escenarios. Ahora es el momento de seguir adelante sin medir, tan solo dejarme ir, y en todo caso, si fuera necesario, volver.
En el alimento, el reposo. Líquidos y sólidos deslizados garganta abajo con mucha más aspiración que la de dotar al cuerpo de la alimentación precisa. Alma. Cada sabor es el justo, el necesario para conciliar antiguos pensamientos. Un olor me lleva a otra estación, a otro instante en el que la vida florecía entre oportunidades y sueños por cumplir. En un trago entiendo el dolor que surge ante la imposibilidad de retornar lo vivido.
En la vuelta, la posibilidad. Traigo noticias; albergo una buena nueva. Embriagado de la emoción del que encuentra, regreso al origen. La belleza disipa la oscuridad que lo envolvía todo. Mientras, un renovado ocaso anuncia retirada inminente. Se apaga una luz. Es hora de descansar, de buscar arraigo en los seres queridos, en la materia prima que hace volar los corazones.
(Cimbrea la vieja tartana en un leve traqueteo, trémulamente carretera arriba, tríadica fusión de hierros, entes y naturaleza...)
En el paisaje, la duda. Nunca encuentro la paz total. En cada estímulo reside una nueva puerta a lo desconocido, no hay reposo, todo es vital incertidumbre. El espacio seduce sin éxito al tiempo. El baile entre lo debido y el deseo corroe las mentes más avispadas. Tal vez por eso nunca quedo a media tarde, por si la noche me atrapa, sigilosa, constante, perturbadora.